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Deportes |ANÁLISIS

El modelo Estudiantes, en la cima del mundo

El modelo Estudiantes, en la cima del mundo

Una postal para la historia. La partida del plantel albirrojo hacia la gloria. Era el inicio de una excursión que marcó un antes y un después para el fútbol argentino todo / Archivo

HÉCTOR COLLIVADINOdeportes@eldia.com

16 de Octubre de 2018 | 04:11
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Aquel 16 de octubre de 1968, además de convertir a La Plata en la ciudad más feliz de la Tierra, con su espectacular conquista en el Old Trafford -el “Teatro de los sueños” del Manchester- el mítico equipo de Zubeldía colocó una vara casi infranqueable para un equipo de fútbol: se coronó mundialmente en un campo de juego inglés, y uno de los más célebres y difíciles. Ocurría por primera vez en la historia. Una hazaña sin parangón. Impensable en esos tiempos. Ciertamente Racing, un año antes, había obtenido el trofeo ante Celtic Glasgow.

Pero en tercer partido en Montevideo, frente a un adversario más modesto que este conjunto de Inglaterra, que nutrió con sus cracks, con el gran Bobby Charlton a la cabeza, a la selección que en 1966 se había consagrado campeona del Mundo venciendo a la poderosa Alemania en la final.

El favoritismo del United era prácticamente absoluto. Ni siquiera hacía mella que Estudiantes, el 28 de setiembre anterior, había ganado claramente el partido de ida en la Bombonera 1 a 0. Mera estadística para la cátedra: imposible contener al creativo medio juego manchesteriano como local, con los temibles atacantes, endiablados como ningunos otros, con múltiples variantes ofensivas y un público impresionante alentando sin solución de continuidad todo el trámite del juego.

Ocurría por primera vez en la historia. Una hazaña sin parangón. Impensable

 

Contra eso parecía no haber disputa. Y no eran muchos los que confiaban en traerse la Copa de una, defendiendo a ultranza la ventaja de la Bombonera y el handicap del empate también logrado con creces por el dominio del equipo Pincha en la Boca. Sólo ellos, “los conjurados del Country de City Bell”, como los denominaba el gran colega Osvaldo Ardizzone de El Gráfico, estaban confiados en lograrlo. Varios, con Bilardo a la cabeza, cuando veían a los ingleses en la Boca festejando la derrota por la mínima diferencia, decían no entender nada: “Se van contentos y perdieron… no saben lo que les puede costar”.

Fantaseando con la goleada en actitud que contagió a todo su público, los jugadores británicos pensaban en un mero trámite. Y así, con algunas chicanas previas, un problema de vidrios rotos en la posada cerca de Manchester que el plantel albirrojo, allí concentrado dijo haber optado por ignorar se, llegó al gran día: el 16.

¡A sacar los pañuelos, qué Manchester ni Manchester, Estudiantes!

 

Antes de la hora de “la verdad que siempre está en el verde césped”, como solía decir Angelito Labruna, un gesto del plantel de Estudiantes aquel: salir bastante tiempo antes a recorrer el campo, con el asombro del público que se puso loco, “para ir ambientándose” a la hostilidad que vendría. Y la célebre frase “somos once hombres contra una sociedad anónima” del recordado doctor Marelli, médico del plantel. Al salir el Pincha a jugar, la premisa de Osvaldo Zubeldía era no dejarse madrugar en el primer cuarto de hora. Para ello había que estar tranquilos y serenos, transfiriendo la inquietud al rival.

POLETTI AVISA

Apenas iniciado el trámite, un remate de Bobby Charlton encontró la solvencia de Poletti, quien levantó la pelota ante la multitud como diciendo: “aquí estoy”, vengan nomás. Pero eso no fue ni muestra gratis comparándolo con lo que pasó apenas pasados los seis minutos.

EL COMIENZO DEL FIN

Foul en el sector izquierdo del ataque Pincha. Raúl Madero y su exquisita ejecución de zurda, llovida al área, entrada por derecha del jugador de los goles magistrales, quien cabeceó al ángulo superior derecho del arquero inglés, con precisión milimétrica. La misma Bruja. La de la magistral chilena en River para eliminar al campeón del mundo Racing, el equipo de José en semifinales. La del maradoniano gol ante Palmeiras en La Plata.

La del segundo ante los mismos brasileños en el Centenario. Solo que esta vez en versión corregida y aumentada: marcando el gol de su vida. Ese que no tuvo ni tiene parangón en la historia de Estudiantes y muy pocos en el fútbol argentino de las hazañas, rico en el rubro.

COMO EN LA BOMBONERA

¡A sacar los pañuelos!. Qué Manchester ni Manchester. ¡Estudiantes pa´ todo el Mundo...!. Antes del cuarto de hora, el recurso predilecto de la pelota parada, había funcionado mejor aún que en la Bombonera: en la Boca, centro, cortina doble a Conigliaro, cabezazo y a cobrar. En Old Trafford, una cortina para la Bruja y listo. La Copa Intercontinental viajando a La Plata...

LA HICIERON FÁCIL

¿Tan fácil era?. Claro que no. Fácil lo hicieron aquellos héroes de hace más de cuatro décadas. Lo que parecía imposible resultó casi natural. De allí en más el Manchester, con pelota y campo, pero cortados sus circuitos creativos, controladas sus figuras desequilibrantes, se repitió hasta el cansancio.

El país vivió la consagración de un equipo pionero, gran innovador en disciplina táctica

 

Estudiantes creó un par de jugadas peligrosas más, el local unas cinco o seis pero ninguna de infarto, hasta que llegó el empate junto con la pitada final. Y allí sí, el festejo loco particularmente en nuestra región y también en todo el país que vivió la consagración de un equipo pionero, gran innovador en disciplina táctica, no exento de algunas individualidades de gran riqueza técnica, que cubría como ninguno todos los sectores del campo sin dar ventaja alguna y que ese día tocó la cima en todos los sentidos: en rendimiento individual y colectivo, corroborando todo lo hecho en 1967 y en lo que había transcurrido de 1968.

UN CICLO QUE SIGUIÓ ESCRIBIENDO CAPÍTULOS CARGADOS DE GLORIA

Que luego ganó dos copas más de América y jugó otras dos intercontinentales. Se despidió de su ciclo inigualable recién en el 71, en una finalísima de desempate en Lima ante un Nacional de Montevideo de grandes jugadores y mucho poderío, poco después consagrado campeón Intercontinental con Artime, Luis Cubilla, entre sus grandes figuras.

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