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La Ciudad |HISTORIAS PLATENSES

Barrio Jardín: el laberinto de Villa Elvira que hizo crecer la clase media

Está situado al sureste de la Ciudad, en un área comprendida entre las calles 80 y 89, de 116 hacia 122. Su diseño particular, con las diagonales (o bulevares), suma a una identidad construida a lo largo de varias generaciones, desde mediados del siglo pasado

Barrio Jardín: el laberinto de Villa Elvira que hizo crecer la clase media

La esquina de 85 y 117, un punto central de un barrio con estilo y un diseño urbano cargado de diagonales / Gonzalo Calvelo

9 de Octubre de 2025 | 02:27
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El Barrio Jardín, ubicado en Villa Elvira, desafía a quienes intentan recorrerlo. Su trazado, plagado de diagonales y vericuetos, ha convertido la entrada en un desafío, forjando la mística local: “Todos los que vienen, se pierden”. A unos 5 kilómetros del centro platense, esta zona, que alguna vez fue un vasto campo, alberga una rica historia de posguerra, planificación urbana distinta y una fuerte identidad barrial, que creció con la clase media.

Originalmente denominado Juan Francisco Jáuregui 100 años atrás (1925), el barrio se distingue de sus alrededores justamente por sus calles laberínticas. Este diseño especial fue obra de una planificación gestada desde 1930, con planos de la Provincia de Buenos Aires. El agrimensor Carlos Ottolengui, supervisado por la Dirección de Hidráulica e ingenieros como Guillermo Llamesmassini y Carlos Chiocci, fue el encargado de diagramar el que se convertiría en un verdadero acertijo urbano para los visitantes.

Lucas Mauri, quien creció en el barrio, recordaba la magnitud del lugar: “Sólo sentarse a contemplar esa inmensidad era suficiente”. Las casas típicas de ladrillo y tejas rojas, con amplios jardines, se concentran en las calles desde 80 a 85. Después llegó el barrio “nuevo” desde “la” 85 hasta 89, entre 115 casi hasta 122.

De allá para acá, de sólo casas y un kiosco con un teléfono hecho cabina -cuya llave se entregaba a los vecinos que necesitaban llamar fuera de horario comercial-, al desarrollo comercial con la llegada de almacenes, carnicería, farmacia, gimnasio y la explosión social del club 19 de Febrero. Se cuentan ya alrededor de 5.500 habitantes en la zona.

El kiosko del barrio conserva como una reliquia de la historia local el teléfono público con moneditas / Gonzalo Calvelo

Refugio de inmigrantes

La construcción del Barrio fue paulatina. Sin nombre ni electricidad, la primera venta de lotes comenzó en 1953. Marcó el asentamiento de familias que llegaban a la Argentina huyendo de la Segunda Guerra Mundial. La empresa a cargo de la venta fue la de los ingenieros Mora, Ricotti y Lutdgen.

Úrsula Jorn llegó en 1964 y con 88 años aún recuerda: “Cuando vine al barrio no hablaba una palabra en castellano”. Ahora, puede contar su historia: "Estuve en la Segunda Guerra Mundial. Cuando tenía cuatro años, nos fuimos a Dinamarca y los rusos nos atacaban y en 1948 volvimos a Alemania", sostiene la vecina. Vive en una casa típica adornada por un jardín con flores milimétricamente cuidado. Arribó a Jardín con un “argentino de 26 años” escapando de la pobreza y es parte de la historia forjada por inmigrantes italianos y otros europeos.

Las voces se entrelazan: “La mayoría de la gente es de la Fuerza, vine hace más de veinte años gracias a un plan del Banco Hipotecario de US$ 27.500 antes del corralito”, apunta José Luis Puis jubilado del servicio penitenciario y docente de lengua.

En 1960, el barrio aún carecía de nomenclatura. Fue en 1965 cuando la empresa López Arias y Cía vendió parcelas a la Municipalidad, lo que derivó en la entrega de 76 casas de dos y tres habitaciones entre 1960 y 1970 mediante un sorteo del Banco Hipotecario. Se pobló de viviendas de estilo austero, con habitaciones como cubos: “Se lo iba pagando cómo podía cada familia”, cuenta una vecina pionera. La comunidad se horneó con muchos recién casados de clase media; y hoy muchos de sus hijos, y nietos, no abandonan el barrio, que siempre tuvo su necesario -por la distancia con la zona céntrica- espacio comercial, desde la venta de alimentos hasta indumentaria. Negocios que acompañaron el crecimiento demográfico de la zona.

Úrsula la Vecina alemana que escapó del horror de la segunda Guerra Mundial, actualmente tiene 88 años / Gonzalo Calvelo

ANÉCDOTAS Y LEYENDAS

La idiosincrasia local se nutre de anécdotas únicas. En 85 y 117, un kiosco conserva como reliquia el teléfono público con moneditas, que alguna vez fue el único del barrio. “Yo lo usé”, avisa Cristina Safigueroa. “Lo dejo para que los chicos vean que es, porque no tienen ni idea del valor que supo tener en época de celulares”, comenta Daniel, el kiosquero. En realidad, fue sucesor de aquel viejo aparato naranja que funcionaba con cospeles y estaba guardado en una cabina de chapa cuya llave del candado sólo tenían “Beto” y Nilda, dueños del local, a quienes habían que molestar para cualquier emergencia, a cualquier hora.

Las historias que circulan son parte esencial del barrio. La escritora local María Álvarez, quien recopiló relatos en su libro “El jardín de las infancias”, subraya la leyenda urbana más popular: “Cuando alguien ingresaba al barrio y lo conocía no podía salir más, quizás sea con un fin místico o misterioso”.

 

“Me gusta estar por acá porque conozco a todos los que quedan y uno se maneja distinto. Mi bisabuelo fue propietario de una casa y nosotros vivimos toda la vida en el barrio. Eso hasta que pudimos comprar con mi pareja una casa en este barrio. A él también le gusta estar acá porque es un lugar que sigue siendo tranquilo”

Virginia Aybar
Vecina

 

Otros sucesos que alimentaron esa mística son las fiestas en la pileta Z, muy cerca de la residencia los López Arias y el supuesto descenso de un OVNI, una escena que fue cubierta en su momento por el periodista José de Zer de Canal 9.

Más allá del tiempo con infancia en la calle y diagonales que confunden al recién llegado, Barrio Jardín es sinónimo de pertenencia, aseguran. Virginia Aybar, vecina de toda la vida, lo resume: “Me gusta estar por acá porque conozco a todos los que quedan y uno se maneja distinto”. Del “jardín” queda poco por el avance habitacional, pero sigue siendo un lugar que atrapa.

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La esquina de 85 y 117, un punto central de un barrio con estilo y un diseño urbano cargado de diagonales / Gonzalo Calvelo

El kiosko del barrio conserva como una reliquia de la historia local el teléfono público con moneditas / Gonzalo Calvelo

Úrsula la Vecina alemana que escapó del horror de la segunda Guerra Mundial, actualmente tiene 88 años / Gonzalo Calvelo

Barrio Jardin gonzalo calvelo

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