La Plaza Malvinas es un boliche a cielo abierto y el barrio no puede “pegar un ojo”

“Baúles abiertos para que la música suene bien fuerte -y entre, literalmente, a cada salón de cada vivienda de la zona-, alcohol, chicos y “hasta chicas” que orinan en las veredas, sexo en la vía pública, picadas entre autos y motos, explosiones por el corte de corriente de las motocicletas que, además, circulan y corren sobre la plaza. Es un descontrol absoluto”.

El párrafo anterior sintetiza el desmadre que padecieron en la noche del sábado los vecinos de la Plaza Malvinas. Pero fue originalmente publicado por este diario el 17 de enero pasado. Lo grave es que, pese a las recurrentes advertencias de los frentistas y al tiempo transcurrido desde entonces, el “vale todo” sigue ganando por goleada en ese barrio.

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“Es algo que nos tiene a los vecinos muy cansados. Porque todos los jueves, viernes, sábado y domingos, principalmente, tenemos que convivir con música a todo volumen, las aceleradas y las explosiones de autos y motos, picadas... es insoportable, no se puede dormir”, lamentó Armando P., quien vive hace años frente a esa plaza soñada por los vecinos que hoy parece haberse convertido en “tierra de nadie”.

Si bien cerca de las 22 hubo un operativo importante para evitar el descontrol, en la madrugada de ayer eran “cientos y cientos” de jóvenes los que coparon el tradicional espacio verde hasta altas horas de la madrugada. No sorprendió a nadie, porque a escasos metros de la Secretaría de Control Urbano, la escena se repite, sin solución de continuidad, casi todas las noches. Pero sí llevó al punto del hartazgo a los vecinos, que salieron a reclamar que, de una vez por todas, el Municipio ponga freno desorden que se apodera del espacio verde delimitado por las calles 19, 20, 50 y 54.

Si bien los desvelos comenzaron hace meses, se agudizaron en las últimas semanas. Los vecinos creen que, sin alternativas para el esparcimiento por las medidas contra el Covid-19, muchos jóvenes tomaron la histórica plaza como “punto de encuentro” para juntarse. Pero estas “fiestas al aire libre” -que suelen arrancar a eso de las 11, están caracterizadas por un combo de prácticas que chocan con el más mínimo acuerdo tácito de convivencia y hace imposible el sueño nocturno de los frentistas.

“Se juntan de a grupos de diez o más personas. Ponen la música a todo lo que da. Muchos suben con las motos y circulan por encima de la plaza. Un montón están alcoholizados. Si uno sale a pedirles de buen modo que bajen el volumen o paren de hacer ruido se termina peleando y es un peligro”, contó otro vecino, que está documentando el reclamo con fotos y videos para elevar un nuevo petitorio a Control Ciudadano.

Antenoche, después de incesantes llamados a esa dependencia, agentes comunales realizaron un operativo en el lugar. Según los vecinos fue a eso de las 3. Al respecto, el Municipio informó que junto a efectivos de la Policía de la Provincia desplegaron un operativo de control vehicular en inmediaciones de 19 y 51. “En el lugar, se secuestraron 20 motos y 10 automóviles por distintas infracciones a la Ley Nacional de Tránsito 24.449, que incluyeron control de alcoholemia”, informaron.

A su vez, durante los operativos de Nocturnidad, también se procedió con la clausura de kioscos “que se encontraban vendiendo bebidas alcohólicas fuera del horario autorizado para su comercialización”, se indicó.

“Pero a las 4.30 cuando los agentes se fueron, volvieron a instalarse y empezaron a tirar bombas de estruendo”, contó Armando.

A los frentistas les preocupa también la suciedad que dejan a su paso cada una de estas reuniones. Por un lado sobre la plaza, que queda tapizada de botellas de vino, cervezas y gaseosa, restos de comida y residuos de todo tipo. Pero también lo que padecen en el frente de las viviendas situadas en los alrededores del espacio verde: “Orinan y defecan en las puertas de las casas”, lamentó otro frentista.

“Anoche (por el sábado) los caños de escape parecían ametralladoras. No dormimos absolutamente nada”, comentó una vecina la zona de 19 y 51.

En el barrio también temen accidentes, porque sobre 20 y 19, los autos circulan a toda velocidad entre las calles 50 y 54.

Lo cierto es que los vecinos no se sienten escuchados. Y cuentan también con el apoyo del centro de ex combatientes Cecim La Plata, que acompaña el reclamo para “preservar lo que es un emblema en el recuerdo de lo ocurrido en 1982 en las Islas Malvinas. Pero los meses pasan y las noches son cada vez más insufribles ante el reinado caos.