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El Mundo |LA CARRERA ELECTORAL EN BRASIL

Fernando Haddad, el ex alcalde convertido en el plan B de Lula

El ex mandatario no puede postularse, y oficializó a quien era su compañero de fórmula como el candidato presidencial del PT

Fernando Haddad, el ex alcalde convertido en el plan B de Lula

Fernando Haddad, su compañera de fórmula Manuela D’Avila, y Dilma Rousseff, ayer en Curitiba / AFP

Curitiba

12 de Septiembre de 2018 | 00:56
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Fernando Haddad escuchó en tercera fila el histórico discurso con el que Lula se despidió horas antes de entrar a prisión, en abril. Ni los mayores elogios, ni los agradecimientos más sentidos fueron para él, pero a partir de ayer el correcto ex alcalde de San Pablo tiene ante sí el desafío más delicado: sustituir al líder.

Casi al filo del plazo dado por la justicia electoral, Lula (2003-2010) dio luz verde para que quien fuera su ministro de Educación en los años dorados de sus gobiernos asuma una misión que muchos ven casi imposible. Ni la cárcel, ni los escándalos que detonaron a su Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) o la crisis económica bajaron al patriarca de la izquierda del primer puesto de los sondeos.

Pero el medido Haddad, un abogado y ex profesor universitario de 55 años criado en San Pablo, no es Lula, y ahí están las encuestas para recordárselo. Pese a haber mejorado, sólo un 9% de los electores lo eligen por el momento como su candidato, según el sondeo de la firma Datafolha publicado el lunes. Y apenas le quedan cuatro semanas para convencerlos.

No es la primera vez que este descendiente de libaneses, que asegura haber aprendido tanto de la vida en la tienda de telas de su padre como en la universidad, arranca mal una elección. Su perfil no era el más cotizado cuando se planteó competir por la alcaldía de San Pablo en 2012, y terminó ganando.

Aquellos, sin embargo, eran otros tiempos. Los del inicio del gobierno de Dilma Rousseff (2011-2016), todavía bajo los destellos de aquel Brasil que se devoraba el mundo de la mano de Lula y que parecía no tener techo.

Pero lo tuvo y el propio Haddad sufrió el golpe en su despacho del corazón financiero de San Pablo, del que debió salir cabizbajo en 2016 tras la humillante derrota en las municipales ante el empresario liberal Joao Doria.

Muy criticado tras las marchas de 2013 desatadas por la suba de los transportes, cayó en la primera vuelta, dejando otro duro revés para el PT pocos meses después de la destitución de Rousseff. Aunque siempre supo que volvería a la primera línea.

“No soy una persona ansiosa, espero que las cosas pasen para tomar decisiones. Soy un ser político, participativo de la vida pública, desde los tiempos de la facultad”, afirmó en diciembre de 2016, preguntado por el diario El País sobre una posible candidatura nacional.

Graduado en Derecho, con una maestría en Economía y un doctorado en Filosofía, Haddad, casado con una dentista y padre de dos hijos, llegó al Ministerio de Educación en 2005 y fue manejando una de las carteras de las que Lula siempre estuvo más orgulloso.

Sólo salió del gobierno, ya con Dilma Rousseff, para disputar la alcaldía de la mayor ciudad de Sudamérica en 2012. Su trayectoria lo colocó en el corazón de la maquinaria del PT, pero sin salir nunca de la sombra de su mentor. “Haddad sólo hablaba cuando le preguntaban algo”, contó un antiguo aliado de Lula a la Gazeta do Povo.

Algunos le reprochan un estilo distante, injustamente según su modo de ver. “Soy hijo de un comerciante libanés y de una estudiante de magisterio. Aprendí en casa a conversar, a negociar, y tengo en general un comportamiento tranquilo, incluso en las situaciones más adversas. Las personas confunden eso con frialdad y no lo es”, confesó en una entrevista en 2017.

Esa barrera es la que debe derribar para acercarse sobre todo al cálido electorado del empobrecido nordeste del país, el bastión histórico del PT. Tampoco lo ayudaron acusaciones como la de la Fiscalía de San Pablo, que lo denunció la semana pasada por supuesta corrupción en su gestión como alcalde, algo que niega rotundamente.

A partir de ahora, será clave la capacidad de transferencia de votos de Lula para que él y su compañera de fórmula, la joven comunista Manuela D’Ávila, logren llegar al segundo turno, donde todo apunta a que esperará el ultraderechista Jair Bolsonaro. (AFP)

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