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Policiales |AUMENTAN LAS ESTAFAS TELEFÓNICAS EN LA CUARENTENA

El CBU y los ahorros, botín en otra ola de “cuentos del tío”

Premios por llevar al día los pagos de servicios, reconocimientos de la ANSES y para cobrar el IFE, entre las mentiras. Sospechan de llamados desde las cárceles

Hipólito Sanzone

Hipólito Sanzone
hsanzone@eldia.com

17 de Abril de 2020 | 02:43
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Lo dejó que hablara un rato, un rato largo. Lo dejó ir y venir sobre el tema, darle vueltas siempre a lo mismo. Hasta jugó al actor dejándose percibir entusiasmado cuando el otro le dijo que “realmente es un placer para Intercomunication Corporation of American SA decirle que usted ha sido beneficiado con este premio que le será acreditado vía cajero automático”.

Lo dejó hablar. Lo dejó que engordara para comérselo al final con una frase filosa: “Disculpame que te interrumpa. ¿Vos crees que puede haber gente tan estúpida como para ir a un cajero automático y hacer lo que vos me estás pidiendo?”. Del otro lado, silencio. Y al toque la misma voz, ya no tan amable: “¿Y vos sabés la cantidad de giles como vos que hay, hijo de puta?”.

El relato es uno más de los tantos intentos de estafa telefónica que se comenten habitualmente pero que en cuarentena parecen haberse multiplicado.

En las últimas horas varios casos se han reportado en La Plata y sus ciudades vecinas y aunque no hay todavía una posición oficial al respecto, algunas fuentes aseguran que la mayoría de esos intentos de estafa provienen de las cárceles, donde ahora muchos reclusos pueden usar teléfonos celulares.

Los intentos de engaño tienen diferentes formatos. Está el cuento del premio por estar al día con la facturación, dato que vaya a saber de dónde obtienen. Hay otro “beneficio” en modo lotería donde el que llama asegura que “su línea ha sido favorecida” con un premio de cien mil pesos. Y últimamente esta clase de pescadores tiran la caña entre potenciales beneficiarios de la IFE, los $10.000 de Asignación Familiar de Emergencia.

Pese a la diversidad de formas los intentos tienen la misma matriz: lograr que el “beneficiario” vaya a un cajero automático y ponga su tarjeta de débito, ingrese el código PIN y otro que le indican para “poder cobrar”.

En realidad están haciendo una transferencia, es decir, en lugar de recibir, dan.

Según fuentes policiales consultadas una buena parte de los llamados provienen de teléfonos celulares en poder de detenidos en cárceles bonaerenses.

Algunos son aparatos registrados en el marco del programa para que los presos puedan acceder a ese beneficio pero, se asegura, con los chips cambiados. Se usa y se tiran, no es necesario llamar por “número privado”.

En la Policía creen que hay presos que usan celulares habilitados por la cuarentena

 

La unidad penal de Dolores es uno de los puntos de salida de una buena parte de estos intentos pero hay de otros puntos de la Provincia, del país y hasta del extranjero.

Ante la difusión de estos casos y la posibilidad de que cada vez más gente esté avivada, los estafadores han ido mutando sus intentos.

En algunos casos cortan y quedan en volver a llamar para tranquilizar a la víctima, para darle certezas hasta que entregue sus números de CBU.

En algún caso han llamado al estafado para decirle que “se hizo con éxito el depósito pero por unas horas usted no va a poder verlo porque el sistema está un poco lento”. Héctor Muzzio es abogado, licenciado en seguridad, profesor universitario y un experto en seguridad bancaria, entre otros temas vinculados y no duda en afirmar que el tiempo en que vivimos es para este tipo de delincuentes “una fase de buena pesca”, dice.

“Así como los camiones tienen en la tara su carga máxima, este tipo de delincuentes también la tiene. Se trata de llevarlos a ese extremo, sacarlos de eje. Y hay muchas formas pero las mejores son pedirles datos, precisiones, sacarlos de esa rutina que se han hecho para estafar”, señala. “El delincuente busca sacar provecho del medio en que vive, aprovechar lo que está pasando y es ahí donde abre un abanico de modalidades que generalmente le apuntan al adulto mayor, a la persona que no está muy entrenada en el manejo de tarjetas, claves bancarias y números de CBU”, señala Muzzio.

En las últimas horas un vecino platense recibió un llamado en el que le notificaban una “buena noticia” de parte de la ANSES. El acento del que llamó le resultó extraño. Lo dejó hablar y cuando lo puso en evidencia el otro le confesó que era colombiano. Los que conocen del tema dicen que para espantar a estos vampiros hay una forma de ajo sencilla. Hay que retrucar con energía a la pregunta: ¿Con quién tengo el gusto de hablar?. Ahí hay que usar la bala de plata: “Y...si no lo sabe usted que es el que llama”.

A partir de ahí, el otro sabrá que eligió una presa difícil y lo más probable es que corte la comunicación para no malgastar crédito. Total, están convencidos de que giles es lo que sobra.

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