Del acoso y el abuso a la protesta: un llamado de atención desde las escuelas

Caja de resonancia o espacio con camino abonado para la recreación de flagelos sociales, la escuela secundaria sumó a su agenda de trabajo el ítem de la protesta contra formas de violencia que incluyen el acoso sexual y el abuso.

Chicas y chicos de instituciones públicas y privadas le dan forma a un fenómeno con manifestaciones, adentro y en la calle, en las que señalan a otros adolescentes varones y reclaman asistencia del mundo adulto para frenar lo que -según voces coincidentes en el sistema- es una corriente tan dañina como previsible si se miraba un poco hacia atrás, el encierro obligado por el Covid-19.

Hasta hace pocas semanas poco se había visto de reacción contra la violencia sexual, de género, el bullying o ciberbullying en la calle, expresado en la lista de demandas junto a las más tradicionales, como el arreglo de edificios.

“Es importante recalcar cómo los pibes reaccionaron e hicieron una sentada, por ejemplo. La pregunta es por qué debieron hacer una sentada”, analiza Omar Fernández, licenciado en gestión educativa, especializado en Educación Sexual Integral ESI y asesor de la cámara de colegios privados EGE. Con 34 años de trayectoria en la docencia y función directiva e investigación en el mundo educativo, el fenómeno no lo sorprende. Más bien, parecía cantado, según su análisis: “En plena pandemia hicimos un trabajo de campo donde vimos un común denominador en la angustia, la depresión o un entorno familiar violento. Avisamos: `guarda cuando volvamos´”. Así las cosas, Fernández cuenta que “en estos últimos 15 días tuvimos un aluvión de llamados para trabajar el bullying, ciber bullying o acoso.

Catalina Cantore integra la mesa directiva de la Unión de Estudiantes Secundarios como secretaria de Derechos Humanos. En la entidad que nuclea a centros de estudiantes, “tuvimos una reunión hace un par de semanas donde se analizó el problema. Empezó en el Normal 2 y hubo una seguidilla. Creo que está en todas partes”, dice y conjuga el fenómeno con un cambio de época: “Cualquier persona nota que antes se guardaba, no solo por miedo sino porque quizás estaban normalizadas estas situaciones”.

La abogada Fabiana Rogliano intervino en un caso de violencia registrado en el Normal 2 como integrante de un cuerpo profesional especializado que ofrece asistencia desde el Colegio de la Abogacía de La Plata. En su mirada, confluyen diversos vectores. “En la adolescencia sucede el crecimiento de desarrollo más intenso, con un recambio de la estructura de límites internos. “Muchas veces, en la búsqueda de la propia identidad se generan estados de angustia. Con la pérdida de aquellos límites internos, esa angustia puesta en el afuera, se traduce en la negación de la otra opción, siendo en los últimos casos conocidos públicamente, la femenina”, analiza.

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Eso, se traslada a un escenario social alterado, según considera la abogada: “La pandemia y el estado de aislamiento en el que se encontraron involucrados los adolescentes, hizo que el proceso de socialización que se hace en estos años, quedara en un estado precario. Estos estados que se liman en la interacción entre sus pares y las instituciones, pero no la han tenido”.

Chicas que salen a decirlo

En la Región aparece como escena común la denuncia de mujeres adolescentes contra varones. En la protesta están junto a otros varones del mismo colegio. “Es una súper actitud de las chicas salir a decirlo”, dice la estudiante platense y se queja de que “no hay apoyo de las escuelas hacia ellas”. Sobre la participación de los chicos, evalúa que “hay un tema muy complejo sobre eso. Creo que entienden la situación de las pibas y de que lo que pasó está mal. Es positivo que puedan darse cuenta y que no lo hacemos para molestar o llamar la atención”.

El peligro del delito

Rogliano pide “capacitación de docentes en los procesos evolutivos de la adolescencia y el ejercicio del cuidado personal de los padres en este momento social que les toca vivir, a fin de evitar desviaciones de la conducta, que puedan involucrarlos en un tipo penal”.

Ante el cuadro, la Dirección General de Cultura y Educación creó una comisión de Educación Sexual Integral -ESI-, con la participación de docentes, alumnos, directivos y familiares de los estudiantes, para abordar en conjunto la problemática.

Fernández considera que “hay cuestiones para trabajar a nivel jurisdiccional. Volvimos en 2021 y hay cargos de los Equipos de Orientación (atienden el impacto de problemáticas sociales y de salud mental en la escuela) a cubrir. Necesitamos inversión, más profesionales de la psicología, de la psicopedagogía, trabajadoras sociales. También, en los colegios privados se ve la problemática. Hay que ver si tienen equipo de orientación”, advierte.

Ante la situación en la Dirección de Escuelas crearon una comisión especial, multisectorial

No obstante, en el análisis aparece el contexto social. El asesor e investigador considera que “los chicos maman la violencia de la sociedad”, marcada en este nuevo siglo “por la violencia y la fragmentación”, insiste. Dicho todo eso, el sistema tiene sus deberes: “Hay que anticiparnos en la escuela”, sostiene.

En los colegios se ven otros datos: “En el secundario hay una alta tasa de cambio de curso en el quinto año, apunta Fernández y añade que “además, se fragmentaron los grupos. Hay grupitos de tres o cuatro que no interactúan con el resto”.

De ese diagnóstico, desprende la agenda. “Hay que hacer jornadas institucionales, reforzar el consejo de convivencia”, dice y puntualiza sobre este último espacio de participación multisectorial: “Los jóvenes tienen que afrontar el desafío de frenar la violencia”. Según sostiene en base a su experiencia docente los adolescentes ejercen esa función y suelen poner límites entre pares. A la vez, propone “salidas, campeonatos deportivos, desayunos escolares. Es complicado porque fueron dos años, pero corremos el riesgo de llegar tarde”, advierte.

En ese espectro también aparece otro dato: la violencia va acompañada de bajo rendimiento escolar.

Rogliano considera necesario, “el establecimiento de estructuras judiciales especializadas en violencia contra la infancia que se encarguen de las causas penales por delitos cometidos contra niños, niñas y adolescentes”.

Walter Martello, defensor del Pueblo Adjunto de la Provincia y Responsable del Observatorio de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en ese organismo, considera que “la problemática del bullying y la violencia escolar entre adolescentes es un fenómeno global. Se viene incrementando en todo el mundo y la Argentina no es la excepción”. Se señala desde la Defensoría que muchas de las situaciones se volcaron, principalmente, a las redes sociales y con la vuelta a la presencialidad plena trajo un mayor grado de conflictividad. “Situaciones como las que se vienen registrando en La Plata requieren de un accionar articulado y mancomunado entre estudiantes, familias, docentes y autoridades. Todos y cada uno de los actores de la comunidad educativa tienen mucho para aportar y contamos con una herramienta fundamental: los acuerdos de convivencia, ámbitos de encuentro en cada una de las escuelas para canalizar propuestas, inquietudes y encontrar soluciones”, indica.

La problemática de la violencia aparece de forma amplia y excede al género. Está también, según especialistas consultados, en el ciber bullying, como mecanismo de la era de la comunicación electrónica. “Esto es más complicado porque se da por fuera del aula. Si se nota, cuando los conflictos estallan en el aula porque vienen de afuera”, comenta Fernández.

Otro tema grave para el investigador, es el de las autolesiones en la adolescencia: “Es una forma de liberar la ansiedad y llamar la atención de los otros”. En suma, según el asesor “tenemos una gran lucha contra la violencia y una gran lucha de los colectivos. No podemos caer en un tema de género. Los pibes con autismo o asperger están siendo víctimas de bullying”, sostiene.

“Basta de violencia”, el reclamo

Los casos, se repiten. Desde marzo, hubo manifestaciones en varias secundarias públicas y privadas.

El viernes, se sumó la de estudiantes de la Escuela de Enseñanza Media Nº 13, situada en 22 y 49. En horas de la mañana realizaron una manifestación callejera en la que exigieron respuestas por el presunto caso de un alumno de quinto año que “acosa y abusa de sus compañeras con manoseos”.

Un poco más atrás, en la comunidad del “Colegio Cristo Rey” se vieron carteles en los pasillos y las redes. Uno pedía “Basta de Violencia”. Por esos días, en el Normal 2, en medio de la protesta se conoció un caso con pocos antecedentes a la vista: la Justicia impuso una restricción perimetral que impide a un adolescente acercarse a una chica de su mismo colegio.

Chicas y chicos piden ayuda de una forma distinta a lo que escuchan. Por caso, a fines de 2021 se quejaron de que en la escuela “San José Obrero”, alguien con función directiva, según dijeron, objetara el largo de la pollera a una chica que se quejó por el manoseo de un compañero. El caso, derivó en un “pollerazo” dentro del colegio, con apoyo de familiares y de otros varones de la escuela.