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Soy Rada: “Me gusta que la gente tenga otras cosas para ver de mí”

Artista multifacético e inquieto, la pandemia, más que frenarlo, parece haberlo potenciado: lanzó la tercera temporada de su show en Flow, tiene una sección de carpintería, se muestra en Twitch y, además, toca con su banda en autocines

Soy Rada: “Me gusta que la gente tenga otras cosas para ver de mí”

Rada prefiere las redes a la televisión porque “prefiero ser cabeza de ratón” / Facu Suárez

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

26 de Octubre de 2020 | 03:42
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Mago. Comediante. Músico. Conductor. Entrevistador. Streamer. Carpintero. Hombre de varios nombres: Agustín “Soy Rada” Aristarán es la definición de inclasificable, un artista que disfruta corriéndose, desmarcándose de los lugares en que a veces lo quieren encasillar. Y alguien “muy manija”, capaz de obsesionarse de forma profunda en lo que hace bastante rápido.

Quizás eso explique por qué siempre parecen haber novedades en el mundo Rada. Un single, una nueva sección en su canal de YouTube, el desembarco en una plataforma digital. Ni la pandemia lo frenó, y se anotó entre los primeros artistas en brindar shows en autocines; de hecho, hubiera llegado este fin de semana a La Plata, pero el municipio decidió cerrar la República de los Niños, excepto para actividades deportivas, para evitar riesgos viales y una conglomeración de personas que causara más contagios de COVID.

El comediante y músico, de todos modos, debutó en el autocine de Canning hace una semana, y pasó por Escobar el sábado. “Es muy raro volver, estar con los pibes de la banda, con el equipo: es hermoso volver a tocar y a hacer esta gira de autocines”, comenta al respecto Rada, en diálogo con EL DIA. “Es algo muy vintage, y ahora están en todos lados, porque por la necesidad del público de ver algo se van a ver algo adentro del auto, está buenísimo”, se ríe.

Al autocine no llega con su show más teatral y humorístico, sino junto a su banda, The Colibriquis, un proyecto que le permitió plasmar una pasión que aparece desde siempre en sus espectáculos, la música, aunque había estado supeditada hasta hace un par de años al humor.

“Vengo de la música, fue lo primero que hice en mi vida artística”, cuenta al respecto el oriundo de Bahía Blanca, con un pasado por las salas de nuestra ciudad. Pero primero se subió al escenario como mago. Luego, ganó la comedia. Sin embargo, hace un par de temporadas pensó en armar un proyecto musical para aprovechar el momento, el público que lo seguía. “Empecé con la idea de hacer unos temas”, y el resultado fueron dos discos, varios singles y “una cantidad de toques en vivo infernales” en apenas dos años, desde 2018, junto a una banda con la que recorren desde el reggae distintos géneros, del rock al funk y el hip hop.

“Soy muy manija, por eso hay dos discos en tres años”, se ríe Rada, “agradecido” con la gente que se ha sumado a su propuesta musical, mucho más “con la gente que me conoce como músico y no como comediante: me pasan cosas con eso”.

HUMOR Y DOLOR

Rada siempre escribió canciones, pero su lanzamiento con su banda implicó correrse de forma más marcada del lugar de la comedia. “Lo hice por deseo, y por no poder frenar ese deseo. Me dan muchas ganas de contar otras cosas, sufrimientos o alegrías contadas con la poética de otra canción. También me gusta que la gente tenga otras cosas para ver de mí”, explica.

De todos modos, claro, el humor sigue presente en la música, sobre todo en sus primeros temas. “El primer disco tiene más comedia que el resto, ahora la música viene tomando otros caminos. Porque la música permite decir otras cosas: el comediante sigue estando, yo voy a seguir siendo comediante siempre, no es que esto vino a reemplazar algo... Pero la música es otro lenguaje: al poder hablar desde otro lugar, puedo tocar otras fibras. La música viaja a otros lugares”, explica.

Rada contó recientemente que atravesó en estos años de explosión y fama un proceso de crisis personal muy profundo, con ataques de pánico incluidos. De allí, de ese dolor como suele suceder en el arte, accede, nacieron varias de sus canciones: “Algunos dicen que los mejores discos fueron escritos en momentos de crisis, y el segundo disco de la banda está dedicado a la separación que tuve con Fernanda, un momento de una crisis personal muy grande y no solo por la separación: un montón de cosas me habían explotado en la cara y no sabía cómo manejarlas. Y hubo momentos de estar muy encerrado en mi, escribiendo canciones, y salió ese disco”, relata.

Pero agrega que “no se si en la tristeza o en la alegría se escribe mejor. La inspiración viene de donde tenga que venir, no puedo decir que sea de un hecho doloroso o de un hecho hermoso en mi vida. Para mi, se escribe cuando se escribe: algo aparece, uno se agarra de eso que aparece y hace algo”.

La música, de todos modos, es uno más de los rostros de Aristarán: inquieto, parece haber estallado en mil proyectos en los últimos años, reproduciéndose a través de mil pantallas incluso en medio de “esta nueva normalidad que nos estamos fumando todos en pipa”. La pandemia, de hecho, le ha brindado, ahora que el público está cautivo en sus casas, más oportunidades de expansión.

“No quiero estar en la tele, puedo hacer lo mismo en mis canales, y prefiero ser cabeza de ratón”

 

“Los que veníamos trabajando en redes o en stream tenemos un poco más de handicap que el resto, y pudimos explorar el nivel dos o tres de las redes sociales”, comenta entre risas el artista. Entre esas nuevas propuestas, apareció Flow, que compró para su emisión exclusiva durante un par de meses la tercera temporada de “Radahouse”, el ciclo de entrevistas (“no son entrevistas”, disiente; “a mi me gusta mucho charlar, preguntar. Y un poco es eso, yo invito gente a charlar, como charlo con un amigo”) para YouTube donde Aristarán abre la puerta de su casa a invitados como Natalia Oreiro y Diego Torres, con la complicidad de su familia, su pareja Fernanda Metilli y su hija Bianca. En la tercera temporada, claro, la apertura fue virtual, a causa del COVID: los entrevistados llegaban a través de la pantalla.

La serie es un éxito tanto en Flow como YouTube, con más de un millón y medio de visualizaciones en Flow para la tercera entrega, y, para Rada, además, la chance de llegar a un público “completamente diferente. Es lo más cercano a la tele”.

“Yo no tengo ganas de estar en la tele”, dice, pero “esta tele digital la consume otro público que por ahí no consume YouTube”. En Flow, cuenta además, nadie se metió en el contenido de su programa. “Lo mismo cuando laburo con marcas, me dan libertad para hacer lo que nosotros creemos que es lo mejor”, explica.

Por eso, elige la independencia de las redes a la masividad (menguante) de la tevé, siempre. Rada pasó por la pantalla chica, brevemente, antes de decidir que lo mejor para lo que quería era la autogestión, la producción en redes, sin presiones de productores ni obligaciones de rating. Y, cuenta, esto lo decidió bastante rápido: “El primer día que salí al aire en tele: ese día, que salí en ‘Qué mano está’, fui a hablar con el gerente de programación y le dije que no quería estar ahí. Estuve seis meses y me tuve que ir”, relata.

Es que “la tele necesitaba algo de mí que hacía rato no hacía, que era magia. Yo venía corriéndome de ese lugar hace rato. Y las cosas de entretenimiento de la tele no me gustan, pienso que hay una subestimación del público muy importante”, agrega.

De todos modos, Rada confiesa que le gustaría “hacer un late night en la tele”, aunque rápidamente se corrige. “Lo puedo hacer en mis canales: no son ni cerca de lo masivos que es la tele, pero bueno, son mis canales. Prefiero ser cabeza de ratón”.

EN LAS REDES

Allí, en las redes, es amo y señor, al punto de que, por ejemplo, se dio el lujo de abrir una sección dedicada a la carpintería en su canal porque “me gusta mucho cortar maderas. Un día mostré cómo lo hacía, a la gente le gustó mucho, y terminó siendo una sección de mi canal de YouTube con mucho éxito”. Impensado en un programa de tevé.

Además, Aristarán descubrió en esta pandemia el Twitch, y quedó “flashado”. Allí, además de prender la cámara y sentarse a componer, tiene un programa el martes con su hermano y amigos, y otro el jueves, más un ciclo de charlas, algo parecido a “Radahouse”.

Justamente su hermano, cuenta, fue una influencia fuerte en el mundo del arte y quien “me puso mi primer nombre”, el nombre artístico que ya no usa tras una disputa legal, aunque, aclara, “hacía rato que me quería sacar el nombre: era el nombre del mago, yo hice una carrera importante de mago, pero siento que ya despedí al mago”. Hombre del desmarque constante, Rada dice que no tuvo ninguna duda a la hora de cambiarse el nombre, “cero. Es un nombre, un apodo. Florencia de la Vega se llamaba Florencia de la Vega, Axel Fernando un día se sacó el Fernando, y nadie se acuerda. Es un nombre, el laburo que hay atrás es mucho más que un nombre”.

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