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Séptimo Día |Palito, al Colón

“Todo fue un gran sueño”

El autor de “Yo tengo fe” y “La felicidad” se despide el 20 de junio en el máximo coliseo de Buenos Aires. Confesiones en “Autorretrato”, su libro de memorias. De una infancia pobre al estrellato

“Todo fue un gran sueño”

Palito Ortega y su vínculo con Frank Sinatra, que fue clave para que el cantante llegara a la argentina / web

Marcelo Ortale

5 de Junio de 2022 | 04:52
Edición impresa
marhila2003@yahoo.com.ar

“Todo fue un gran sueño” fue una de las recientes expresiones de Palito Ortega (81) en una entrevista que le ofreció a Fernando Vigo, de TN-la Viola.

En realidad, cómo no iba decir eso una persona que en un parpadeo pasó de una infancia humilde y necesitada a estrella de la canción popular durante más de medio siglo. Los flashes de ahora no iluminan aquel pasado de niño lustrabotas en Tucumán, cuando se necesitaban también esas monedas en el hogar de un padre trabajador, que molía cañas en un ingenio azucarero.

¿Cómo se autodefine Palito en estos días? Así le respondió a Vigo: “No creo que haya gente que invente a un artista, sino que te dan la oportunidad de subir a un escenario para que uno muestre lo que tiene para transmitirle a la gente. Soy consciente de que no he tenido un gran caudal de voz, pero siempre escribí mis melodías y cantaba con mi guitarra; cuando me quise dar cuenta, veía que la gente empezaba a cantar, que siempre fue un propósito en mi carrera. Toda mi música la escribí pensando en que la gente tenía que cantar conmigo”.

Claro que la vida de Ortega fue un sueño realizado, que ahora quiso revivir con una gira iniciada en el Luna Park hace poco, seguida en su provincia, en Mendoza, en Chile y que en breve encontrará el último puerto –el máximo escenario imaginable- este 20 de junio a las 9,30 de la noche, en el Teatro Colón. “Palito, al Colón...” le habrá gritado un fan enfervorizado en un recital cualquiera, sin saber que pronunciaba una profecía.

A Palito le fijaron ese último desafío, casi onírico, y cuando el periodista le preguntó qué sentía por su último show en el Colón, respondió: “Le tengo mucho respeto y no deja de ser un símbolo de lo que pudiste alcanzar en tu vida”.

Sobran biógrafos y cronistas que pueden enumerar con autoridad la extensa cadena de éxitos como intérprete y compositor que logró forjar Ortega, en una trayectoria que admitió triunfos y quebrantos, matizada por virtudes y defectos que nunca dejaron de formar parte de su vida de asombro. Una vida cuyas instancias alcanzan y sobran para una serie de Netflix, con varias temporadas y capítulos.

No sólo fue artista y compositor de renombre internacional. Como se dijo, antes fue lustrabotas, vendedor de diarios, ayudante todo servicio en múltiples trabajos y después, ya empujado a la política, llegó a más: por el peronismo fue gobernador de Tucumán, senador nacional y candidato a la vicepresidencia de la República en una fórmula que lideró Eduardo Duhalde, que cayó derrotada en 1999 por la de la Alianza, integrada por Fernando de la Rúa y Chacho Alvarez.

Y como a todo hombre público, no le faltaron detractores. En la época de los gobiernos militares se le imputaron acercamientos al poder, aunque en la etapa democrática y en su provincia combatió electoralmente nada menos que contra el general Antonio Domingo Bussi, al que derrotó en las urnas en 1991 por la gobernación de Tucumán. Bussi había sido interventor en esa provincia, contaba con respaldo de buena parte de la población, pero también fue acusado de cometer crímenes de lesa humanidad, por lo que sería condenado a reclusión perpetua en 2008.

Vida de película, vida soñada pero tan vivida. Si algo faltaba, Palito llegó a la gran literatura a través de “Autorretrato”, un libro suyo que editó Planeta en 2016, con prólogo de Juan José Campanella. Se trata de una narración en primera persona, compuesta con estilo conciso y notablemente emotivo. El libro está casi agotado y hay que caminar para hallarlo en librerías.

MEMORIAS

Así empieza el libro: “La memoria de mi pueblo todavía camina. Anda por ahí, encarnada en esos personajes que parecen no haber sacado billete para la vida. Reposa en las vivencias de los abuelos que pasan sus días olvidados y en silencio. Memoria plasmada en viejas chimeneas que ya no humean, aunque siempre sigan de pie. El ingenio Mercedes donde nací era de una belleza sombría”.

Sigue la prosa de pie: “Yo, todavía muy puro por falta de contacto con la vida, tenía esa gran salud que da no entender cosa alguna. Con sólo diez años, mientras se veía el sol saliendo de los cañaverales como una llamarada, caminaba rumbo a las colonias donde vendía diarios.

“La soledad caía con todo su peso sobre mi frágil humanidad...En tiempos de zafra, conforme la cosecha se ponía en marcha, muchas familias llegaban de provincias vecinas buscando trabajo...Todos eran alojados en grandes galpones, donde vivían con extrema precariedad. Las familias, con niños incluidos, trabajaban de sol a sol en la cosecha de la caña de azúcar”.

De ese fondo emergió Palito, para terminar como empresario y amigo de Frank Sinatra. Se sabe que la gira de La Voz a Buenos Aires, organizada por Ortega, terminó para Palito en una quiebra de dos millones de dólares, de la que le costó cinco años salir luego de vender casi todas sus propiedades. Tiempo después Palito fue a Miami y Sinatra se ocupó de ayudarlo, de relacionarlo con el mundo del espectáculo y así logró sanear sus finanzas.

“Me instruí más en los rigores de la vida que en aquella escuela nocturna que interrumpí”

¿De dónde salió este hombre humilde, que logró forjar con Evangelina Salazar una familia consolidada?: “Me instruí más en los rigores de la vida que en aquella escuela nocturna que interrumpí, cuando a los quince años dejé Lules, mi pueblo natal tucumano. Cuando en el año 56 llegué a Buenos Aires era común que a un provinciano caminado entre petiteros por Callao y Santa Fe le gritaran `cabecita negra´. Pero ya había dentro de mí algo que desbarataba todo aquello que pudiera bajar el volumen de la música de mi fe. Transité con férrea voluntad el camino que mi corazón anhelaba”, dice Palito en este su primer libro de memorias, que será seguido por otro.

En una reciente charla con Luis Majul, Ortega respondió acerca de la cantidad de discos suyos que se vendieron: “Hasta donde yo sé, pasé los 18 millones de discos en Argentina, Latinoamérica, España e Italia. En Italia “La felicidad” superó los 500 mil. En Alemania también esa canción fue muy exitosa en diferentes versiones. Grandes figuras de la música romántica como Olga Guillot o Tito Rodríguez me han grabado temas como “Lo mismo que usted” o “Sabor a nada”; y tantas otras, que fueron haciendo esas cifras. A su vez le escribí a Rafael y a Julio Iglesias entre otros”

LA DOBLE Condición

Del libro de Palito pero, fundamentalmente, de las características de su vida, surgen elementos propios de una cualidad argentina que fue la que permitió a miles de habitantes escalar socialmente, en algunos casos desde los zócalos hasta el techo. De este tema se ocuparon muchos escritores, entre ellos Ezequiel Martínez Estrada.

Sergio Pujol, en un artículo publicado en Página 12 y titulado “Palito Ortega según Abel Gilbert y Pablo Alabarces”, alude a esta suerte de dicotomía nacional que, hasta no hace mucho, lograba fraguar una unidad ejemplar que para muchos era un modelo a seguir. El estudioso grafica esa alternativa con una frase que pronunciaba el locutor Antonio Carrizo: “En una mano Borges, en la otra Palito Ortega”.

Sobre esto añade Pujol: “La profética sentencia de Carrizo, dicha cuando el cantautor tucumano aún era la bestia negra del periodismo chic argentino, ilustra los extremos de un arco tensado por un debate más complejo de lo que parece. Dilucidar las claves de su éxito es un desafío que interpela a la crítica cultural, a la sociología y en menor medida –aunque no debería ser así– a la musicología”.

La síntesis que ofrece ahora Pujol sobre Palito merece ser analizada: “El muchacho triste de canciones alegres. El niño cañero que se volvió millonario. El Rey de la canción amado y despreciado al mismo tiempo, capaz de sobreponerse prácticamente a todo a fuerza de empeño y sentido de la oportunidad. El protagonista de películas infames en tiempo de dictadura (Dos locos en el aire, Brigada en acción). Pero también el político que logró demorar la llegada del genocida Antonio Domingo Bussi a la gobernación de la provincia de Tucumán. En fin, el productor discográfico y de recitales que se fundió con la visita de Frank Sinatra a la Argentina y que desde Miami supo levantarse, para luego terminar “salvando” a Charly García, su némesis artística, de las drogas y de la muerte. El “cantorcito a contramano” de Gieco se convirtió así en “una metáfora de la Argentina deseada”.

 

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Su libro, Autorretrato

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