Partidazo en Avellaneda, con empate y polémica

Un partido de locos jugaron Racing y Boca en el Cilindro de Avellaneda, que no tuvo goles, pero si una larga serie de situaciones frente a los arcos. Durante todo el primer tiempo y buena parte del segundo, el que le marcó el ritmo al juego fue la Academia, hasta que en el tramo final, cuando se aplacó ese dominio, los Xeneizes dispusieron de jugadas que a punto estuvieron de permitirle quedarse con todo.

Ya en el tiempo de descuento, Facundo Mura levantó sobre la línea un remate de Frank Fabra, y en la última jugada de la noche, el árbitro Fernando Rapallini dejó pasar una mano penal de Jonathan Gómez en la puerta del arco, cuando fue abajo a cruzar a Sebastián Villa. Ni las imágenes del VAR hicieron que el juez central marcara el muy claro penal.

Más allá del final, en el que pudo quedarse con todo, Boca fue una sombra, igual que todas las veces que se presentó como visitante durante la presente gestión de Hugo Benjamín Ibarra, y sin argumentos cosechó un punto en el Cilindro de Avellaneda que terminó sufriendo Racing, porque ejerció un dominio por momentos absoluto, aunque careció de contundencia en ataque.

El partido, que los dos necesitaban ganar para alimentar las expectativas con que se encuentran transitando la presente Liga Profesional, que va por la fecha 13, finalizó sin anotaciones y con un episodio al finalizar el primer tiempo que dejó planteado otro escándalo en Boca: el fuerte cruce, a golpes, de Darío Benedetto con el peruano Carlos Zambrano.

Difícil explicar las razones del empate “en silencio” del primer tiempo, ya que el dominio ejercido por Racing fue absoluto, y la cantidad de ataques de alto riesgo se multiplicaron contra el arco de Agustín Rossi, quien recuperó el puesto tras haber sido desplazado para la presentación por la Copa Argentina, contra Agropecuario.

La Academia desbordó a su rival, lo dejó sin posibilidades, y lo único que le faltó al equipo que conduce Fernando Gago fue haber tenido un mayor grado de precisión para transformar en gol alguna de las por lo menos seis jugadas de ataques resueltas desde posiciones muy favorables.

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Un par de tapadas del arquero, y en su mayoría falta de puntería en los delanteros, salvaron a Boca de irse en desventaja al finalizar el primer capítulo.

¿Qué hizo Boca? Volvió a mostrar la versión exhibida cada vez que debió salir de su cancha para jugar por la Liga Profesional bajo el ciclo de Hugo Benjamín Ibarra. Sin argumentos para sostener el juego, el par de situaciones que pusieron en aprietos a Gabriel Arias, quien volvió a ocupar el puesto que había dejado por una lesión, fueron consecuencia de errores cometidos en la salida.

Ni bien comenzó la segunda etapa, el juego continuó en los mismos términos, con la Academia presionando a un Boca desconectado. Se cansó de errar goles el elenco de Avellaneda, y cuando su intensidad decayó con el transcurrir de los minutos, la formación azul y oro dispuso de una serie de situaciones favorables que pudieron darle todo en un partido que no mereció nada.

Más allá de lo expuesto, el partido clásico de la fecha tuvo varios condimentos especiales, ya que a la gran rivalidad que se profesan, se sumó la reciente incorporación a Boca del arquero Sergio (“Chiquito”) Romero, surgido de Racing, que estaba entrenando en el predio de la Academia, lo cual irritó a sus hinchas y también molestó al presidente Víctor Blanco.

Además, se produjo un nuevo enfrentamiento ante Boca de Fernando Gago, el técnico cuya carrera como jugador está ligada a los Xeneizes donde se desarrolló, alcanzó una marcada notoriedad y mostró un estilo de juego que generó admiración.

El anterior partido de Gago ante Boca había sido en la Copa de la Liga que ganaron los boquenses en semifinales, tras una definición por penales, para luego ser campeones tras vencer en la definición a Tigre.

Así pasó el esperado clásico, en el que no se gritaron goles, pero tuvo de todo. Jugadas y más jugadas de gol, con un cierre que dejó mal parado a Rapallini en la referida mano penal.