Barajar y dar de nuevo, la obligación de la Selección para no hacer otro papelón

Argentina no es candidata, había vaticinado Lionel Messi antes del inicio de la Copa América. Esta vez parece que no fue un mensaje para sacarse la presión de encima: el fatídico debut ante Colombia lo confirmó.

La Selección, que no perdía en su primer partido del certamen continental desde hacía 40 años, sufrió los goles y una lección colectiva de fútbol. En este punto, el veterano portugués Carlos Queiroz -desde febrero técnico de Colombia- dejó en evidencia al novato Lionel Scaloni, con un par de meses más en el cargo, el primero de su carrera como entrenador.

Es cierto que Argentina transita una etapa de renovación, con varios jugadores que debutaron oficialmente el sábado en el estadio Arena Fonte Nova. Pero la Selección recayó en los mismos vicios que forzaron la salida de la mayoría de los históricos: desorden táctico, apatía y falta de voz de mando.

Amontonar buenos jugadores y librarse a la suerte de lo que cada uno pueda hacer conduce al fracaso incluso a nivel sudamericano, donde las limitaciones técnicas se suplantan con rigor táctico. No fue el caso de Colombia, claro, que además de contar con futbolistas de jerarquía fue inteligente para neutralizar a Messi (con Wilmar Barrios como gran responsable) y sacar provecho de la descoordinación entre laterales y volantes argentinos para cubrir los espacios.

“Los jugadores saben muy bien que esto es largo y que quedan dos partidos por delante. Lo más importante es quedarse con lo bueno y corregir los errores que tuvimos”, afirmó Scaloni con escasa autocrítica.

No convenció tampoco su explicación sobre el cambio de Sergio Agüero por Matías Suárez, otro delantero, con el equipo abajo en el marcador. El Kun, que llegó al certamen con el respaldo de una magnífica temporada en el Manchester City, tuvo apenas un remate de gol durante el partido. Pero su baja calificación no puede escindirse del mayor defecto que tiene la Selección: la falta de juego en su mediocampo, de la que también es víctima Messi.

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Este es un problema de larga data, que no puede achacársele a Giovani Lo Celso, Guido Rodríguez o Leandro Paredes. No dieron garantías en la recuperación, pero tampoco ofrecieron pases entre líneas ni apariciones por sorpresa en área rival.

“Acá perdimos todos, somos un equipo”, aseveró Scaloni. Pero está claro que los mayores tendrán, al menos una vez, que hacerse responsables.

En los primeros minutos del complemento, Argentina mostró su mejor versión a partir del ingreso de Rodrigo De Paul por Ángel Di María, que pasó desapercibido en la primera parte. El volante de Udinese aportó desparpajo y tuvo algunas buenas conexiones con Messi. Pero muy poco.

Los jugadores otra vez no estuvieron a la altura, Lionel Scaloni dejó en claro que todavía no da en la talla (algo que curiosamente les sucedió a Bauza, Martino y Sampaoli) y la cúpula de AFA está más preocupada por las fotos que por los proyectos serios.

Messi, que pareciera está tomándose con más calma los golpes con Argentina, dejó un mensaje esperanzador: “Tenemos muchísimas chances todavía. Ahora levantamos la cabeza y seguimos adelante”. Se verá si otra vez si el fútbol le da la razón.