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“Sherlock Holmes”: una pelea interminable por los derechos de autor

Como sabuesos, los herederos de Arthur Conan Doyle llevan a la Justicia a los que quieren usar al personaje sin pagar

“Sherlock Holmes”: una pelea interminable por los derechos de autor

“Enola Holmes”, una peli sobre la hermana mayor de Sherlock, se estrenará en Netflix en 2021, y la familia Doyle ya está reclamando

21 de Agosto de 2020 | 04:58
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En Estados Unidos, la ley de derechos de autor dictaba originalmente, entre decenas de excepciones y letra chica, que los autores (o sus herederos) eran dueños de una creación durante 50 años, 75 para una creación corporativa. Pero Disney (junto a los herederos de Sonny Bono y George Gershiwn, entre otros) se dio cuenta hacia fines de los 90 que la protección estaba a punto de expirar para su emblema, el ratón Mickey: pronto, si no se hacía nada, el simpático roedor que es la cabeza del imperio de entretenimiento más grande del mundo iba a pasar a formar parte del dominio público, es decir, iba a quedar libre para que cualquiera lo use y reinterprete.

Entonces, hicieron algo: impulsaron con su poder de lobby (el de su bolsillo, lógico) el “Acta de Extensión de los Términos de los Derechos de Autor”, apodada despectivamente como Ley de Protección de Mickey Mouse. Y así consiguieron extender la protección a 95 años.

Este año se cumplieron 90 años de la muerte de Arthur Conan Doyle: eso quiere decir que, bajo ley estadounidense, casi toda su obra ya forma parte del dominio público, incluido su emblemático Sherlock Holmes, creado en 1887.

Sin embargo, los herederos del autor no están listos para soltar los beneficios que brindan las regalías de un personaje que además ha vuelto al centro de la escena en los últimos años, gracias a exitosas series como “Sherlock” y “Elementary”, sin contar todos los imitadores que pululan por la tevé, personajes como Dr. House o Monk que son, básicamente, reescrituras del detective de 221B Baker Street: la familia de Conan Doyle ha pasado buena parte de la última década batallando, sin gran éxito, contra los que usan el nombre de Holmes sin pagarles el correspondiente permiso, y ahora se enfrentan al gigante Netflix por la producción “Enola Holmes”, película sobre la hermana adolescente de Sherlock que, protagonizada por Millie Bobby Brown, se estrenará este año en la plataforma.

LOS ARGUMENTOS

¿Con qué argumento? La familia del escritor británico se aferra a diez historias, escritas por Conan Doyle cerca del final de su vida, con el detective como protagonista, que todavía no ingresaron al dominio público: arguyen, en una estrategia legal ingeniosa como Sherlock, que en esa decena de cuentos Sherlock evoluciona, deja de ser un personaje frío, hiperracional, distante y habitualmente misántropo, despreciando al resto de la humanidad; para convertirse en un hombre más empático y afectado por emociones.

Estas modificaciones, explica la familia, están íntimamente relacionadas con la experiencia de vida de Conan Doyle: en la Primera Guerra Mundial perdió a su hijo y a su hermano, y tras el conflicto armado retomó al personaje que había abandonado para escribir una serie de historias donde el personaje se volvía vulnerable, más humano (son largamente consideradas como sus peores historias, quizás porque a esta altura el autor odiaba a su criatura). La evolución de Sherlock Holmes hacía un personaje multidimensional, complejo, alejado de la caricatura racionalista, dicen, se da en estas historias todavía protegidas.

Entonces, afirma la familia, Sherlock Holmes, el personaje, es parte del dominio público, pero si quieren mostrar a un Sherlock humano, que entabla amistad con Watson, que respeta a las mujeres y a la humanidad, y que ama a la naturaleza, bueno, tienen que pagar, porque esas características son desarrolladas en las historias todavía protegidas bajo los derechos de autor.

“Su compañero más cercano, Watson, reverenciaba a Holmes, pero para Holmes, Watson era una herramienta, para ser usada y luego guardada. No lo trataba con cariño”, explica la familia por qué cualquier trazo de amistad entre ambos infringe los derechos de autor, según su punto de vista.

VARIAS DEMANDAS

Con esa premisa, la familia de Conan Doyle interpuso demandas varias durante la pasada década, incluyendo una contra la película “Mr. Holmes”, que muestra el retiro del detective, y otra contra una serie de historias nuevas del personaje escritas por Leslie Klinger. Y no ganó, en parte porque las cortes determinaron que las acciones de la familia intentaban conseguir que los demandados paguen antes de liarse eternamente en las cortes. Ese antecedente utiliza ahora Netflix para defender su “Enola Holmes”.

Los herederos, todos con lazos de sangre directos con el autor, afirman lo mismo de siempre: “Enola Holmes”, la serie de novelas de Nancy Springer y, por ende, su adaptación cinematográfica, toma elementos de las historias de Holmes que ya con parte del dominio público, pero también muestran a un Sherlock amoroso con su hermana, humano, modificaciones casi imprescindibles para la pantalla del siglo XXI, pero a la vez elementos del personaje que, argumentan, están protegidos todavía por los derechos de autor.

La familia dice que si quieren mostrar la esencia de Sherlock tienen que pagar

 

El abogado de la familia se justificó, explicando que “toda protección de derechos de autor lleva como precio la prohibición de creaciones derivadas. Hay una tendencia, en una disputa como esta, en concluir que permitir la nueva creación derivada resulta en una ganancia para la creatividad. Pero al hacerlo, se reduce el incentivo de crear trabajos originales”. Desde ya, es la voz de una familia, aunque en sus palabras no deja de asomar algo de razón: habitamos una industria que constantemente está revisitando las propiedades intelectuales del pasado. Disney, responsable de extender la ley a 95 años, por ejemplo, edificó su imperio sobre una serie de películas animadas que adaptaban clásicos literarios que son parte del dominio público. Y lo sigue haciendo. Pero esa curiosa contradicción deja también en evidencia otro argumento, éste en contra de la protección excesiva de los derechos de autor: esas cintas animadas, obras maestras del cine, bebieron del dominio público para crear obras completamente originales. No siempre revisitar el pasado implica (como parece desmentir cada saga infinita hoy) una carencia de creatividad e imaginación. De hecho, en realidad, siempre estamos tomando inspiración del pasado.

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