

Policías durante un operativo contra narcotraficantes en la favela Ciudad de Dios, en Río - AP
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Sus habitantes sufren un estrés intenso, alimentado por el temor a las balas perdidas y a la policía
Policías durante un operativo contra narcotraficantes en la favela Ciudad de Dios, en Río - AP
Por YESICA FISCH y LEO CORREA
RIO DE JANEIRO.- Almir Arruda (43) salió apurado en su bicicleta para cruzar la favela de Ciudad de Dios, en Río de Janeiro, cuando supo que había un tiroteo entre narcotraficantes y policías cerca del jardín de infantes al que asiste su hija de cuatro años.
Arruda, un obrero de la construcción desempleado, llegó al jardín y se encontró con niños y maestros en el suelo, buscando protegerse de las balas que seguían oyéndose cerca. Tomó a su aterrada hijita Jamile, y ambos se alejaron unas cuadras en la bicicleta hasta que Arruda se detuvo para esperar a que terminara la balacera, y rompió en llanto. “No me importa si me dan, pero ¿y si le dan a ella?”, dijo entre lágrimas sobre las balas perdidas. “Me siento como un prisionero en el barrio”.
Los habitantes de las favelas creen que la policía los ve a todos como delincuentes y no tendrá miramientos a la hora de emplear la violencia sin motivo
En medio de un brusco aumento de la violencia en las favelas, millones de vecinos de Río sufren un estrés diario similar al de una zona de guerra. Traficantes fuertemente armados luchan por el control de muchas villas miseria y las violentas operaciones policiales abonan la cifra de muertos y a la sensación de miedo. En 2016 murieron 920 personas durante redadas policiales o patrullajes en el estado de Río, más del doble que en 2013, según el Instituto de Seguridad Pública de Río. Y la cifra de este año subió casi un 60% respecto a 2016.
Para documentar el impacto psicológico de la violencia sobre los habitantes de las favelas, un equipo de la agencia de noticias Associated Press pasó ocho días con dos familias en Ciudad de Dios, un barrio marginal de unos 50.000 vecinos que saltó a la fama por la película de 2002 que llevaba su nombre, y que fue nominada a un Oscar. El entonces presidente de EE UU, Barack Obama, visitó el lugar hace seis años.
Durante su estadía, el equipo de AP vio a niños, algunos muy pequeños, hablando sobre la violencia en sus comunidades, a madres que obligaban a sus hijos a resguardarse durante los patrullajes policiales y a un hombre que se recuperaba tras haber sido baleado. El rugido de las armas se oía con frecuencia, haciendo que la gente interrumpiera sus actividades cuando creían que una escaramuza estaba demasiado cerca.
A diferencia de cientos de otras favelas en Río que empezaron como comunidades improvisadas sobre terreno ajeno, Ciudad de Dios se construyó en la década de 1960 como un proyecto inmobiliario para expulsados de otras favelas. El lugar está cerca del Parque Olímpico, en el lujoso barrio de Barra da Tijuca. Sin embargo, los servicios públicos son casi inexistentes. Algunas zonas de la favela están cubiertas de basura y el hedor de las aguas cloacales impregna el aire.
Pese a su alta densidad de población, a menudo las calles están vacías incluso de día porque la violencia puede estallar en cualquier momento. Los vecinos suelen quejarse de que hay operativos policiales mientras los niños están en la escuela. Cuando los residentes salen de la favela para ir a trabajar, parientes y amigos se mantienen en contacto por mensajes de texto. Se avisan si hay un tiroteo, porque tendrán que esperar a que termine para regresar. “Fogo Cruzado” o “Fuego cruzado” es una aplicación gratuita creada por Amnistía Internacional Brasil que ayuda a los vecinos de Río a seguir la pista de los disparos en tiempo real combinando datos de usuarios y monitoreando redes sociales.
En una reciente tarde de viernes, un vehículo blindado de la policía apareció de forma inesperada. Gritando para avisar a su familia Thaisa da Silva Ribeiro agarró a su hijo de 4 años, Isaac, que estaba jugando en la puerta de su edificio, y lo llevó dentro. La hermana de Isaac, Isadora, de 2 años, estaba aterrada. “No es posible acostumbrarse a esto, pero por desgracia ésta es la rutina en Ciudad de Dios”, dijo Ribeiro, que está embarazada. Minutos después, Isaac lloraba por el episodio mientras Isadora lo abrazaba e intentaba calmarlo.
En las zonas de guerra, niños y adultos pueden sufrir un trastorno de estrés postraumático, ansiedad, pesadillas, insomnio y otros problemas psicológicos. Se han observado muchos de estos síntomas en los residentes de las favelas, en especial en los niños, según expertos en salud mental de Fiocruz, uno de los principales institutos de investigación de Brasil, que realiza un gran estudio sobre problemas de salud relacionados con la violencia urbana en Río
La ansiedad y la depresión provocadas por la violencia se suman a la sensación de que el Estado abandonó las zonas pobres. Además, los habitantes de las favelas creen en general que la policía los ve a todos como delincuentes y no tendrá miramientos a la hora de emplear la violencia sin motivo. Como Ribeiro, el 45% de los residentes de las favelas teme que la policía los confunda con delincuentes, y el 75% cree que la policía es más violenta en las favelas que en zonas más adineradas, según un sondeo del Centro por el Estudio de la Seguridad y la Ciudadanía de la Universidad Cándido Méndes de Río. La crisis económica agravó el sentimiento de desesperación. El desempleo en el estado de Río de Janeiro pasó del 4% en 2013 al 13% en 2016, dejando a miles de personas sin ingresos y viviendo en la miseria. (AP)
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