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No importa la edad, la técnica ni la condición física: esta disciplina abre la puerta para que cualquiera pueda moverse, sentirse vivo y, sobre todo, feliz
En una sociedad donde el gimnasio y las actividades deportivas tradicionales suelen ser las primeras opciones para mantenerse en forma, emerge con fuerza una alternativa que cada vez conquista a más personas: el baile como forma principal de movimiento y ejercicio aeróbico. No se trata solo de bailarinas profesionales ni de quienes buscan perfeccionar técnicas, sino de un público heterogéneo que encuentra en la danza un camino para cuidar el cuerpo, la mente y el alma.
El baile como ejercicio, más allá de la estética o la performance, se presenta como una propuesta divertida y estimulante. Emma Colangeli, instructor de zumba con más de seis años de experiencia y una matrícula estable de alumnos (da clases los martes y jueves a 18 hs. en 46 y 14; y los lunes y miercoles a las 18 y los sábados a las 11 en 1 y 55), sostiene que muchas personas “buscan en el baile una forma de ejercitarse porque no se sienten cómodas con otras actividades”. Para Emma, la clave está en el disfrute: “La atención en la clase está más en aprender un paso y en el goce de bailar que en contar repeticiones o levantar pesos”. Según ella, bailar no solo mejora la salud física al funcionar como actividad aeróbica, sino que también aporta un valioso beneficio para la salud mental: “Muchas personas logran despejar la cabeza, cambiar la energía de un mal día y conectar con otras a través de la música y la alegría. Eso le hace bien a cualquiera”.
Esta idea se repite a lo largo de los testimonios: el baile como un espacio de expresión emocional y social, que invita a dejar atrás la rutina y sumergirse en una experiencia que conecta cuerpo y mente. Lourdes Cosoli, bailarina y profesora, señala que la danza “es mucho más que una actividad física: es mental, emocional y social”. “Mis clases son un espacio para conectar con el cuerpo en el presente, para expresarse y gozar”, añade. Lourdes explica que la danza permite explorar lo artístico y lo interpretativo, convirtiéndola en “una experiencia liberadora”. También destaca que bailar estimula la mente, ya que requiere recordar secuencias, coordinar movimientos y mantener la atención, lo que la hace especialmente beneficiosa para personas mayores.
Actualmente da clases en 23 entre 58 y 59, donde dicta mix dance infantil los lunes y miércoles de 18 a 19 hs.; y también convoca a un grupo de jóvenes y adultos para la disciplina jazz lyrical los martes y jueves de 17 a 18. Luego, tiene grupos de adultos de jazz lyrical los viernes de 15 a 16.30 en 58 entre 5 y 6 y en Gonnet Camino Centenario y 504, los días lunes y miércoles de 20 a 21. Además tiene sesiones los jueves de 19 a 20.30 en 2 entre 42 y 43 de jazz fusión.
Patricia Tempone, con más de tres décadas enseñando a alumnos que van desde los 3 hasta los 70 años, aporta una mirada integradora: “La danza trabaja el cuerpo en su totalidad: equilibrio, concentración, coordinación, fuerza, flexibilidad y emociones se fusionan”. De momento, da clases en 23 entre 58 y 59, para grupo de jardín: viernes a las 18 hs., mix dance infantil de 9 a 12 y 13 años lunes y miércoles 18.15 hs.; mix dance juvenil: lunes y miércoles 19.15 hs., latino martes y jueves 19.15 hs.; y coreo para adultos los sábados de 11 a 12.30 hs.
Para ella, el baile es también una herramienta de desarrollo personal, especialmente para los adultos mayores que comienzan a bailar: “Trabajamos la paciencia porque saben que es un proceso que lleva tiempo e insistencia, y que con práctica y corazón los resultados llegan”. En su estudio, Patricia busca crear un clima distendido y alegre donde no haya lugar para comparaciones ni presiones, sino para la expresión y la amistad: “Mi objetivo es que el estudio sea un segundo hogar”.
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La dimensión social y emocional es central para María Vélez Terrazas, ingeniera civil que se volcó al mundo del baile a partir de una necesidad personal y que hoy enseña fitness dance y zumba para todas las edades en Los Hornos (además de sus clases en da clases en 7 entre 61 y 62 de zumba gold). María afirma que “el baile mejora la salud mental y física, y también socializa a las personas que vibran en la misma frecuencia”. Sus clases, que abarcan desde adolescentes hasta personas nonagenarias, se dividen en grupos según las edades y capacidades, e incluyen Zumba Gold para adultos mayores, una variante sin saltos ni impactos. “Bailar es una fiesta sin alcohol”, dice María, que destaca el valor terapéutico de la risa, la expresión corporal y el disfrute en sus clases. “Mi intención es que cada alumna termine con una sonrisa que le cambie el día”.
Desde la experiencia de Tessa Montenegro, instructora y profesora de ritmos latinos y fitness dance (da clases en 5 y diagonal 77, a metros de Plaza Italia, los lunes y miércoles a las 17; martes y jueves 17, a la misma hora, con sesiones de mix dance), emerge la idea de que bailar no se siente como una obligación, sino como una diversión que libera emociones y aporta bienestar sin esfuerzo. “A diferencia del gimnasio, que puede ser monótono, el baile conecta con lo emocional y te hace feliz”, explica. Tessa resalta beneficios para la coordinación, la memoria y el ánimo, y destaca el rol fundamental que el baile juega en la vida de las personas mayores: “Les ayuda a mantenerse activos, prevenir enfermedades y recuperar la alegría”.
Una visión complementaria es la de María Soledad Gattoni, técnica en fitness y profesora de ritmos latinos (todas sus clases son en Villa Elisa: martes y jueves, a las 17.30, para iniciación en la danza y 18.30, coreográfico juvenil en Camino Centenario entre 423 y 424 ; el viernes 17.30 dicta mix dance infantil y el mismo día, 18.30, en 12 entre 56 y 57), que remarca que muchas personas prefieren bailar porque en el gimnasio “les da vergüenza o les aburre subirse a una máquina y hacer repeticiones”. Para ella, el baile es “una hora para divertirse, sentirse bien y hacer ejercicio, porque movemos todo el cuerpo”. Su experiencia abarca desde niños de 3 años hasta adultos mayores, con una adaptación constante a las necesidades y gustos de sus alumnos. “Busco que la clase sea cómoda, fluida y que se transmita la felicidad que siento cuando bailo”, afirma. Su objetivo principal es que los alumnos se sientan contentos, sin vergüenza y con ganas de volver.
Romina Bruno, bailarina y coach —cuyos estudios que funcionan en 32 entre 17 y 18, y en 65, 4 y 5—, destaca que lo que atrae a la gente del baile es la diversión y la socialización: “La música alegra, el baile reduce el estrés, mejora la memoria y la coordinación”. Su propuesta se centra en crear un grupo con buena energía y movimientos que se repiten para facilitar el aprendizaje, buscando que cada persona encuentre su lugar en el grupo y se sienta feliz.
Romina Noseda, instructora de fitness dance que da clases mistas para todas las edades en 5 y 77 los días martes y los jueves, completa esta visión enfatizando que el baile es “alegría y conexión con uno mismo y los demás”. En sus clases, la prioridad es crear “una experiencia” y no solo hacer pasos, promoviendo la inclusión y la participación de personas de todas las edades y niveles. “Quiero que quienes vengan se vayan más felices, más seguros y conectados consigo mismos”, señala.
Este recorrido por las voces de instructores y profesores deja claro que el baile como actividad física supera el mero ejercicio para transformarse en una experiencia integral, que combina movimiento, emoción, socialización y bienestar mental. En tiempos donde el estrés, la ansiedad y el sedentarismo son enemigos cotidianos, bailar aparece como una alternativa renovadora y accesible, que invita a todos, sin importar edad ni condición física, a moverse, expresarse y disfrutar.
Más allá del ritmo o la técnica, el baile es un espacio de encuentro con uno mismo y con los demás, una excusa para liberar tensiones, celebrar la vida y cuidar la salud en su sentido más amplio. La alegría que genera la música y el movimiento es la motivación que lleva a cientos de personas a elegir esta forma de ejercicio que no solo transforma el cuerpo, sino que también renueva el espíritu.
Hay grupos de zumba, mix dance, fitness dance y más disciplinas
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En general, se trata de actividades que convocan por ser aptas para todas las edades
En la Ciudad y la Región, hay diferentes alternativas y grupos de baile
Patricia Tempone (en el centro) y su equipo
Emma Colangeli, instructor de zumba
Patricia Tempone, profe de danza desde 1990
Lourdes con Patricia, “mi madre de la danza”, según dijo
La profe Romina Noseda (primera, abajo a la izquierda) y sus alumnas
María V. Terrazas (centro) y sus bailarinas
Sole Gattoni y su mamá, Mirta, que baila a sus 75 años
Romina Bruno es bailarina, coreógrafa, coach y directora
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