Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Espectáculos |Una entrevista a fondo con EL DIA

Iñaki Urlezaga: el último baile

Se iba a despedir mañana en Plaza Moreno, en el marco de los festejos por el aniversario de la Ciudad, suspendidos por duelo nacional. A los 42 años, y con 28 arriba de los escenarios, cierra una etapa fundamental de su vida como “algo natural”, sin reproches

Iñaki Urlezaga: el último baile

iñaki urlezaga posa para el fotógrafo de el dia en su estudio de danzas, días antes de su retiro de los escenarios como bailarín / fotos: Gonzalo mainoldi

María Virginia Bruno

María Virginia Bruno
vbruno@eldia.com

18 de Noviembre de 2018 | 03:49
Edición impresa

Iñaki Urlezaga acaba de terminar el último ensayo antes de partir hacia Paraguay y, luego, Uruguay. Son los últimos tramos internacionales de una gira de despedida con la que recorre el país desde julio y que, tras dos funciones en el Colón en septiembre, iba a cerrar mañana en Plaza Moreno, en el marco de los festejos por el aniversario de La Plata (finalmente suspendidos por duelo nacional), su ciudad natal, donde debutó cuando tenía 15 años, y la que eligió para retirarse a los 42. No se lo nota nervioso. Ya está todo dicho. Todo bailado.

-En este tramo final de tu carrera estás más relajado, ¿no?

-Yo me lo estoy tomando más relajado. Si lo hubiera sabido antes... Hubiera sido todo más fácil.

-Siempre lo viviste con mucha exigencia...

-Sí, pero lo agradezco. Porque yo nunca perdí mucho el Norte, ni la brújula. La realidad nunca la perdí. Hubiera sido lindo, quizás, disfrutarlo un poco más. Eso seguro. Pero, te soy sincero, muchas cosas internas, uno las va modificando de a poco. La revolución interior es la que más cuesta. Y la que más tiempo tarda.

-Me imagino que esta decisión de dejar la danza, es decir, como intérprete, la venís procesando desde hace un tiempo...

-Sí, sí. Yo soy Gato, en el horóscopo chino. Y a los gatos les cuesta bastante que los cambios sean de forma abrupta. Nada tomo tan impulsivamente. Los voy tamizando, meditando de a poco. Me he ido despidiendo de a poco, primero de los clásicos, ya hace un tiempo, y ahora me queda la parte interpretativa. Pero a lo mejor a futuro alguna creación, o algo circunstancial, también haga. Pero la etapa como bailarín siento que se está apagando. Se apaga.

-¿Cuál fue la señal que te llevó a decir ‘hasta acá’?

-El físico. El físico no va respondiendo de la misma manera. Va perdiendo primero la exactitud de esa exigencia física que uno le da, y que hace que uno termine siendo casi una máquina, de cómo uno lo obliga a responder. No hay humedad, invierno, primavera. Tenés que estar ahí, al 100 x 100, siempre igual. Cuando sos más joven es más factible que eso te lo puedas autoimponer, también. De grande ya no. Entonces, hay días que te levantás y decís ‘hoy realmente no me puedo mover, ¿si tuviera función qué pasa?’, de hecho, me ha pasado, entonces te das cuenta que el cuerpo te está avisando que ya no puede a ese nivel. Creo que la danza, como yo la manifesté a lo largo de toda mi vida, si no estás a ese nivel, no me satisface tampoco hacerla, honestamente. No me deja contento. Entonces prefiero dar un paso al costado. Ni sufrir yo, ni que el público me sufra tampoco.

-¿Es una decisión que tomaste solo o aceptaste las opiniones de tu entorno, tus colegas?

-La decisión es de uno... Las grandes decisiones de la vida yo creo que uno las toma solo. Te pueden decir, acompañar, por suerte, lo podés compartir, charlar. Pero las decisiones trascendentales se toman con la conciencia de uno. Al menos en mi caso me parece que es uno quien tiene que escucharse. Existe todo el entorno y es bueno, porque encontrás tantas diferencias, y también te ayuda a ver otra perspectiva diferente que termina siendo enriquecedor.

-¿Muchos te quisieron frenar?

-Sí. Están esos y también los que me habían pedido que me retire antes. Las dos cosas. Cada cual se siente en el derecho de opinar, y es respetable también. Yo siempre escucho. Después resuelvo. No soy una persona aislada del mundo. La danza es en equipo.

-¿Cómo se vive internamente el proceso de soltar una disciplina con la que convivís desde hace casi treinta años?

-Como algo natural. Es un hecho pero no algo intempestivo, ni repentino. Yo creo que nada es de repente en la vida. Hay una manifestación inconsciente de que algo permanentemente se está gestando. En todo orden de la vida. En el momento, uno no relee lo que va escribiendo y por eso quizás no es consciente. Pero si vas un año atrás seguramente vas encontrando las pistas. Al comienzo no me habré dado cuenta pero ya hace tiempo que lo estaba manifestando.

-¿Cómo?

-Hace unos cuatro años empecé a ver que no tenía para mucho más, que sentía la necesidad de ir despidiéndome de algunos ballets, que me costaba hacer algún gesto físico. Y eso te empieza a hacer ver que también la danza físicamente es una finitud en el cuerpo, y que tiene su tiempo biológico. El amor por la profesión es cada día más grande, porque eso no se extingue, pero lo físico sí te abandona. Entonces, no me tomó de sorpresa, lo que no quiere decir que no sea una decisión tremenda, pero, bueno, es parte de la vida.

-¿Qué es lo que más vas a extrañar de estar arriba del escenario?

-Cuando te venís grande, te das cuenta de que la danza tiene un estado ciertamente meditativo. La danza también es una terapia. Es un rato largo que vos estás con vos mismo, como bailarín te digo, moviendo el cuerpo, sin que interfiera la mente en tus problemas cotidianos. El bailarín va y hace una clase, el director empieza a trabajar después, y ya esa clase te aísla un poco de la vida diaria: si tuviste una pelea, las cuentas, lo que sea. Te hace entrar en un cierto submundo interior. Y después, a lo largo del día, tenés una cierta plasticidad, armonía, porque hay una energía física que se libera. Sucede algo. No es levantar pesas. Tenés una música hermosa, seguramente hay un texto que te interesa leer, abordar, estás en contacto con algo relativamente superior. Es una profesión muy elevada, que te desarrolla como ser humano también, te da la posibilidad de encontrarle un sentido interesante a la vida. Cuando eso se termina, y ese tiempo que vos tenés para con tu trabajo, que en parte es para con vos mismo también, yo creo que eso es una gran soledad que uno siente.

-Pero vas a poder seguir bailando a pesar de no salir a escena...

-Sí, pero no con esa disciplina, y es esa disciplina lo que te hace avanzar. La disciplina en la vida es lo que te da la posibilidad en la vida de que todos los días encuentres algo nuevo, o lo puedas realizar mejor. La disciplina te genera la experiencia de encontrar herramientas para poder disfrutarlo más pero, sobre todo, para poder hacerlo mejor, para estar más experimentado en el desarrollo de algo. No es lo mismo el primer día, que de grande: de grande uno va encontrando todo lo cultivado.

-¿Creés que tus grandes logros se debieron a tu disciplina?

-Y gran parte, sí. Walt Disney decía “no existe la magia, y si la hay ojalá me encuentre trabajando”, ¡y mirá quién lo dijo! Yo creo que sí. Salvo, bueno, saltos cuánticos, o personas que estén realmente iluminadas, que las hay y que no necesitan tener tanta rigurosidad de práctica. Pero en general yo todo lo que he conocido, la gente más terrenal, es gracias a un profundo trabajo. Sólo así se logra algo superior. Sino es muy poco.

-¿Y la suerte? ¿Tuviste algunos toques?

-Seguro, seguro. Para el éxito, vulgarmente hablando, se necesita también un poco de suerte.

-¿Qué fue lo más importante que te dejó la danza?

-El aprendizaje, la humildad en el trabajo, el compromiso, el trabajo colectivo, el no pensar solamente en vos mismo. En tener ciertas cualidades humanas que te permiten ser mejor persona y, por ende, también mejor artista, porque encontrás otros valores en los cuales poder desarrollar tu trabajo.

-¿Y los golpes?

-Forman parte de la vida. Yo no los veo como negativos hoy en día. Son aprendizajes. Para que haya un acierto tiene que haber habido un error. O se disfruta doblemente el acierto cuando venís de un error, porque entendiste por qué te caíste, por qué te pasó lo que sea, para poder ir por la dirección contraria para encontrar el acierto. Cuando estuviste tan abajo, y de repente estás arriba, es mucho más lindo. Si siempre estás arriba, se sube muy poco. El éxito no te enseña nada, no aprendés nunca.

-¿Recordás algún momento de sufrimiento?

-Accidentes tuve miles, físicos, de la carrera, y después cosas que no se concretan, que están trabadas, y después te das cuenta por qué. Estar un poco obcecado frente a lo que uno quería y la vida te demuestra lo contrario. Yo soy una persona muy afortunada, pero te puedo decir que los errores, los defectos o los fracasos, uno tendría que tener una mirada diferente frente a ellos. Uno debería estar agradecido. La vida es una gran escuela. No nos enseñan eso tampoco. Uno cree que se estudia hasta los 18, cree que cuando te recibiste de Bachiller o saliste de la facultad, ya está. Y es muy poco lo que se aprende ahí: sólo a sumar, dividir, restar. No se aprende a conocerse a uno. Eso lo vas haciendo al andar.

-¿Cuáles son tus referentes, las personas que te ayudaron a transitar por la danza?

-Yo tuve la suerte de vivir en una familia muy próxima al arte, por eso tuve el apoyo enseguida de la parte familiar. También tuve la suerte de nacer en una casa donde mi tía bailaba, entonces, fue mi primer profesora, a una edad en la que no te acepta ninguna escuela pública. Tuve la suerte de congeniar muy bien con mi hermana, Marianela, que me pueda llevar adelante con toda la parte de producción y lo legal. Entonces, sin irme muy lejos ya tenía todo medio armado. Después, los grandes maestros que tuve y la gente que tuve la humildad de ir a buscar y dejarme acompañar, dejarme llevar para ensanchar esa posibilidad que yo tenía de caminar en el mundo del ballet.

-¿Cómo te sentís con respecto a tu ciudad? ¿Te sentís profeta en tu tierra?

-Yo creo que la gente me quiere mucho porque me ha visto poco (risas). Porque no he tenido la posibilidad de bailar muchas veces, tampoco. No es que he bailado tanto. Sólo un año, cuando tenía 15, estuve en el Teatro Argentino. Pasó mucho tiempo. Y después vine como invitado. Pero me ha pasado que la agenda no coincide o que, como en el último tiempo, los teatros están cerrados, tanto el Lago como el Argentino, cosa que me parece dolorosísima. Entonces, con los teatros cerrados, ¿a dónde voy a ir a bailar? He estado algunos 19 de Noviembre, en la Plaza, cosa que me encanta porque es como la festividad más grande que la ciudad tiene. No hay nada más lindo que compartir tu trabajo con la gente que uno quiere.

-Vos que has recorrido el mundo, ¿cómo ves culturalmente a La Plata?

-Yo siento que La Plata fue una ciudad, honestamente, tan importante, de tanta vanguardia cuando fue pensada y concebida, porque fue concretada como se pensó, y fue una ciudad que estaba llena de teatros, y edificios públicos hermosos... Pero hoy yo siento que está resumida a un público estudiantil, y un poquitito más que eso. Y creo que los platenses no somos conscientes de cuánto la descuidamos y de cuánto nos falta reconocer sus posibilidades. En eso me cuesta encontrarme con un movimiento cultural fuerte. Hemos tenido grandes artistas, grandes personalidades, gente muy importante en el mundo, que individualmente se han destacado porque la debacle cultural atravesó mucho la ciudad. Y creo que después de la dictadura en adelante no ha florecido nuevamente un movimiento importante. Desde ese momento La Plata mira con ojos para Buenos Aires. Nos cuesta entender las posibilidades reales que la ciudad tiene. No nos podemos hacer cargo de lo que tenemos como potencial aún. Digo potencial porque habría que volver a poner en valor todo este tipo de instituciones que no están funcionando a la manera que lo han sido, ni tampoco a la manera de un siglo XXI.

-¿Qué falla?

-Fallamos como sociedad en no poner un límite a tantas cosas, y en no realmente ejercer el patrimonio público como propio, sino que lo ponemos en mano de gente que hay que ver qué es lo que van a hacer con eso. Creo que la sociedad es la que debería de pedir respuestas, resultados. Porque todo parte de los impuestos, en todo Estado democrático yo creo que es realmente la sociedad quien realmente tiene el deber cívico de exigir algo mejor. Y no esperar por parte del otro: porque el otro somos nosotros, que entre nosotros mismos nos votamos, y sube alguien al gobierno.

-¿Te imaginás en algún cargo político relacionado con la cultura?

-No (tajante). Soy un bailarín y me puedo mover en mi mundo. Es lo que mejor puedo hacer. No me interesa estar en algo para lo cual no estoy formado. Porque ya de esa gente, está lleno. Hay mucha gente que se mete sin saber, y después pasan los desastres que ocurren. Yo sé que este país da para todo. Pero no es mi caso.

-Te despedís de la danza, oficialmente, en el aniversario de La Plata. ¿Cómo lo vivís?

-No pudo haber sido mejor. Yo lo vivo como un regalo. Después de tantos años, estar frente a todo el mundo, juntos, gente que me vio bailar, familiares, amigos, gente que viene de afuera. Una orquesta en vivo, que dirija Gardelin, que realmente es una persona muy importante en el mundo de la música. Los artistas en vivo que vienen a cantar... Personas que de una manera u otra han sido parte de mi carrera. Creo que es la mejor forma artística y afectiva para juntarla en un mismo lugar y decir gracias.

-Me imagino que será algo muy movilizante. ¿Cómo se manejan las emociones en un día así?

-Está bien que sea emotivo, por el marco, el lugar, la situación. Estoy preparado para emocionarme. No lo vivo incómodo. Si sucede, conviene. Me parece que está bien. Tiene que ser así. Está perfecto que así sea.

-¿Y qué viene después?

-No lo sé. Profundizaré la etapa mía como coreógrafo, seguramente, aquí y en el exterior, y seguiré ligado prácticamente a lo que he hecho hasta ahora pero sin subir a los escenarios.

-¿Y en lo personal? Dijiste hace poco que te gustaría ser padre...

-No es un aborto de la naturaleza ser padre, no lo veo ni como algo incómodo, ni como algo feo. Si el día de mañana, a mí me surge el deseo, seguramente me encantaría. Si tuviera la posibilidad, la pareja adecuada, o no, pero no lo sé. Yo lo planteé como una posibilidad a futuro. Todavía no fantaseo, ni he soñado con eso.

-¿Tiene que ver con el hecho de haber estar tan enfocado en tu carrera?

-No creo que tenga que ver con la carrera. Creo que tiene que ver con los tiempos de cada quien. De cómo vive la vida, y cómo la lleva adelante en el cotidiano. Si eso me llegara a tocar, bienvenido sea. Yo sé hasta hoy, no te puedo hablar de mañana. Creo que es un milagro. Creo que la paternidad es un sentido de pertenencia que uno realmente tiene, o no. Es un deseo íntimo que es como medio irrefrenable. Que cuando eso sucede, cualquiera al que le esté pasando, lo va a entender.

-¿Sentís que dejaste muchas cosas de lado por ser tan disciplinado?

-He tenido una vida intensa artísticamente entonces, seguro, tenés menos tiempo para muchas otras cosas. Pero no creo que haya sido “dejar de lado” porque yo no lo tenía antes como para empezar a soltarlo. Ya fui creciendo así. Y la vida la fui armando siempre igual. Fui construyendo lo que fui buscando. Y bien feliz me hizo. No tengo ningún tipo de cuentas pendientes para atrás.

-¿Hiciste la mejor carrera que pudiste haber hecho?

-Sí. Hice lo que pude como ser humano. Uno hace solamente lo que puede, no hace lo que quiere. Uno lo entiende con los años.

-¿Sin reproches?

-No tengo reproches.

“El amor por la profesión es cada día más grande, porque eso no se extingue, pero lo físico tiene finitud”

“Los golpes forman parte de la vida. Para que haya un acierto tiene que haber habido un error”

“No me imagino en un cargo político. Soy bailarín. No me interesa estar en algo para lo cual no estoy formado”

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

Multimedia

iñaki urlezaga posa para el fotógrafo de el dia en su estudio de danzas, días antes de su retiro de los escenarios como bailarín / fotos: Gonzalo mainoldi

Iñaki, en su estudio de danzas, su zona de confort, el lugar donde aprendió a conocerse a sí mismo

+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$120/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2250

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$160/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3450

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$120.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2250.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla