Motochorros, sin límites: tres tiros y dos mujeres vivas de milagro en La Plata

Los robos cometidos en La Plata, Berisso y Ensenada, con la modalidad que ha adoptado la denominación de “motochorros”, porque son cometidos por delincuentes que circulan en motocicleta y, casi siempre, de a dos, volvieron a sentirse ayer por la madrugada con un nuevo y escalofriante episodio.

Dos mujeres que circulaban por un sector de Abasto, fueron asaltadas por dos ladrones especializados en este nicho delincuencial, que pese a estar provistos de armas de fuego y a superarlas tanto en número como en fuerza, les gatillaron en varias oportunidades para amedrentarlas y así apoderarse de sus objetos personales.

Si bien hasta hace unos meses, la cantidad de ilícitos cometidos con esta modalidad venía descendiendo, en la actualidad los motochorros volvieron a representar un drama en todos los rincones de la Región.

En La Plata, antes se daba por sentado que actuaban de noche y en barrios específicos como El Mondongo y Barrio Hipódromo.

Naturalmente, los vecinos de estos sectores tenían como mandamiento no salir cuando la oscuridad comenzara a dominar el firmamento. Pero ahora los delincuentes motorizados parecen haber extendido los dominios de su coto de caza y su “horario de atención”.

No tienen una franja fija ni zona predilecta. Atacan de noche y de día, en el centro y en los sectores de la periferia del casco, así como en las distintas comunas que componen el distrito.

LE PUEDE INTERESAR

“La danza de la fortuna”: en La Plata el delito mueve sumas millonarias

LE PUEDE INTERESAR

Rechazaron liberar a tres de los futbolistas de Vélez

En este marco, muchos vecinos dan por descontado que poner un pie en la calle es sinónimo de peligro.

Por eso en varios sectores del partido se viene sintiendo con fuerza el reclamo por mayor presencia policial en las calles, ya que muchos consideran que los patrullajes se encuentran en retirada.

Sin lugar a dudas, la versatilidad de los motochorros es uno de sus mayores atributos.

Pueden circular por la vereda, en contramano y, en pocos segundos, alcanzar velocidades que ponen en serio riesgo la vida de quien pretenda igualarlas.

A esto se debe sumar lo “aceitado” que tienen el mecanismo a la hora de perpetrar el atraco, ya que en pocos segundos pueden identificar a su víctima, acelerar para emboscarla e interponerse en su camino para terminar abordándola.

También el estado físico de los ladrones termina inclinando la balanza en favor de la delincuencia.

La mayoría de golpes son dados por jóvenes e incluso adolescentes que en un abrir y cerrar de ojos se eyectan con facilidad del rodado para cumplir con su cometido.

Si bien la Policía se la pasa haciendo operativos para interceptar y secuestrar vehículos en falta, o visto de otro modo, potenciales rodados para cometer esta clase de atracos, según señalan análisis realizados por la propia fuerza, el nivel de robos de estos rodados es tan alto, que rápidamente reponen con otro robo o hurto lo que perdieron a manos de las autoridades.

En cuanto a las víctimas, no hay preferencias. Hasta los niños y los adolescentes, cuando se dirigen a la escuela o a hacer un mandado, pueden terminar convirtiéndose en blanco de estos ataques.

En este alarmante contexto, en las últimas horas dos mujeres casi terminan acribilladas en la cuadra de 515 entre 216 y 217 por dos motochorros, que descargaron toda su furia y los cargadores de sus armas contra las víctimas.

Solo de milagro el hecho no terminó en un baño de sangre. Unos pocos rayos de sol iluminaban todavía el sector cuando los dos hampones se lanzaron al ataque.

Luego de identificar a sus víctimas a lo lejos, aceleraron en dirección hacia ellas.

En cuestión de segundos las damnificadas pasaron de mantener una entretenida charla a quedar atrapadas y apuntadas con pistolas por dos sujetos.

En ningún momento los sujetos se sacaron los cascos blancos que llevaban, claro está para no dejar en sus retinas los rastros de sus facciones.

Una de ellas venía de cobrar un trabajo. Llevaba consigo un total de 80 mil pesos, además de un celular que había podido comprar con mucho esfuerzo.

Quizás creyendo que podría salvar sus pertenencias se negó a acatar la orden impartida por el acompañante. Fue en ese momento que sobrevino la furia.

Ofuscado, el agresor disparó contra el piso como prueba de que estaba dispuesto a todo con tal de llevarse su bolso.

En el mismo acto, se oyeron otros dos estruendos. Había sido el conductor que les había tirado a los pies.

Según expusieron las víctimas, el sujeto que parecía “tranquilo” al principio, gatilló en al menos seis oportunidades.

Ambas mujeres miraron a un lado y al otro. La calles estaba desolada y los delincuentes decididos a infringir daño.

En ese marco, no quedaba opción que desprenderse de tantos días de trabajo y esfuerzo.

Dejando tres vainas servidas en la cinta asfáltica, y con dos bolsos de mujer entre sus brazos, los sujetos abandonaron la escena.