“La desgracia”: un anti lunes perfecto, entre la parodia, la ironía y la reflexión

A 132 pesos del Obelisco, viajando en Uber, el Galpón de Guevara -en Chacarita- abre sus portones los lunes para dar sala a “La desgracia”, el musical con libro, letras, coreografías y dirección de una misma persona, el talentoso Juan Martín Delgado (28), que, en su segunda temporada, ofrece una alta dosis de humor con una historia que, desde la parodia y la ironía sin filtros, nos propone un reflejo de la realidad que nos lastima los ojos a diario.

Una selección sub 35 es la que está detrás de este espectáculo que incluye doce intérpretes en escena y una gran banda de siete músicos en vivo, bajo la dirección del joven Francisco Martínez, quien compuso la música original.

La historia que nos regalan estos intérpretes, entre cuadros y situaciones en las que el delirio lleva la voz cantante, está ambientada en Terranova, un pequeño pueblo afectado por un virus mortal que lleva al doctor a buscar y encontrar una cura. Pero el heroico médico no llega a disfrutar de las mieles de su logro profesional porque es encontrado asesinado en su consultorio. Las tres principales sospechosas ofrecerán sus testimonios para intentar dilucidar quién lo mató y por qué.

“La desgracia” tomó las bases de una tesis de estudio para la Fundación Julio Bocca, en la que Juan Martín ingresó becado en 2009 (cuando llegó desde Mar del Plata) y en la que conoció a muchos amigos que también son parte de la obra. Años más tarde, con el soporte incondicional de compañeros amigos como Mariano Condoluci y Francisco Martínez, ese trabajo se transformaría en esto que es hoy: un fenómeno del boca en boca, respaldo por la crítica, que aspira a cuatro Trinidad Guevara y que, por lo bajo, se lo indica como uno de los grandes favoritos para los Premio Hugo que aún no anunció a sus candidatos.

Amante de las obras de Broadway, el autor reconoció en diálogo con EL DÍA que su idea “siempre fue lograr algo similar, con la espectacularidad que habilita el género, pero sin dejar de lado nuestra esencia argentina”< algo que logró plasmar al delinear a las increíbles criaturas que desfilan por el escenario, tan argentinas que, a veces, asustan.

“Los personajes están basados en los arquetipos de la Comedia del Arte italiana, en donde cada uno representa un sector de la sociedad y sus determinadas ambiciones (el amor, el dinero, el poder, etc). Por eso es bien preciso que el actor sepa cuál es su juego y a partir de ahí explorar su creatividad”, contó, sobre cómo trabajó con el elenco, aunque reconoció que cada uno de los intérpretes le dio su propio toque, algo que hizo aún más ricas las caracterizaciones.

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Se trata de uno de esos espectáculos en los que la risa es la respuesta inmediata e instintiva a un material que, después, solito, decanta en la reflexión. Con críticas mordaces a la religión, la familia y la política, “La desgracia” presenta una ácida lectura de doble entrada, en la que cada uno decidirá, en definitiva, con qué quedarse.

“A mí me gusta pensar que la comedia nos une en el dolor a través de la risa. La comicidad es una herramienta muy poderosa que tiene el teatro para denunciar ciertas injusticias sociales. El abuso de poder es algo que no solo existe en la política sino en todos los órdenes de nuestra vida. Si algo o alguien nos lo pone en frente podemos identificarlo y reconocerlo en nosotros”, aseguró Juan Martín, consciente de que “el teatro funciona como espejo, nos muestra quiénes somos, descubre nuestras contradicciones y deja expuesta nuestra poderosa vulnerabilidad”.

Acompañando todo este material está la parte musical, que logra una puesta dinámica que se balancea entre ritmos diversos. Hay baladas, tangos, tap, jazz y hasta gospel para que “lo hablado” sea más digerible (quizás).

Según contó el marplatense, “la idea del director musical fue siempre lograr que la obra tenga una impronta musical propia, más allá de pasar por varios estilos. Creo que su trabajo como compositor y director musical es impresionante”.

“En el circuito off, el foco está puesto en hacer buen teatro y no en llenarse los bolsillos”

Tener una banda en vivo no es, precisamente, algo económico para una cooperativa de teatro independiente, sin embargo, era una condición a la que no querían renunciar. Este hecho, sumado a la entrega escénica de todo el equipo, logran una súper producción que no tiene nada que envidiarle a las de la Calle Corrientes.

“Pienso que en el teatro independiente no hay lugar para la codicia y la ambición económica desmedida, por eso las obras con mayor calidad se encuentran en el off, porque el foco está en hacer buen teatro y no en llenarse los bolsillos”, consideró Juan Martín, cuyos padres financiaron gran parte del proyecto.

El hecho de ser una compañía de jóvenes artistas, sin los vicios de la experiencia, los impulsó a embarcarse en un proyecto creativo y original, que los llevó a no tener otra opción más que arriesgarse. “En mi caso es la primera experiencia montando un espectáculo tan grande y la sensación es de tirarse a la pileta con los ojos tapados. Lo bueno es que había agua. Creo que tiene que ver con elegir tu propio camino y empezar a construirlo de cero”, explicó el autor, cuyo mayor desafío estuvo puesto en “desde la dirección hacer crecer el texto y que no quede en una sola idea que se vuelva chata”.

Sorprendido con la respuesta inmediata del público, Juan Manuel aseguró que los mimos y reconocimientos, que llegan en formato de convocatoria, críticas elogiosas y nominaciones a premios, “nos dan una sensación de pertenencia a una comunidad teatral que nos vuelve mucho más fuertes y felices”.

“La desgracia”, con las actuaciones de Andrea Lovera, Mariano Condoluci, Belén Ucar y Patricio Witis, acompañados por un ensamble formado por Lula Rosenthal, el platense Nahuel Adhami, Sol Bardi, Lucas Noacco, Chechu Vargas, Juan Fonsalido, Antonella Fittipaldi, y Evelyn Basile, y la música de Francisco Martínez Castro (piano), Rodrigo Martínez Castro (flauta traversa/Guitarra acústica), Luis Aragona (guitarra eléctrica), Nicolás Roldán (batería), Leandro Biera (bajo), Tomás Martin (chelo) y Andrés Liendro (violín)-, continuará ofreciendo funciones, en el marco de su segunda temporada, los lunes a las 21 en Guevara 326.