La curiosa experiencia de una inglesa en Argentina que hace "terapia" con el gong

Un diagnóstico de esclerosis múltiple cambió hace siete años la vida de Amanda Ajeet. Al enterarse de que sufría esa enfermedad degenerativa dejó su trabajo como podóloga en Londres, se desprendió de la mayoría de sus pertenencias y se lanzó en un viaje interior. Así se encontró con el gong, el instrumento sagrado de Oriente que dice que la ha ayudado en los últimos años a enfrentar su enfermedad y que días atrás la trajo hasta La Plata.

Amanda llega a la entrevista con algo de atraso. Su propia condición -explica- fue la causante de la demora. "Mi enfermedad hace que se me mezclen los números y en La Plata me resulta muy difícil no perderme con las calles", se disculpa con una voz diminuta que inspira paz. Esas confusiones con las que convive a diario no parecen sin embargo amedrentarla: hace un mes que viene viajando sola por nuestro país con media docena de gongs en la caja de su camioneta y el deseo de compartir sus sonidos.

Si bien al recibir su diagnóstico Amanda había decidido en principio radicarse en India, la precariedad de su salud la disuadió y, de alguna forma inexplicable, terminó en nuestro país. "No conocía a nadie en Argentina pero me gustó tanto que decidí quedarme. Ahora vivo en San Marcos Sierra, Córdoba. Ahí arranque mi gira Anahata", dice.

En sánscrito "anahata" refiere al chakra del corazón, pero también al sonido primordial del universo", dos ideas muy cercanas a la experiencia que busca trasmitir Amanda. "No conocía el amor a primera vista hasta que me cruce con el gong; los sonidos del gong me ayudaron a abrir mi corazón; a enfrentar mi enfermedad. Siento que la enfermedad fue de hecho un regalo que me permitió redescubrir mi vida", dice.

Y es que el gong, explica ella, "produce unas vibraciones que no se escuchan sólo con las orejas sin con cada célula del cuerpo. Sus sonidos son un viaje que puede llevarte a tu ser más íntimo. Utilizando el gong es posible alcanzar una relajación muy profunda, un estado de total neutralidad como la que tenemos cuando dormimos, el estado natural de mayor recuperación", explica Amanda.

Con esa filosofía y técnicas de respiración propias del yoga ella ofrece talleres itinerantes de gong en los que no se trata de aprender a tocar el instrumento sino dejarse tocar por él. "Es una experiencia muy liberadora: algunas personas se ponen eufóricas, otras empiezan de pronto a llorar", cuenta Amanda, quien en su paso por nuestra ciudad compartió su experiencia con medio centenar de platenses que se acercaron al Centro Shakti y al Espacio El Herbario.

Esos talleres itinerantes constituyen sin embargo sólo una parte de la prédica que lleva Amanda Ajeet junto con sus gongs. "Estoy construyendo en San Marcos Sierra un centro donde las personas con enfermedades crónicas o terminales puedan ir a recuperarse sin costo alguno; un lugar donde compartir mi propia experiencia vital", dice.