El recuerdo de los vecinos que lo vivieron dos veces

"De ningún modo pensé que iba a ver esto de nuevo; es maravilloso". Con cien años recién cumplidos, Ana María Marzoratti está entre los pocos platenses que pueden atestiguar cómo se vivieron las nevadas de cada siglo. De 1918 a 2007, historias unidas por la sorpresa, la inocencia, la emoción y la curiosidad.

"Era muy chiquita pero me quedó grabado perfecto en la memoria" recuerda Ana María; "mamá nos encerró -a mis hermanos y a mí- en el dormitorio para que no saliéramos y tomáramos frío, pero nos dejó mirar por la ventana, que daba a un jardín de la casa que teníamos en 12 y 58. Me acuerdo como si fuera hoy que una persona del servicio salió con una pala a correr la nieve que se había amontonado, que era mucha, y la levantó con tanta fuerza que fue a dar justo a la ventana detrás de la que estábamos. La chica dijo '¡pensé que era más pesada!'... nadie conocía la nieve entonces".

"Me acuerdo también de que mamá nos explicó qué era eso que caía, y que junto a mis tías estuvo un rato en el patio, todas muy abrigadas, disfrutando de la novedad", relata la vecina. De vuelta en el presente, agrega que "cuando me dijeron que caía aguanieve recordé esa vieja historia; después me asomé por la ventana y vi el potus del patio todo blanco, así que me puse a mirar la caída de los copos de nieve entre los postigos. Fue una alegría, me trajo imágenes de la infancia muy lindas".

La imagen de chicos y grandes saliendo a la calle a jugar aparece una y otra vez entre los testimonios. "Yo era un pibe, que iba a la primaria en la Escuela Anexa, y recuerdo haber visto para mi asombro muchachones grandes tirándose bolas de nieve como nenes" cuenta Alberto Samuel Martínez. El abogado platense de cien años, ex presidente de la Suprema Corte de Justicia, precisa que "vivíamos en 55 entre 7 y 8; me despertaron a la mañana con la noticia de que nevaba, y me pasé un buen rato mirando fijamente cómo un patio de baldosas rojas se iba poniendo blanco".

"En la plaza San Martín habían verdaderas batallas de bolas de nieve" señala Martínez: "en ese momento no le hice demasiado caso a lo que pasaba, pero con los años me di cuenta de que había sido algo especial, porque nunca se repetía. Y fue bastante más fuerte que ahora; tanto que en la plaza Moreno la gente se hundía casi hasta la cintura, y a los tranvías les costaba andar".

En junio de 1918, María Amelia Pouzo de Diotto vivió desde una casa de El Dique la histórica nevada. La jornada de ayer la encontró, en cambio, en Mar del Plata, festejando sus impecables 105 años. "Estoy muy feliz, aunque esta vez me perdí la nieve", rememoró para EL DIA: "una lástima, porque siempre tengo en la memoria aquella escena en la que me desperté y el patio estaba todo blanco. Mi tío nos levantó a todos de la cama para que viéramos ese espectáculo, tanta era la novedad y la sorpresa. Hizo bien, porque esa noche se convirtió en una postal que es imposible olvidar. Me alegro de que los más jóvenes también puedan vivirlo".