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Festifreak: enamorados de la noche en "Te quiero tanto que no sé"

Lautaro García Candela presenta desde las 18.45 en el festival su cóctel de anti-comedia romántica y musical, un paseo por esas infinitas veladas juveniles

Festifreak: enamorados de la noche en "Te quiero tanto que no sé"
14 de Octubre de 2018 | 11:59

Es de noche. Francisco se pasea por la ciudad. Busca pistas del paradero de una chica, que puede o no estar interesada en él, a través de las redes sociales. Cuando parece adivinar la locación de la chica que reencontró “en la cola del Pago Fácil”, y encaminarse hacia allí, algo lo distrae: partidos de fútbol, tráfico de películas de culto, otras mujeres, las peripecias conyugales de su hermano, todo se interponen entre Francisco y su destino, al que nunca parece llegar. Él enfrenta las situaciones con el rostro impávido, como si tampoco fuera tan importante llegar a su chica, como si no estuviera enamorado de ella tanto como de la noche, como si lo importante fuera el viaje, no el destino.

“Pero sin que implique una fábula: no creo que el personaje haya aprendido algo, sino que trata de entender lo que sucedió”, advierte su director, Lautaro García Candela sobre “Te quiero tanto que no sé”, un filme onírico, pero sin pretensiones, sobre las delirantes posibilidades que esconden esas noches infinitas, que se proyecta esta tarde, a las 18.45, en el Cinema Paradiso, en el marco del 14° Festifreak.

Filmada entre amigos “durante los fines de semana, en los huecos de la vida” con “lo que había” (locaciones prestadas, cámaras prestadas), escrita en parte a partir de lo que se iba consiguiendo y sustentada con un premio del Fondo Nacional de las Artes y “algunos ahorros”, en “Te quiero tanto que no sé” conviven elementos aparentemente disímiles, pero que conviven de forma orgánica y luminosa en un relato ágil, juguetón y contemporáneo donde el fluir de toda una generación, a veces confundido con apatía, se da cita.

Francisco, de hecho, camina las calles porteñas con el rostro siempre entre perdido, resignado y melancólico, pase lo que pase, herencia del “deadpan” en una película que, cuenta el cineasta, mama también de Lubitsch y el cine clásico norteamericano, ciertas impenetrabilidad psicológica de los personajes de Rejtman y “el modo en que Jacques Rivette toma París como si fuera un juego de mesa: esto pasa acá, esto pasa allá. Un poco hice eso”.

Con todo estos elementos, explica el director, “había una idea de ir contra de cierto tipo de comedia romántica, y también es un negativo de la narrativa clásica, donde se prioriza el conflicto interno, su aprendizaje, el camino del héroe. Pero mucho no me interesaba: quería mostrar un resto indescifrable de la realidad, algo que no se puede interpretar. No es una alegoría, no se puede interpretar desde ningún tipo de figura retórica”, explica García Candela.

Y revela que el punto de partida fue “dos obsesiones: una es la ciudad de Buenos Aires, la otra es cierta música, la que escuchaban mis padres, que pertenece a cierto progresismo porteño, que por un lado tiene un componente de protesta, de conciencia social, y por otro tiene canciones románticas. Ahora es o una cosa u otra: en ese momento, con una sociedad más politizada, parecía más común esa continuidad entre la conciencia social y la canción de amor”.

Ah, porque “Te quiero tanto que no sé” también es un musical, donde en cualquier momento un playero de estación de servicio puede romper en canto y entonar un himno de la canción de protesta de los setenta.

“Puse todo dentro de una olla, y traté de ver qué historia podía ir con esos elementos, sazonándola con anécdotas propias, que es la base de la película”, revela García Candela sobre su noche infinita.

En definitiva, su película juega al desmarque: al desmarque de las formas clásicas de narrar, en contra del desarrollo de los personajes, apostando a armar y desarmar géneros y, con ellos, expectativas.

“Cuando los cineastas más jóvenes hacemos una película, para buscar fondos hay que explicar la película: voy a hacer esto, porque significa tal cosa y va a generar en la audiencia tal reacción… Lo que pasa es que terminamos viendo películas que ya tienen medido todo, está muy pensado”, opina García Candela, que “tuve que hacer todo eso, pero lo disfracé, porque, por ejemplo, las canciones son un experimento. Quería no saber qué iba a pasar: yo no tengo claro cuál es la relación exacta de las canciones con lo que la película narra, enturbian la narración, vuelven todo más raro, pero no funcionan narrativamente, no son un coro griego que explica la película”.

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