Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Turismo |EN LA COSTA OESTE DE ÁFRICA

Vivir la experiencia de un ritual vudú en una colonia de Togo

Kokou es el todopoderoso Dios de la Guerra de los Ewé, que junto con los Kabiyé constituyen las principales tribus de la zona

Vivir la experiencia de un ritual vudú en una colonia de Togo

Viviendas en Kara, territorio del grupo étnico kabiyé / G.Derouiche / dpa-tmn

LOMÉ

25 de Noviembre de 2018 | 07:22
Edición impresa

“Un día hermoso. Hoy, temprano por la mañana, asistí a misa”, dice Cosme. Sus ojos brillan. Evidentemente, la misa le hizo bien. Una mañana de domingo soleada en Lomé, la capital de Togo, una antigua colonia alemana en la costa oeste de África. Al igual que todas las semanas, los fieles acuden en masa a la catedral del Sagrado Corazón. Sus alegres cánticos resuenan por el templo neogótico.

Kokou es el todopoderoso Dios de la Guerra de los Ewé, que junto con los kabiyé constituyen las principales tribus de Togo. En el día a día, Kokou ayuda a mantener a raya a los envidiosos, los rivales y los espíritus malignos. En Sanguéra, en la periferia de Lomé, una ciudad de dos millones de habitantes, los ancianos invocan al Dios de la Guerra en una ceremonia vudú.

Delante de los fieles, un sacerdote entrado en años vierte desde una calabaza sobre la tierra de color castaño rojizo una bebida que huele fuerte, de aspecto lechoso. Cuando la mezcla de harina de maíz, agua y aguardiente de palma ha sido absorbida por la tierra, los turistas extranjeros nos podemos acercar. Un joven sacerdote ya ha entrado en un trance. Vestido con una falda de paja, se retuerce, da vueltas, corre de aquí para allá y una y otra vez entra en una cabaña sagrada para cargarse de energía espiritual.

Entre tanto, muchos lugareños se han congregado en la plaza ritual bajo las palmeras. Mujeres y hombres vestidos con prendas multicolores se suman a la ceremonia bailando rítmicamente. En medio de ellos, el primer bailarín gira frenéticamente sobre su propio eje, interpretando el papel de emisario del dios iracundo. Una y otra vez se detiene, se araña la piel con una piedra hasta que sangra y se echa a la cara tierra amarilla y roja. Tiene los ojos vidriosos porque está en trance y ha accedido al mundo de Kokou y de sus antepasados. También Cosme, un togolés culto de 60 años que estudió alemán en Lomé, es un seguidor del culto vudú.

Togo fue un protectorado germano en virtud de un acuerdo suscrito en 1884 en Lomé entre el cónsul general alemán Gustav Nachtigal y el rey Mlapa. En la capital togolesa sigue en pie un monumento erigido en recuerdo de ese pacto, aunque los libros de historia modernos hablan del dominio colonial alemán como una época de violencia y represión.

En todo el estrecho país, situado entre Ghana y Benín, todavía se puede apreciar la arquitectura colonial alemana, no siempre bien conservada. Un ejemplo espectacular es la ruina de la estación radiotelegráfica imperial, cerca de la ciudad de Atakpamé, situada 150 kilómetros al norte de Lomé. Antes de que los franceses invadieran Togo en 1914, durante la Primera Guerra Mundial, los alemanes habían dinamitado la instalación. La ruina tiene un aspecto irreal, como si fuese un parque surrealista de esculturas.

La única carretera en Togo comunica Lomé, en el sur, con Kara, en el norte. La región central del país es fértil y verde. Viejos baobabs y troncos de ceibas se alzan al cielo azul como postes totémicos prehistóricos. Campesinos y campesinas trabajan en los campos de cultivo. Mangos y papayas, limones, mandarinas, aguacates, piñas, espinacas y zanahorias: en Togo crecen todas las frutas tropicales y todas las verduras.

Temprano por la mañana llegamos a la región de Kara, territorio del grupo étnico kabiyé. Cosme lleva a los turistas a Kao, el herrero de Kétao, situada unos 400 kilómetros al norte de Lomé. Kao convierte viejas llantas de coche en hakus, palas para la agricultura. Mientras que los jóvenes se ilusionan en los cibercafés con la vida en las grandes metrópolis del mundo, sus madres y hermanas llevan agua y frutas a las pequeñas chozas del pueblo.

De vuelta en Lomé. En la periferia de la ciudad, comerciantes de Benín, la cuna del vudú, montan sus puestos para el mercado de fetiches. Desde muy lejos vienen aquí sacerdotes vudú para buscar objetos de devoción apropiados. Un olor dulzón a putrefacción se esparce por la calurosa plaza polvorienta. En los puestos se apilan calaveras de monos, pájaros cantores muertos, murciélagos, víboras, buitres y leopardos disecados. El turista que visite este mercado mejor que se olvide de sus ideas de protección de animales y especies.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE a esta promo especial

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Full Promocional mensual

$670/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $6280

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme

Básico Promocional mensual

$515/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $4065

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme
Ver todos los planes Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional mensual
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$515.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $4065.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla