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Nuevas vidas: en un nuevo mundo

Cómo pasaron sus últimos meses de embarazo las recientes mamás en un contexto de súper precaución y aislamiento social

Nuevas vidas: en un nuevo mundo

Carina y el mimado Ciro

María Laura López Silva

María Laura López Silva
llopezsilva@eldia.com

7 de Junio de 2020 | 07:57
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Marzo había encontrado a estas mujeres, y a muchas otras, transitando sus últimos meses de embarazo: controles prenatales, armado de habitaciones, cunas y bolsos. Algunas familias hasta tenían organizados los babyshowers y la llegada intempestiva del coronavirus dejó todo patas para arriba.

El mundo paró pero los embarazos continuaron su rumbo a pesar de la incertidumbre.

“Al principio de la cuarentena nadie quería salir a la calle y las pacientes no se venían a controlarse por miedo. Fueron como 15 días que cuando empezamos a recibir parturientas, captamos algunas cosas que se podían haber prevenido viendo al obstetra en esas dos semanas”, explica Mariela Liberati, médica especialista jerarquizada en obstetricia, jefa del área de maternidad del Hospital Italiano. Ahora, a poco más de dos meses de aislamiento, las futuras y recientes mamás ya saben que si se siguen los protocolos de cuidado y prevención, casi todo puede ser muy parecido a como era antes del 20 de marzo.

Ciro cumple un mes hoy. Su mamá, Nadia Alfredo (31) cuenta que el decreto de cuarentena en su s últimas semanas de embarazo le vino bárbaro: “me lo tomé tranquila porque me servía para estar en casa con mi hija Victoria (3) y mi marido, que lo dejaron hacer teletrabajo. Pero no tuve los últimos controles. Como venía bien con todo, mi médica prefirió que no los hiciera. Lo que sí me costó fue el tema con el resto de la familia. En el último mes una se pone más sensible y no tener el afecto de ellos me costó”.

Aunque ya tenía experiencia, a Nadia la incomodó el echo de tener que ir sola a hacerse el último estudio. “Unos 15 días antes de tener al nene me fui a hacer una ecografía y tuve que ir sola porque no te dejan entrar con nadie. Fue medio raro en lo personal, pero también ver toda la clínica vacía, poca gente atendiendo y rápido, era extraño. Había muchos controles de higiene, fue chocante”.

El día del parto, el papá de Ciro presenció su nacimiento. Poder estar acompañada en ese momento era una de los deseos de Nadia, que sabía que algunos centros médicos no lo estaban permitiendo por los nuevos protocolos. “Había consultado ese tema, porque sino iba a presentar una nota, no quería estar sola. Si era cesárea él también iba a estar ahí”.

“No supe si se podía hacer visitas o no, porque preferí que no fuera nadie ya que somos una familia muy grande y se iba a desmadrar todo. Cuando nació la nena mi casa era un desfile de gente y había sido lo mismo en la clínica, que fue bastante molesto. Ahora estamos nosotros solos todo el día, no tenemos contacto con nadie, hacemos videollamadas para que vean al nene. Ahora que mi marido volvió a trabajar estoy todo el día sola con los dos nenes y extraño el acompañamiento de la familia en lo cotidiano. El nene cumplió un mes y no conoce a sus tíos y abuelos, es muy loco. Casi todos me dijeron que tienen regalitos pero no pudieron dármelos. Nació re grandote y hasta la ropa que le llevé a la clínica le quedó chica”.

UN MUNDO DE SENSACIONES

Para Carina Rodríguez (41), que tuvo a Álvaro hace dos meses, la cuarentena le movió toda estantería. “Hubo muchas cosas que no pude hacer con normalidad: tuve que suspender la obra en mi casa para la llegada del bebé. Se cancelaron los controles y el curso de preparto. Yo quería tener parto natural pero mi obstetra me dijo que con la pandemia no me iba a poder atender porque trabajaba en el sistema de salud público, así que cuando llegué al sanatorio sin dilatación y con operaciones anteriores, me mandaron a cesárea para simplificar el parto. No pude consultar nada porque mi obstetra nunca me atendió el teléfono. Ahí sentí abandono”, relata esta comunicadora social que no pudo estar acompañada en la intervención.

“Una semana antes del parto, en la última semana de marzo, me habían dicho que él sí podía entrar, pero el día que llegué al sanatorio no lo dejaron. Estuve discutiendo varios minutos y me dijeron que era una egoísta porque no pensaba en la situación especial que se estaba viviendo. Fue súper angustiante. Estuvimos tres días en el sanatorio porque no se me desinflaba el área de la cicatriz. Nos daba miedo quedarnos mucho ahí y no teníamos mucha ropa para el bebé porque me habían dicho que no le comprara porque todo el mundo te regalaba. Y con todo lo del aislamiento me llegaron muy pocos regalos porque no había dónde comprar. Un par de amigas me vinieron a dejar ropa de sus bebés en la puerta de casa”, describe esta mamá primeriza.

Carina dice que ahora es todo felicidad, pero “en ese momento lo viví con mucha incertidumbre. Por ahí ahora, las que están por parir ya saben cómo se están manejando las cosas y es distinto. Y a eso se sumó el tema de la familia. Mi mamá lo esperaba con mucha ilusión y sólo lo conoce por fotos y videos, como el resto de nuestros seres queridos”.

Johana Tamburri (25) es otra debutante de la maternidad. Salvador nació el 25 de abril y para ella lo más difícil fue “hacer la ultima ecografía. Me costó un montón porque no conseguía que me atendieran en ningún lado. Ahora me cuesta controlarme a mi y al nene. No pude hacerle el control del mes, porque prefieren no atenderte y que te quedes en tu casa. En el parto fue todo bien, pero los días que me tuve que quedar en el hospital escuchaba que había posible casos y me quería ir”.

Como en los otros testimonios, el tema de no poder ver a la familia pesa bastante. “Es feo que no lo conozcan personalmente, lo vieron por videos y fotos”, resalta Johana que se estresa cada vez que su pareja viene de hacer los mandados y hay que aplicar todo el protocolo de desinfección: “es todo junto: lo nuevo de la maternidad y lo del coronavirus”.

LA ABUELA QUE ESPERA Y DESESPERA

“Mi vieja está como loca, me dijo que si para agosto no se levanta el aislamiento le va a pedir un permiso al intendente de Bolívar para venir a verme, porque encima es el primer nieto. Es un bajón porque nadie me vio con panza, siempre es todo por foto o videollamada, pero bueno, hay que cuidarse. No creo que en la clínica dejen entrar a nadie cuando nazca el bebé”, cuenta Josefina Peralta (33) que cuando estaba de 3 meses cuando se fue con su pareja de viaje a Europa. La pandemia los agarró allá y además de cambiar el itinerario, tuvieron que regresar antes. Desde que volvieron se acuarentenaron y es por eso que la familia no tiene registro de su vientre de seis meses.

“Cumplió un mes y no conoce a sus tíos y abuelos, es muy loco. Sólo lo vieron por fotos y videos”

 

“Yo sigo trabajando mediante homeoffice y estamos preparando todo para el bebé, para eso me vino bárbaro la cuarentena porque le armamos la habitación y voy a empezar el bolso de él y el mío. Lo malo es que queremos comprarle todo y sólo podemos hacerlo online”, explica bastante relajada, sabiendo que no le queda mucha opción.

En cuanto a los controles, esta contadora visita al obstetra una vez por mes. Se “guarda” durante 15 días y recién ahí se hace el estudio que le hayan indicado. “Lo feo es que voy sola a hacerme todo, me dan un CD o lo veo por la página web porque no puedo ir acompañada. El padre no comparte nada de eso, es una lástima. Lo que sí, me aseguré de que él pueda estar en el parto porque me enteré que en muchos sanatorios no están dejando que haya nadie acompañando a la madre, y se estaría violando una ley”, enfatiza.

Tomando todos los recaudos, Josefina sale de vez en cuando a hacer un mandado “cuando necesito tomar un poco de aire. Pero la gente por ahí te mira mal porque estoy exponiéndome. Así que de estar tanto en casa engordé un poco más de lo recomendado. Ojalá para cuando nazca el bebé haya un poco más de flexibilidad”.

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