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Además del imborrable dolor que deja la explosión ocurrida días atrás en la Escuela Primaria Nº 49 de Moreno, con origen en una pérdida de gas que hizo volar a la sala de maestros, en la que murieron la vicedirectora y la auxiliar docente de la institución, surge como conclusión inmediata y dominante la necesidad de que el Estado garantice un debido mantenimiento de los edificios escolares. Algo que, lamentablemente, no ocurre desde hace demasiado tiempo.
Se ha dicho ya que los accidentes suelen caracterizarse por su condición de ser hechos signados por la fatalidad, por ser casos fortuitos o derivados de fuerza mayor. Sin embargo, no ha sido este el penoso caso ocurrido en la escuela de Moreno. Se conoce, en cambio, que las autoridades del establecimiento habían reclamado infructuosamente en ocho oportunidades por la pérdida de gas. Deberán surgir, entonces, del Consejo Escolar del distrito y del área educativa provincial los informes pertinentes acerca de esta inexplicable desidia.
Se explica, entonces, y se justifica sobradamente la ola de indignación que ha causado este penoso episodio. Se conoció, también, que desde sectores docentes distritales se había denunciado el pésimo estado de la infraestructura escolar en Moreno. Según señalaron, los problemas de agua, cloacas, pozos, techos, calefacción y otras instalaciones son permanentes.
Más allá de que habrán de ser los peritos y bomberos actuantes quienes determinen el origen de la explosión, a rasgos generales puede aludirse a la situación deficitaria que exhiben muchos de los edificios escolares de la Provincia, privados de los trabajos de mantenimiento que se requieren para que puedan desarrollar su actividad sin contratiempos.
Algunas escuelas interrupieron las clases por falta de baños y de agua
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Las columnas de este diario se han ocupado se reflejar en los últimos años episodios tales como caídas de cielorrasos en pasillos y aulas, que obligaron a inhabilitar provisoriamente los edificios en situaciones que, sólo por imperio del azar, no se tradujeron en lesiones u otras consecuencias graves para alumnos, docentes y auxiliares.
Ha sido común, también, que algunas escuelas hayan debido interrumpir las clases por el mal estado en que se encontraban los baños, la falta de agua en los tanques, las malas instalaciones eléctricas, los techos y otras fallas edilicias. En fecha no lejana los padres de una escuela primaria realizaron una protesta callejera y la virtual toma del establecimiento debido a las graves deficiencias edilicias que presentaba la sede escolar. Asimismo, las crónicas detallan que ha sido habitual que los padres de los alumnos hayan trabajado en los edificios escolares, sea las canaletas de los techos para evitar eventuales filtraciones o pintando distintas dependencias, además de poner en condiciones los cortinados de las aulas.
El Estado debe garantizar las inversiones para mantener las escuelas en orden
Está claro que, cuando se habla de la calidad educativa no puede minimizarse el problema de la infraestructura edilicia. Una buena educación necesita de ámbitos cuidados, bien mantenidos, confortables y adecuadamente equipados. Lo contrario marca una degradación que, tarde o temprano, impregna otros eslabones del proceso educativo.
En este sentido, le cabe al Estado cumplir con la responsabilidad principal de mantener en debida forma a los edificios escolares públicos, sin dejar de ponderar aquí la acción positiva, a veces heroica, que despliegan los propios docentes, las cooperadoras y los padres en el mejor cuidado de los colegios. Hay que destacar, desde luego, que muchas asociaciones cooperadoras siguen haciendo grandes esfuerzos. De la misma manera, abundan los ejemplos de alumnos que se organizan para pintar aulas, limpiar los patios de las escuelas o mejorar espacios de sus colegios. Esas son las actitudes que deben ser destacadas e incentivadas.
Pero, como se dijo, nada de esto reemplaza la inexcusable responsabilidad del Estado, que es el que debe garantizar las inversiones necesarias para mantener los edificios escolares y planificar en debido tiempo las refacciones que demandan las escuelas. La tragedia ocurrida en la escuela de Moreno reclama esta primera respuesta.
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