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Economía Dominical |Nuevas restricciones en el mercado cambiario

Cómo impacta el último “cepo” al dólar en la economía real

El lunes debutaron las medidas del Banco Central para limitar la salida de divisas por parte de las empresas. Esto derivó en una fuerte suba del blue que, según advierten los especialistas, de sostenerse podría presionar sobre el resto de los precios

Cómo impacta el último “cepo” al dólar en la economía real
18 de Julio de 2021 | 03:38
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“Mirá cómo habrá sido la euforia argentina por la Copa América que despertó hasta al dólar”. La irónica analogía futbolera cundió entre los analistas del mercado el lunes, cuando a la par que se prolongaban los festejos por la histórica victoria ante Brasil el dólar blue -el termómetro de la estabilidad cambiaria que mira el argentino de a pie- pegaba su mayor salto en el año y terminó vendiéndose a 179 pesos.

Así, la brecha entre el blue y el dólar oficial mayorista se abrió por encima del 84 por ciento. Y aunque en las jornadas siguientes se fue retrayendo lo cierto es que esa suba disparó todas las alarmas: es lo que ocurre cuando la distancia entre una y otra divisa cruza el 75 por ciento y empieza a impactar en la economía real.

Por ejemplo, presionando sobre el aumento generalizado de los precios.

¿La paradoja? El blue amaneció de su letargo después de que el Gobierno añadiera -a las trabas ya existentes- un nuevo cepo como parte de su estrategia para mantener el “dólar quieto”, y en el país, que no suba frente al peso.

Fue a partir de una decisión que el Banco Central y la Comisión Nacional de Valores cocinaron en la nerviosa víspera de la final de la Copa América para restringir a las empresas el acceso al dólar Contado con Liquidación (CCL), como se conoce a la operación destinada a sacar divisas del país.

Y que, al limitar la dolarización de los grandes grupos económicos, buscó calmar la demanda del billete norteamericano.

Todo bajo la premisa de un “dólar planchado” y una “inflación controlada”. Al menos, hasta que pasen las elecciones, según advierten especialistas para los que los últimos anuncios “son de corto plazo y podrían no ser efectivos”.

Una devaluación, el fantasma latente y tan temido

En el Gobierno, donde defienden que se trata de medidas “focalizadas en las empresas y no en los ahorristas”, reconocen su estrategia para anclar el precio del dólar y que, sumado a la intervención en la compra de divisas por parte del Banco Central y las medidas de control, busca contener la indómita inflación.

No quieren en la Rosada que cartas electorales como un aceptable número de vacunados, impulso de la obra pública y suba de salarios y jubilaciones puedan malograrse con la disparada de los llamados dólares financieros (como el CCL) o el blue. Síntoma de una sociedad que, como en cada ciclo político, renueva sus temores por una eventual devaluación y corre a refugiarse al dólar.

Por caso, un reciente informe de la compañía Portfolio Personal Inversiones (PPI) vinculó la mayor demanda de divisas con la cercanía de las elecciones (y la previsión de que circularán más pesos que dólares).

En el Gobierno admiten que la escasez del billete norteamericano y la creciente brecha entre los distintos tipos de dólar es caldo de cultivo para la dolarización, lo que a su vez retroalimenta la brecha.

Un círculo vicioso que el renovado cerco al mercado cambiario quiso atacar: “Buscan evitar que suba el precio del dólar pero la mala noticia es que ahora tener dólares afuera vale más que ayer. El mercado ya encontrará una forma de hacerlos valer”, reseñó, por caso, el economista Andrés Borenstein.

Pero contra lo que pronostican los analistas, en la Rosada tranquilizan: “Se trabaja para que el dólar esté más o menos calmo. Por más tiempo que el electoral” y que “no habrá bomba devaluatoria después de las elecciones”.

De corto plazo

Otra es la opinión de economistas como Matías Rajnerman, de Ecolatina, quien en declaraciones periodísticas analizó que las restricciones para limitar la salida de divisas “son medidas de muy corto plazo y tienen como horizonte las elecciones. Pueden llegar a relajar algunas tensiones de las últimas semanas, pero al costo de que suba el dólar informal, generar más incertidumbre y volver menos rentables las inversiones productivas en la Argentina”. En un país ideal, sostuvo, “lo esperable sería que, en el mediano plazo, se tomaran medidas para que la gente no quiera dólares. En la Argentina me permito ser pesimista”.

Con el fresco recuerdo del año pasado, cuando los controles cambiarios llevaron el dólar informal a 190 pesos, el analista financiero Christian Buteler anticipó que las nuevas regulaciones “hacen que el dólar sea menos accesible, por lo que el mercado buscará otra forma de escapar del peso” y calificó las medidas como “pésimas, porque nunca dan resultado y por su impacto sobre las expectativas: sigue sin haber dólares y como todo bien que escasea y es demandado subirá su precio”, vaticinó.

En tanto que el economista Fernando Marull habló de medidas “parche” y precautorias de un Banco Central que, en temporada baja de divisas y retraída la cosecha de soja, necesita cuidar sus reservas líquidas e intervenir menos en el mercado cambiario.

Más aún porque se vienen vencimientos de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y porque en lo que va de julio la batalla contra el dólar le ha costado a la entidad bancaria U$S 785 millones, superando las compras de todo el mes anterior, tal como detalló el analista de mercado, Gustavo Quintana.

Con este telón de fondo, Marull propuso una suba en las tasas de interés en pesos (un plan que, al menos hasta después de las elecciones, se descarta porque tendría un efecto recesivo sobre una situación económica ya crítica) y llegar a un acuerdo con el FMI para “relajar” la demanda y controlar la presión sobre los distintos tipos de dólar.

LOS EFECTOS SOBRE LA INFLACIÓN

La falta de acuerdo con el Fondo, la imposibilidad de acceder a los mercados internacionales y cierto rebote de la economía podrían incidir en una mayor demanda de dólares para importaciones o para atesoramiento. ¿El resultado? Más presiones cambiarias que generan expectativas devaluatorias y presiones inflacionarias adicionales, sobre todo si la escalada del blue se sostiene y lleva a los formadores de precios a aumentar con esa cotización como brújula. O si los importadores, ante las dificultades para acceder al dólar oficial, convierten al blue en su moneda de referencia.

En este sentido, el analista Jorge Neyro observó que el superávit comercial de la primera mitad del año le había dado un baño de confianza al Gobierno, pero que al pisar el segundo semestre las expectativas no se cumplieron y debió ajustarse el torniquete.

En consecuencia, “se rompió la estabilidad normativa” y “esto tiene su correlato en un mayor nerviosismo con el blue, que es un mercado chico y muy volátil, por lo que puede tener sobre reacciones y que después se calme”.

De ahí que los economistas no vean en el corto plazo una “corrida cambiaria” como la de octubre del año pasado. Ni con el blue ni con los dólares financieros, pero coinciden en que el mercado está tenso y habrá que ver dónde termina la apetencia por el dólar y si termina impactando o no en el resto de los precios.

Mientras, otra gran incógnita es lo que ocurrirá con el dólar oficial, que hoy corre detrás de la inflación y que el Gobierno se empeña en contener para evitar devaluaciones bruscas del peso.

Este control, estiman los especialistas, podrá mantenerse hasta las elecciones legislativas pero después tendrá que corregirse al igual que las tarifas y otros precios de la economía que hoy funcionan como anclas antiinflacionarias.

Entonces, calculan, habrá que permitir que la moneda argentina se deslice hacia una nueva devaluación en línea con la inflación acumulada: esto sería una depreciación del 3 por ciento mensual y un dólar en torno a los 110 pesos para principios de 2022.

 

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