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Tras los pasos de su padre

A los 17 años, Martín, hijo del ex tricampeón mundial, empezó a boxear

Tras los pasos de su padre
1 de Septiembre de 2000 | 00:00

Por LEANDRO DUBA


¿Quién lo iba a imaginar? Martín Antonio Coggi (17), aquel pequeño de bucles largos y rubio, que recorrió el mundo para ser partícipe de las grandes proezas de su padre, tomó la decisión de seguir los mismos pasos del que fuera tres veces campeón mundial de boxeo.
Y aunque no fue sencillo convencer al propio "Látigo" -hoy, uno de sus entrenadores-, Martín se calzó los guantes y se subió a un cuadrilátero para realizar su primera exhibición.
El hijo de Juan Martín "Látigo" Coggi, que entrena todos los días en el Club Deportivo Berazategui, hará su segunda exhibición dentro de pocos días más, y en octubre, como tiene previsto, empezará a combatir como aficionado.
- ¿Cuándo se inició tu historia con el boxeo?
- Mirá, al boxeo lo amo desde que nací. Sin querer, nací prácticamente arriba de un ring. En realidad, empecé a boxear con mis compañeros de escuela, cuando tenía entre 10 y 11 años. Pero vengo trabajando en serio, hace un año y medio, aproximadamente.
- ¿Por qué decidiste ser boxeador?
- Porque sabía que tarde o temprano me iba a subir a un ring. Como quién dice, la sangre tira... Jugué al fútbol siempre, porque me fascina. Hice un montón de goles en Las Mandarinas, pero desde que me empezaron a pegar a los once años, le fui tomando el gustito la idea de boxear. Inclusive, cuando vine a trabajar por primera vez en serio a Berazategui, mi viejo mandó a uno de los chicos a que me acobardara, pero terminé acobardándolo a él.
- Tu viejo siempre se opuso a que seas boxeador. Nunca le gustó. ¿Cómo lo convenciste?
- Y... fue llorando. Para mí el boxeo lo es todo. Un día habíamos discutido porque quería ser boxeador. Pero él no me dejaba. Tras esa discusión, él se fue y apareció como dos horas más tarde. Y cuando me encontró, estaba en el fondo de mi casa, llorando de bronca, de rabia, porque no me dejaba hacer lo que me gustaba. Me vio y nos pusimos a hablar, sin discutir, y me dio el okey. A partir de ahí, empezamos a trabajar muy en serio y si Dios quiere, vamos a estar peleando dentro de dos meses, pero no haciendo exhibiciones.

- Y tu madre ¿qué dijo a todo esto?

- Al principio lo tomó como algo gracioso, porque sabe que me prendo para hacer cualquier deporte. Es decir, si hay atletismo, intervengo, si hay que jugar al softbol, lo hago. Entonces, se pensó como quién dice que era una calentura más, y que con las piñas se me iba a pasar. Pero cuando llegué un día después de las nueve de la noche, con la nariz dos centímetros más ancha y la punta del tabique fracturada, me dijo que ya está, que no iba más. Entonces, le dije que la semana que viene, cuando se me desinchara la nariz, volvería a ir a gimnasio. Y acá estoy otra vez... Esa anécdota fue hace cuatro meses.
- ¿Qué buscás con el boxeo, fama, dinero o mantener el apellido Coggi siempre vigente?
- No sé como explicarlo. Pero para graficarlo, es algo así como encarar a una chica que te gusta y te dice que sí. Ya está, lo conseguí. El ejemplo es algo parecido a eso. Yo estoy trabajando para ser algún día campeón del mundo y me comprometo en decirlo: seré campeón mundial.
- Antes, tenías temor de lo que le podía pasar a tu viejo arriba de un cuadrilátero. ¿A vos no te sucede lo mismo?
- No. Antes, veía lo que hacía mi viejo, pero no me daba cuenta de lo que en realidad estaba haciendo. Entonces, pensaba que lo iban a castigar feo. Pero una vez sobre un cuadrilátero, me pregunté ¿cómo voy a tener miedo? Estoy bien entrenado, pego duro y soy zurdo, que es la guardia más complicada. El que se tiene que preocupar es el rival, y no yo. Desde que tengo ese pensamiento, en ningún momento arrugué. Siempre fui al frente.
- ¿Crees que estando Látigo Coggi a tu lado se te facilitan las cosas?
- No. Todo lo contrario. Se me simplifican en el sentido de que lo que hago, sé que lo haré bien. Que no me mandará al muere. Pero se complica porque el rival va pelear contra mí, contra mi viejo, contra la historia de él, contra mi futura historia. Entonces, se va a preparar como para enfrentar a un Rocky.
- Con el boxeo, ¿le querés demostrar a la gente que podés ser igual o mejor que Látigo Coggi?
- Quiero mostrarle a la gente que yo puedo ser yo. Y no puedo llegar a ser la sombra de nadie.

- ¿Quién es tu figura boxística?

- Se reparte entre mi viejo y Carlitos Monzón.

- ¿Qué clase de boxeador querés ser?

- Quiero tener mi propio estilo de boxeo. No quiero imitar a nadie. No pretendo ser bailarín como Nassim Hamed ni ser pegador como Tyson. Quiero tener mi propio estilo. Así de simple.

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