Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Séptimo Día |CUATRO CIUDADES EN EL MUNDO CON MÚSICA PROPIA

Del silencio a la memoria del cantor

La partida del folclorista Juan Carlos Saravia reiteró la de tantos otros cantantes venerados por la población. Desde Gardel a Gilda, los casos de artistas convertidos en ídolos. Testimonios de dos escritores y un cantor platenses

Del silencio a la memoria del cantor

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

26 de Enero de 2020 | 05:18
Edición impresa

La reciente muerte del emblemático folclorista Juan Carlos Saravia volvió a dejar a gran parte de la población –como ocurre con todos los ídolos artísticos- con un sentimiento de orfandad artística que, muy pronto, transmuta en veneración permanente. Pasó con Saravia lo mismo que ocurrió con tantos otros que, en el país y el mundo, fueron capaces de resumir en sus voces el amor, la alegría, el dolor y la pasión de sus pueblos.

Los entendidos consideran y dicen que para cantar bien y en público hay tres requisitos indispensables: la afinación, seguir el ritmo y tener energía para cantar. Pero, añaden que de allí a ser un ídolo popular existe un campo de distancia y lo que falta para llegar a la cima no es sólo trabajo, perseverancia, prácticas y estudios lacerantes, sino, también, disponer de una suerte de poder carismático que sólo acompaña a unos pocos.

El escritor costumbrista platense Carlos Risso dijo en las últimas horas que “Juan Carlos Saravia, supo de algún modo, capatacear el decir de “Los Chalchaleros”, desde aquel comienzo adolescente cuando apenas tenía 18 años, y como jugando comenzaron a transitar un camino que sus jóvenes integrantes ni siquiera idea tenían, de adónde los llevaría”.

“No eran comunes por entonces en las carteleras porteñas, agrupaciones con ese estilo y ataviadas de gaucho; casi que predominaban los dúos, podría decirse. Y vaya casualidad, “Los Chalchaleros” si bien conformados por tres guitarras, un bombo y cuatro voces, éstas -las voces- no trabajaban con arreglos corales, sino que eran, sencillamente, solo dos dúos, bien ensamblados: dos primeras y dos segundas”.

Los ídolos se emparentan, según Risso, que es vicepresidente de la Academia del Folklore bonaerense y titular de la Asociación de Escritores Tradicionalistas: “Así como Gardel era un dotado, su voz -con aquella particularidad de pronunciar las “n” con un leve sonido de “r”, dicen que como resabio de ejercicios vocales- popularmente amada y admirada, siempre recreó cantores proclives a imitarlo en el canto o el fraseo. Inconfundible y amada también la voz portentosa de “la Negra” Sosa, o la particularísima del “Pampa” Larralde. Voz que provocaba aplausos, la de Fabini, el afiatado bajo del “Trío San Javier”.

En ese raconto apretado, Risso sostuvo que “no podemos olvidarnos de Alberto Merlo ni, desde luego, de Juan Carlos Saravia, porque sin tener un sonido especial, ni un caudal más allá de lo común, ni coloraturas con brillos, tuvieron “ese no sé qué...” que los volvió intérpretes portadores de voces populares”.

Figuras nutridas la mayoría de ellas en los estratos pobres de la sociedad, como lo fueron Gardel, Mercedes Sosa, Edith Piaf, Rodrigo, Yupanqui, Leonard Cohen, Nana Mouskouri, Goyeneche, Gilda, Rivero, entre muchos otros que en el país y el mundo pudieron, acaso misteriosamente, representar en sus cantos la pasión popular.

Junto con Saravia y Sosa, en los últimos años del arte argentino se registró el caso de Gilda. La cantante trágicamente desparecida dejó tras suyo una suerte marea idolátrica. Su misión original como artista se vio desbordada por otras cualidades. Así lo dejó ver la escritora platense Julieta Novelli, que convirtió a Gilda en personaje central de su última novela “Mi vida con ella”.

“Creo que Gilda se volvió popular porque, además de ser una mujer talentosa, luchadora y valiente, tenía un ángel especial. Se impuso al machismo de la época y brilló en un género como la cumbia, que es popular desde el vamos. Pero lo más fuerte de Gilda no fue ser una buena cantante de cumbia: Gilda era –y sigue siendo- esperanza, alegría, pasión para muchos hasta el punto de ser considerada una santa, una santa del pueblo, que lo hizo bailar, reír, llorar, enamorarse y volver a creer. Gilda, su música y su ángel son eso, pura alegría y esperanza”, finalizó diciendo Novelli.

Por su parte, el músico platense Lino Bugallo, con más de seis décadas como intérprete en los coros más renombrados de la Ciudad, afirmó que otra cualidad que permite a los cantantes convertirse en ídolos consiste en haber comprendido, en profundidad, las primordiales “temperaturas” y demandas de la época.

Ejemplificó con Gardel que “no sólo tuvo una enorme calidad musical, sino que también supo llegar al corazón de su pueblo –hecho esencial- y lo logró de manera plena, absoluta. Además fue un artista totalmente profesional, que siempre respetó también al público”, dijo.

CUATRO VOCES, CUATRO CIUDADES

En algunos trabajos y estudios se ha puesto de relieve que existen cuatro ciudades en el mundo que disponen de un folklore propio, que, sin embargo, logró universalizarse. Esa primera coincidencia es la que caracteriza a Buenos Aires, Lisboa, Atenas y París. Las cuatro, además, dispusieron de una voz fidedigna y mitológica, que las representa en plenitud: ellas son las de Carlos Gardel, Amalia Rodríguez, Naná Moskouri y Edith Piaf.

La coincidencia se extiende al hecho de que todos estos cantantes vinieron de abajo. Gardel, hijo de una planchadora, cantó sus primeros años “a la gorra”, ganando las pocas monedas que le otorgaban públicos de los barrios y pueblos más alejados. A medida que ganó terreno, estudió lo que pocos. Entre otros, lo hizo con el maestro Eduardo Bonnessi, profesor durante décadas de cantantes del Colón.

El investigador inglés Simón Collier, en su libro sobre Gardel, cuenta que Bonessi le dijo una vez que la voz del cantor era “de una calidad extraordinaria y un timbre maravilloso”. Tenía, dijo, “un registro de barítono brillante y jamás desafinaba”. Agregó que “era un hombre conocedor de su valer, que no derrochaba su voz, como muchos suponen. Tenía una laringe completamente sana y ésa era una de las razones por las cuales le resultaba fácil pasar de los graves a los agudos y viceversa... Era estudioso y responsable. Sabíase único en el género y cuidaba su voz... Si Gardel hubiera llegado a vivir cien años, hubiera seguido cantando igual”.

En cuanto a Amalia Rodrígues, de origen también modesto, fue la voz más grande de Portugal. Empezó de niña, cantando por monedas en los muelles de Lisboa. Cantaba el fado que –como el tango porteño- tenía mala reputación, puesto que se interpretaba en bares orilleros. Relató amores imposibles, tristezas sin límites y se convirtió en la voz de su pueblo.

Según dijo la estudiosa Gladys Palmera, “el buen fado hace llorar, porque llorar es bueno para superar la tristeza, y las lágrimas son saladas y curativas como el mar”.

A su vez, Atenas le debe su música popular, en buena medida, a Nana Mouskouri, la mujer que más discos vendió en la historia del arte musical popular: se cree que fueron 350 millones de discos.

Había nacido en La Canea, un pueblecito griego muy pobre, en el seno de una familia llena de necesidades. Viajó con el grupo familiar a Atenas y su voz, notablemente dulce, grave y afinada, la convirtió en una celebridad mundial.

Y otra pobre de solemnidad fue Edith Piaf, la bien llamada “gorrión de Paris” que aún cautiva a millones de oyentes en todo el mundo. Desde una infancia de miseria, que la obligó a acompañar a su padre en las giras del circo donde él trabajaba y en el que debutó como niña-cantante, la Piaf se convirtió en el máximo emblema artístico de la Ciudad-Luz.

A tal punto llegó la idolatría que despertaba, que un gran escritor como lo fue Jean Cocteau, murió de tristeza poco después y el diario “Le Parisiene Libére” tituló ese día: “La muerte de Edith Piaf asesinó a Jean Cocteau”.

Cocteau analizó durante mucho tiempo ese sentimiento que despertaba Piaf, una mujer que apenas medía un metro con cincuenta, no agraciada físicamente y que enamoraba a todo el que la conocía. Lo estudió hasta el día del final de la artista y allí escribió: “Este es el barco que completa el tránsito....Este es mi último día sobre esta tierra. No he conocido nunca a un ser más eficiente en su alma. No la desgastaba, más bien la entregaba, lanzaba oro a través de las ventanas”. La Piaf lanzaba oro a través de las ventanas...buen intento para desentrañar la alquimia de los ídolos.

SARAVIA

Ahora se fue Juan Carlos Saravia, el ídolo campechano, el capataz de los Chalchaleros como dijo Risso. El hijo del cantor, Facundo, en la madrugada siguiente a la partida dijo lo siguiente acerca de su padre: “Un hombre sencillamente maravilloso, que nunca se animó a ser un gran artista, para no olvidarse de seguir siendo gente”.

Eso es lo que transmitió este hombre durante más de setenta años de actuación. El Chango Spasiuk lo definió también: “fue un hombre inmensamente generoso, bueno y transparente, más allá de su camino como artista y cantor”.

Casi que no necesitó seguir dejando de pronunciar la última sílaba de los poemas y recitar los cadenciosos adentro. Ya se había tomado la decisión de eternizarlo. Hombres y mujeres de toda edad lo habían convertido hace tiempo en ídolo, por ser gente.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

Multimedia

El chalchalero Juan Carlos Saravia / Web

Gilda

Gardel

Edith Piaf

Nana Mouskouri

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2250

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3450

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2250.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla