Analizan actuación de la cúpula de la Policía platense tras el caso del suboficial millonario

Sin declaraciones oficiales, ni frases rimbombantes, un equipo de auditores de la Dirección de Asuntos Internos avanza con la investigación administrativa, que se inició tras la detención de un suboficial de la comisaría primera de La Plata, que alquilaba un caserón en un country de City Bell y andaba en Mercedes Benz, entre otras excentricidades.

Como se sabe, el acusado, Patricio Masana, está detenido por su presunta vinculación al robo registrado hace 15 días en la casa del intendente de La Plata, Julio Garro, de quien era vecino.

El policía pasó ayer por la fiscalía de Virginia Bravo, que está a cargo de la causa penal, pero sólo declaró en relación a cuestiones personales. Del asalto, prefirió callar (ver aparte).

Lo que estudian en la Dirección de Asuntos Internos son los supuestos manejos irregulares que hacía con los fondos derivados de las horas Polad y también, de acuerdo a una calificada fuente del Ministerio de Seguridad, la actuación de toda la Cúpula de la Policía platense.

Qué le podrían achacar a sus máximas autoridades, “no haber ejercido el debido contralor del personal”, agregó el mismo vocero.

Como se sabe, más allá de que Masana figuraba “en los papeles” como caminante de la seccional primera, tenía otra función muy distinta al recorrido preventivo de las calles del Centro de la Ciudad: administrar parte del dinero proveniente de los servicios adicionales que, se sospecha, dejaban ganancias extraordinarias.

El nivel de vida del suboficial, que cobraba de salario unos 18 mil pesos mensuales, automáticamente lo obligaría a dar algunas explicaciones. Y puso en una situación muy incómoda a sus jefes más directos, el comisario Marcelo Cifuentes y el subcomisario Carlos Arias, quienes ya fueron desplazados de sus cargos.

En tanto, desde el propio Ministerio de Seguridad, fueron varios los que anoche no descartaban que el caso pudiera, incluso, derivar en pedidos de informes al propio jefe de la Departamental La Plata, Darío Camerini, y al titular del Distrito Centro, Carlos Gandolfi.

Es que los manejos -o desmanejos- que hacía Masana parece haber convencido a los investigadores que no podían realizarse en total secreto.

Algunos hasta deslizaron que podría contar con “banca política y judicial” o, en otras palabras, “protección”. Eso es lo que ahora se intenta desentrañar. Para quiénes reportaba el detenido.

El suboficial actuaba como administrador de servicios Polad, la mayoría provenientes de distintas áreas de la Torre II, situada en las calles 12 y 53.

“La función era completar las planillas con los datos del policía derivado a un control fijo, elevar la liquidación al Ministerio de Seguridad y derivar el dinero a la cuenta del agente o pasar a retirarlo para el pago en mano”, mencionó una persona con conocimiento de esa tarea.

Sin embargo, se presume que “la maniobra consistía en hacer figurar 20 uniformados por 10 horas; sólo iban 5 ó 10 y por menos tiempo. Las horas igual se liquidaban completas y cuando el agente recibe la remuneración por algo que no cumplió, sea por depósito en cuenta bancaria o, en efectivo, era obligado a dejar algo a cambio del favor”, aclararon las mismas fuentes.

ANOCHE, los CAMBIOS

A partir del robo en la casa del Intendente de La Plata, Julio Garro, la detención del suboficial Patricio Masana y el desplazamiento del comisario Cifuentes, la primera se quedó sin jefe policial.

El que estuvo momentáneamente a cargo de esa seccional fue el comisario Gandolfi, quien cubrió el puesto hasta anoche, cuando se oficializó la llegada del subcomisario Darío Galarza, proveniente de la comisaría de Ringuelet.

Ese fue el nombre propuesto desde la Departamental local, ya que, cuando Camerini fue titular de la dependencia, en 2013, Galarza era su segundo jefe.

Los otros cambios tuvieron de protagonistas a Adrián Mosca, que pasó de la comisaría 5ª a la 11ª y el de Marcelo Volpintesta, que dejó el Distrito Oeste para ir a la quinta.