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Cada 4 años la tecnología sorprende en cada Mundial y marca una época. De seguirlo por radio, pasando al grito de “dale campeón”, en blanco y negro para muchos en el ´78; el color ya instalado en el `86; a las actuales interminables y densas transmisiones
Por WALTER EPÍSCOPO
wepiscopo@eldia.com
Al rememorar tal o cual Mundial, siempre aparecen detalles. Más allá del recuerdo personal por el momento de la vida de cada uno (estar atravesando la escuela o la facultad, por ejemplo), nombres de jugadores, diseños de camisetas o temas musicales, nos llevan nuevamente a ese momento. Alguien alguna vez dijo que, “la vida es eso que pasa entre Mundial y Mundial”. Y también vale para hacer un repaso de lo que nos ocurre en la vida en 4 años.
Lo cierto, es que el Mundial parece ser la excusa perfecta para juntar frente a una tele, a quienes están empapados de fútbol, con aquellos que no saben ni quién es el técnico. Donde parece que nos sale el patriotismo por los poros, y tenemos tantas ganas de festejar, que salimos al centro, después de un triunfo en la primera ronda.
La tecnología también nos emparenta con los Mundiales. Sin ir demasiado tiempo atrás pensando en disfrutar en la comodidad del comedor del hogar, en Alemania 2006, todos fuimos por el plasma; en Sudáfrica 2010, por el LCD; en Brasil 2014, por el smart. Después buscamos pantalla “curva”; también con sonido envolvente donde la irritante “vuvuzela” sentíamos que la hacían sonar detrás de nuestro sillón en 2010; las pantallas cada vez de más pulgadas. Y así seguimos...
¿Pero qué pasaba antes? ¿Cómo llegaba la información a la gente? No había internet, ni redes sociales, ni portales, ni tantísimos medios que cubrieran el minuto a minuto de la Selección. Ni periodistas indiscretos twiteándolo todo, hasta si alguno estaba seco de vientre. Ni hablar si tenían día libre o no, o si uno se peleaba con otro.
La radio era la fiel compañía y por el medio que se enteraba la mayoría de la gente. Pero no era ni cerca, el “bombardeo” que hoy tenemos. Los diarios y revistas nos perpetuaban en sus fotos una fuerte jugada o el grito de gol de nuestros jugadores. Y cuando salía un póster, iba derechito a la pared de la habitación.
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Con el correr del tiempo, la televisión empezó a ganar lugar, pero siempre de la mano de la tecnología.
Si viajamos en el tiempo, el primer Mundial televisado fue Suiza 1954, antes hubo cuatro Mundiales donde lógicamente los registros son realmente muy pobres. Ahora bien, qué nos pasó a los argentinos con las transmisiones de radio y televisión.
Tras la muerte del general Juan Domingo Perón el 1º de julio de 1974, dos días después sucedería un hecho especial. La Selección Argentina se despediría del Mundial de Alemania, pero las alternativas no llegarían ni por radio ni por TV.
Ante el fallecimiento de Perón (en ese entonces Presidente de los argentinos), hubo una semana de duelo nacional y de allí que incluso en el seno de la delegación que estaba en Alemania sobrevoló la idea de no presentarse a jugar el miércoles 3. Finalmente se decidió jugar, pero por la Cadena Nacional imperante no se vió ni se escuchó aquel empate 1-1 frente Alemania del Este, donde por ejemplo debutó el Pato Fillol en el arco. Muchos, sintonizaron radios de Uruguay para enterarse del encuentro, del gol del Loco Houseman y saber que el Seleccionado terminaría en el séptimo lugar.
Se puede decir que en el Mundial de 1978 que se organiza en nuestro pais nace la televisación como la conocemos hoy. Gracias a la tecnología satelital los partidos se transmiten y desaparecen los resúmenes de los partidos que había hasta entonces, y que se pasaban en diferido.
Pero lo increíble de todo esto es que mientras el mundo veía los partidos en color, en Argentina se veían en blanco y negro, en los viejos aparatos que tenía cada hogar, y donde ni existía el control remoto.
En lo que sería el edificio de Canal 7 (ATC) y en algunos cines de Buenos Aires, se podía ver en color. Luego, solo la final con Holanda fue transmitida en color para Argentina (bajo norma alemana PAL-N).
Mientras la gente festejaba los goles de Kempes o las atajadas de Fillol, la peor y más sangrienta dictadura se quedaba con miles de vidas. Para la mayoría el Mundial tapó todo. Las radios estaban con el fútbol a full, y el “Gordo” José María Muñoz era “la voz oficial” a través de Radio Rivadavia. La revista “El Gráfico” con grandes fotos le ponía color a lo que la mayoría de los argentinos veía en los televisores blanco y negro.
Y sería recién en la Copa del Mundo siguiente, en España `82, donde observaríamos el Mundial entero en color. Todo el mundo buscó la forma de llegar a su primer “tele en color”, un lujo para la época. Y el que lo tenía, se preparaba para ser la “sede” de los partidos.
Desde la tecnología los cambios no serían importantes, solo que se seguían añadiendo países que recibían la señal en vivo.
Igualmente los relatores de radio seguirían regalando momentos sublimes. En el `86 aquel relato de Víctor Hugo Morales del segundo gol de Diego Maradona a los ingleses, y el “barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste?”, que aún emociona.
Desde el título en el `78, toda ciudad tuvo puntos de encuentro para festejar. Los bares y restaurantes servían para juntarse a ver el partido. Según el horario, podía encontrar a los chicos del secundario en la escuela o a los empleados en las oficinas. Y los bares, servían para juntarse a vivirlo con amigos.
El Obelisco era el punto en Buenos Aires; en La Plata, la esquina de 7 y 50. Allí banderas, camisetas, gorros, bufandas inundaban de celeste y blanco todo. La Avenida 7, y también calle 8, era un desfile incesante de autos tocando sus bocinas.
En el `86, no faltaron los grupos de gente en las vidrieras de alguna casa de elecrodoméstico formando verdaderas tribunas. Por un rato el pulso de la Ciudad se frenaba, ya que los partidos se jugaban a las 12 del mediodía ó por la tarde a las 16.
Mientras todo ocurría, los televisiores iban mejorando, y en las casas también se juntaban grupos de amigos (muchos manteniendo cábalas) y luego se salía a festejar.
En Italia `90`la gente festejó tras las atajadas de Goycochea en los penales contra Yugoslavia y los italianos. Tras perder la final no importó y también se ganaron las calles.
Desde entonces, hubo pocos motivos para salir a festejar, y muchos quedaron atragantados, ya que recién en Brasil 2014, Argentina pudo volver a jugar una final, pero en ambas cayó 1-0 con Alemania.
Con el paso del tiempo, la llegadas de internet, canales de noticias, la cobertura de los Mundiales ha pasado a ser prácticamente de 24 horas, cansando muchas veces al analizar el análisis de lo que se viene analizando, a puro griterío y gente frente a una cámara al borde de un ataque al corazón.
¿Por qué los medios argentinos ya están desde hace varios días en Rusia, cuando la Selección acaba de llegar? “¿Cuándo termina el Mundial?”, comenta alguno con ironía, sabiendo que ni empezó.
Hoy se ve y se comparte todo. Desde un jugador bañándose con su esposa, al primer diente de leche que le sale al hijo del chofer que maneja el micro del Seleccionado.
La tecnología nos ha puesto tan cerca de nuestros jugadores “espiándolos” todo el tiempo con los cortes de pelo, sus esposas e hijos, la barbita o el nuevo tatuaje; pero a la vez estamos cada vez más lejos, y los vemos como jugadores de “playstation” que bajan de un plato volador.
Por momentos cansa tanta “zaraza” durante horas y horas. A veces es demasiado, y ni siquiera empezó a rodar la pelotita.
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Mundial 86. en el centro de la ciudad la gente mira en las vidrieras / EL DÍA
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