El robo de identidad es cada vez más común y enfrenta un vacío legal

La reciente aparición de una cuenta de Twitter falsa atribuida al senador Miguel Pichetto y una investigación judicial que permitió dar con el creador del perfil trucho, pero lo sobreseyó ante al ausencia de leyes para condenarlo, devolvió al centro de la escena a un problema que los especialistas en informática califican como creciente: el robo de identidad, considerado una de las conductas perniciosas más comunes actualmente en Internet, pero que en la Argentina no está tipificado a pesar de la existencia de ocho proyectos legislativos que buscan sancionarlo.

Mientras el caso del perfil trucho de Pichetto derivó en una investigación que terminó en una exhortación de la Justicia al Congreso Nacional para que “retome los proyectos legislativos” que castigan el robo de cuentas o la creación de perfiles “truchos” en las redes sociales, los especialistas en seguridad informática sostienen que el robo de identidad es hoy uno de los problemas más candentes de Internet, que es creciente y que enfrenta un vacío legal en el país, ante la ausencia de una ley que lo tipifique y lo condene.

Según explicó a este diario Raúl Martínez Fazzalari, abogado especialista en seguridad informática, se trata de un problema que no sólo alcanza a los políticos y a los famosos (basta tipear los nombres de algunos de ellos en algunas redes sociales para encontrar una multitud de perfiles) sino que también afecta cada vez a más gente común.

“Es uno de los temas delictivos que más preocupa en la red y que no está teniendo tratamiento a nivel federal en la Argentina”, dice el experto, y agrega: “en los últimos años se ha avanzado mucho en otros temas, como el combate de la pedofilia, pero el robo de identidad todavía enfrenta un vacío legal a nivel país. En la Ciudad de Buenos Aires está tipificado, pero es una excepción”.

Según se indica, y si bien en los últimos años se ha multiplicado el número de perfiles “truchos” de famosos, la mayor cantidad de casos afectan a gente anónima y muchos se relacionan con cuestiones económicas.

“El robo de identidad para comprar por Internet es uno de los delitos más comunes. La mayoría de ellos se pueden encuadrar como estafas. Pero hay otros casos -en los que se crean cuentas falsas en algunas plataformas utilizando datos de otras personas o se crean cuentas igualmente apócrifas en redes sociales- que no se pueden encuadrar en ese delito y sin embargo pueden ser igualmente problemáticos”, dice Martínez Fazzalari.

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¿Cuál es el motor de este tipo de conducta cuando no existe una finalidad económica? Martínez Fazzalari indica que pueden ser varios. Desde engañar con propósitos delictivos (la pedofilia sería el caso típico, creando un perfil falso para engañar a un menor), pero también utilizar un perfil de una persona que en realidad existe para engañar o ganar la confianza de otra. E incluso, la mera diversión.

“Pongamos por caso una persona que crea un perfil falso de otra por pura diversión y a través de él vierte opiniones diferentes a las del supuesto dueño del perfil: dice que es de River cuando todo el mundo sabe que es de Boca, se comunica con su jefe y lo insulta o comete otras acciones de este tipo: hoy no hay una figura legal que contemple esa situación a nivel federal en la Argentina”, dice Martínez Fazzalari.

Con relación a las medidas que toman las propias redes sociales para garantizar la autenticidad de las cuentas, el especialistas dice que son pocas y en algunos casos, de dudosa efectividad: “Twitter tiene un sistema de validación de cuentas oficiales por medio de tildes. Otras redes afirman que toman recaudos para evitar este tipo de perfiles falsos, pero si uno busca nombres de famosos, encuentra numerosos perfiles, lo que pone en cuestión la eficacia de la medida”.