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Espectáculos |SE RENUEVA LA CARTELERA LOCAL

“Los santos de la mafia”: las mocedades de Tony Soprano

El mítico personaje regresa rejuvenecido a la pantalla: la precuela de la serie de culto “Los Soprano”, que se estrena hoy en los cines, relata sus años adolescentes, rodeado de sus ídolos mafiosos y una Estados Unidos en llamas

30 de Septiembre de 2021 | 03:43
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Mucho antes de “Breaking Bad”, mucho antes de “House of Cards”, mucho antes de esta Era Dorada de la Televisión, apareció en la pantalla de HBO una serie que volvía al mito de la mafia para contar a Estados Unidos: en 1999, “Los Soprano” intentó cifrar en el implacable y adorable Tony Soprano la violencia, forma de conquista en el país de las oportunidades y la meritocracia, algo que ya había sido explorada en otros relatos sobre el crimen organizado estadounidense; pero también se hacían carne en la figura del emblemático personaje encarnado por un icónico James Gandolfini la crisis de la masculinidad tradicional, la de Gary Cooper, héroe silencioso y arisco y modelo para los varones estadounidenses del siglo XX.

La serie de HBO, transmitida entre 1999 y 2007, parece en retrospectiva una obra de “fin de siglo”, de valores fundamentales en crisis: todo lo que había hecho grande a los antepasados de Tony, desde su virilidad y uso de la fuerza hasta los trabajos de construcción bajo dominio del “gremio” italoamericano, bases concretas del imperio americano, derrumbadas, en ruinas. ¿Qué puede hacer un hombre, entonces, más que sucumbir a los ataques de pánico resultantes de ver su mundo desaparecer? Ir al psicólogo.

Esa era la premisa de la serie que se convirtió en un éxito de audiencia y en una de las primeras series televisivas con un humor negro, personajes cuestionables y complejos y un tratamiento estético alejado del estilo económico y normalizado de la televisión. Lo curioso es que, 21 años después del inicio del siglo XXI, 14 años tras el final de la serie y 8 años después de la muerte de Gandolfini, esas crisis siguen en carne viva en el entramado del mundo estadounidense y occidental. Quizás por eso David Chase, creador de la serie, haya decidido regresar al universo del mafioso adorable y letal como un oso en “Los santos de la mafia”, película que se estrena hoy en salas locales: volver al pasado, para explicar el presente.

Y de volver al pasado se trata “Los santos de la mafia”, película sobre la juventud de Tony Soprano que encarna el hijo de James Gandolfini, Michael,que comparte los grandes y expresivos ojos de su padre, así como su constitución física maciza. Pero Tony no es el personaje principal: el protagonista de la historia es el tío de Tony, Dickie Moltisanti, interpretado con verdadero ímpetu por Alessandro Nivola. El jefe de la mafia Moltisanti es el tipo al que admira el joven Tony. Pero está lleno de las mismas fallas que pronto Tony compartirá: es posesivo, se enoja fácilmente, es metódico y a la vez impulsivo, propenso a los amoríos y dispuesto a consumir grandes cantidades de productos de cerdo.

Y la vieja pandilla, ahora compuesta de jóvenes actores nuevos, está aquí: el tío June, Livia Soprano, Paulie Walnuts, Silvio Dante, Pussy Bonpensiero, Janice Soprano, Jackie Aprile, Carmela e incluso Christopher Moltisanti, el hijo de Dickie Moltisanti.

La historia la narra Michael Imperioli, que está de vuelta como el joven Moltisanti y parece estar un poco molesto pues su mentor, Tony Soprano, lo estranguló hasta morir en 2007. Así que cuenta en voz en off desde la tumba.

La historia transcurre en unos pocos años alrededor de Newark, Nueva Jersey, a finales de la década de 1960 y comienzos de los 70. La familia criminal DiMeo -a la que pertenecen los Soprano- trata de mantenerse a flote durante la agitación civil que incluye disturbios mortales de 1967. Leslie Odom Jr. interpreta a Harold McBrayer, un cobrador de bajo nivel que pronto tratará de tener su propia pandilla. Ray Liotta da vida no a uno sino a dos personajes: el padre de Dickie de ojos apagados y también el tío filosófico y encarcelado de Dickie.

Los adultos hablan, y el joven Tony observa. En aquellos hombres va modelando sus pecados del futuro, su forma de pensar su masculinidad, sus crisis de ansiedad, su tendencia a la violencia rápida. El guión de Chase y Lawrence Konner (la película es dirigida por el asiduo de la serie Alan Taylor) utiliza a Tony como espejo: en la precuela de la que muchos llaman “La Gran Novela Americana, pero para televisión”, la película aborda la violencia generacional, el racismo estructural y las tensiones de los 60. Al final del asunto, queda claro: estos italo-estadounidenses que obsesionan al cine son más que mafiosos disparándose entre sí mientras comen platos de gabagool. Son una especie de mapa para entender el siglo XX estadounidense en muchas de sus dimensiones.

 

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