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Revista Domingo |SÍNDROME HOUDINI

Parejas en peligro: cada vez más casos de escapistas sentimentales

La falta de compromiso o el miedo a perder independencia son algunas de las razones de esta tendencia a evitar cualquier tipo de relación. Una de las principales características es la dificultad para mantener vínculos

Parejas en peligro: cada vez más casos de escapistas sentimentales
3 de Marzo de 2019 | 06:38
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La historia de sus escapes imposibles es bastante conocida: en el amanecer del siglo XX, Harry Houdini deslumbró al mundo con sus trucos de ilusionismo y, con talento para huir de una caja fuerte arrojada al fondo del mar o de una celda con varios candados en sus rejas, marcó un antes y un después en la historia de la magia. Hoy, casi un siglo después de aquellas hazañas, su nombre vuelve a estar presente pero no para ilustrar el truco de algún mago sino más bien para describir un tendencia que parece atacar cada vez a más parejas: la del síndrome Houdini. O, como muchos también le dicen, el auge de los escapistas sentimentales.

“Siempre existió pero ahora se hace bastante evidente”, apunta la psicóloga Susana Machado García, para quien muchas de las personas que asumen esta conducta no sólo tienen miedo al compromiso sino, por lo general, “una vieja herida sentimental que impide cualquier construcción afectiva con el otro”.

“Las relaciones a veces se piensan como bienes de consumo, algo que se usa”

 

En psicología, esta conducta busca explicar el afán de muchos por evitar cualquier tipo de relación. “Más que una enfermedad -apunta por su parte la psicóloga Raquel Monsoni- es un síndrome en el que todo el tiempo se evita cualquier tipo de vínculo emocional, sea por miedo a sentirse sometido o por una inseguridad aparentemente injustificada”.

Allá lejos y hace tiempo quedaron los tiempos en los que el único camino en la vida parecía ser casarse y tener hijos. El concepto de estructura familiar ha ido mutando y, mal que le pese a muchas estructuras conservadoras, existen familias monoparentales, matrimonio gay, múltiples formas de maternidad y muchos hombres y mujeres eligen no tener hijos, entre varias opciones. Y en esta explosiva paleta de colores, aparecen los que pueden gritar “amor, amor” a los cuatro vientos y así, a cuento de nada, desaparecer de golpe como si nunca hubiesen experimentado el más mínimo sentimiento.

Si bien en determinados momentos cualquiera se desvincula de algún afecto, ya sea a propósito o inconscientemente, según el psicólogo y escritor Pablo Palmero -creador del famoso término-, hay evidencias que permiten identificar a los escapistas. En su libro Los Pilares del Corazón, por caso, el experto considera que la principal característica de este síndrome es la dificultad para mantener sanas y duraderas las relaciones, ya sea de amistad o amorosas.

“Los vínculos tornan a parecerse cada vez más frágiles -asegura Monsoni-, y eso se debe a que el amor en el marco de una pareja a largo plazo ya no es visto como un bien preciado. Las cosas cambian y está bien que cambien: las mujeres son más independientes que años atrás y cada vez son menos las que mantendrían una relación por el simple hecho de estar en pareja, un mandato social que tal vez hace algunos años tenía un peso pero ya no tanto”.

En tiempos de modernidad líquida, como lo pensó el sociólogo Zygmunt Bauman, no son pocos los especialistas que sostienen que actualmente el amor tiene en muchos casos el signo de una transacción comercial: es un dar para recibir y nunca un gesto desinteresado. “Las relaciones a veces se piensan como bienes de consumo -apunta Monsoni-, algo que se usa y, una vez satisfecha la necesidad, se tira para pasar a lo siguiente”.

El ir y venir permanente entre el enamoramiento y el rechazo, y entre la idealización y la decepción también es, según se explica, una cualidad de los escapistas sentimentales. Como no pueden establecer un contacto honesto con la otra persona, la relación se vive desde la imaginación, por lo que se crea un patrón cíclico de atracción, excitación, duda, miedo y fuga.

Pero esta fuga, se remarca, no siempre es física sino más bien parte de una actitud: el trato con los que lo rodean se vuelve cada vez más frío hasta que llega un punto donde no hay rastro alguno de la relación que antes existió.

“Cada caso es un mundo y hay distintos tipos de escapista -opina Machado García-. Distinto es el caso del psicópata, que no se compromete con nada. Pero en esta conducta conocida como síndrome Houdini pueden confluir varias razones, desde el temor a dejar de ser autosuficiente, perder la independencia o, como decía, por una vieja herida que nos impide abrirnos a nuevos compromisos”.

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