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Mi amigo invencible: “Nos reencontramos con una sensación debutante hermosa”

El sábado, un día después de romper con la sequía y lanzar su primer disco en cuatro años, los mendocinos vuelven a la Ciudad

Mi amigo invencible: “Nos reencontramos con una sensación debutante hermosa”

Los mendocinos de Mi amigo invencible vuelven a La Plata / Nora Lezano

3 de Julio de 2019 | 03:26
Edición impresa

Mi amigo invencible vuelve el sábado a la sala de 58 entre 10 y 11 y a una ciudad donde a pesar de ser de Mendoza ya hacen de locales, apenas un día de lanzar al mundo “Dutsiland”, su nuevo disco. Y el primer trabajo en cuatro años, el período más largo para una banda habitualmente prolífica sin sacar álbum.

¿Qué pasó? “Lo que pasó fue que nos fuimos secando como una pasa, no teníamos un lugar propio donde relajarnos y experimentar con un sonido propio”, explica con candidez la banda. “Cuando empezamos a construir la gran sala, nuestro propio espacio, en una ciudad que no deja de ser ajena (viven en Buenos Aires) nos encontramos nuevamente con nosotros mismos, el sonido cambió para un lugar único, de una sensación debutante hermosa”.

Una juventud recobrada tras una vida artística remando: llegaron desde Mendoza a Buenos Aires en una época donde el “manso indie” no existía como etiqueta y los ojos de la ciudad donde atiende Dios no miraban hacia las provincias en busca de nuevas músicas. Cuando se cuente la historia de la federalización del rock, Mi amigo invencible será parte fundamental. 

Y ellos acceden: “Con otros grupos más pudimos estar en pleno proceso de federalización de la cultura del ‘indie’. Lamentablemente, se frenó un montón con este último gobierno, 

pero la experiencia nos dejó las herramientas para seguir desplegando el mapa”, revelan quienes hace doce años eran una banda de hardcore punk, pero un puñado de discos del indie emergente de aquellos años “ayudaron a confirmar que habíamos cumplido un ciclo”. Uno de esos álbumes fue “Navidad de reserva”, de El Mató.

Quizás, sin embargo, tanto remar desde los márgenes del mundo musical aportó a la sequía creativa. La comezón de los siete años fue para ellos la de la década: durante estos cuatro años sin discos, Mi amigo invencible se buscó a sí mismo, buceó en busca de motivación. 

Lanzaron un par de EPs muy bien recibidos, pero ellos mismos aceptan que “sirvieron para mantenernos distraídos y seguir buscando”. 

Mientras tanto, la palabra “crisis” se repetía en las entrevistas, donde prometían, desde hace al menos un par de años, un nuevo disco que nunca llegaba. Venían de “La Danza de los Principiantes”, que lanzado en 2015 se convirtió en el punto más alto de su producción discográfica, con “Máquina del tiempo” alcanzando 3 millones de reproducciones, inusitado para una banda indie. Y la expectativa que existía sobre su próxima obra pesaba, admiten. 

“Pesó hasta el momento en el que nos dimos cuenta de que es una irrealidad tratar de copiar una experiencia única como la de ‘La Danza’: es por eso que este disco fue en busca de una nueva. Sin intenciones de hacer algo mejor, si no, simplemente hacer algo distinto y honesto con nuestro presente”, revelan.

Pero la epifanía costó: antes, la banda tuvo que secarse como una pasa, según ellos mismos admiten, tras girar tanto con “La Danza” que sobre escena estaban automatizados, paralizados. Shows y más shows se confundían en una vorágine vertiginosa. Y de día, todos instalados en Buenos Aires, tenían que cruzar esa ciudad “ajena”, apretados en sudorosos subtes, para llegar a ensayar. Demasiado parecido a un trabajo de oficina. 

“En ese tramo era triste, porque estábamos trabajando con dos elementos hermosos: música y amistad, y había algo que no volvía, nuestro reflejo se había escondido”, explican los mendocinos. Hoy el oficio “es más un trabajo que nunca”, pero aunque aceptan que “arte y profesionalismo se contradicen por momentos, porque uno tira por la frescura y otro por el orden”, la chispa se volvió a encender. Y, dicen, esa aparente contradicción hace a lo artístico, “porque te obliga a estar en constante estado creativo para no caer en algo mecánico”.

“Todo eso ya es parte del pasado, son cosas que hay que vivirlas para entenderlas y sobre todo para poder continuar después de tanto tiempo poniéndole todo”, afirman hoy, de nuevo vibrantes ahora que encontraron un refugio de toda esa alienación en su sala (“ahí nos refugiamos y sentimos una pertenencia”). Y gracias, dicen, al público: “nos hizo seguir. No hemos parado de recibir mensajes super flasheros y muy fuertes en relación a cómo nuestra música le toca el alma a las personas... Saber que hay gente esperando que vuelvas a compartirles tu arte sostiene el optimismo”.  

Optimismo: la palabra asoma clave en este presente de una banda “melanco” por antonomasia, de letras existenciales, aunque, dicen, “en ‘Dutsiland’ tratamos de corrernos para un lugar un poco más optimista. Aunque no se si lo logramos, je”.

Fue producido y grabado junto al californiano Luke Temple, “Dutsiland”, adelantan, es “una crónica sobre el despertar de cada mañana y las batallas de cada día” que mezclaron junto a John McEntire, músico de Tortoise y productor de Yo la tengo y Stereolab, que apareció en su vida gracias a Shaman Herrera, productor en el inicio de este disco: “Nos mostró Tortoise, el grupo de John y dio la casualidad de que tocaban en Buenos Aires en esos días. Fuimos con los chicos de la banda y nos marcó un montón, fue un antes y un después”, relatan. 

Barajando ingenieros de mezcla tiempo después, no dudaron en ponerse en contacto: una experiencia feliz para Mi amigo invencible, que “terminamos una mezcla de un disco en seis días compartiendo unos burritos increíbles en California, tiempo record”. 

El nuevo disco de la banda asoma justo en un momento donde el formato está en crisis: los oyentes escuchan de a canciones gracias a Spotify y su algoritmo y la mayoría de los artistas se adecúa, lanzando música de a puchitos. 

Pero aunque a los mendocinos les parece que “las dos formas están bien” y vienen de lanzar dos EPs, el disco los seduce por “el concepto y la fuerza creativa de una gran experiencia. El disco es lo más parecido a una película, en la que podés ir desplegando mil ramas de un mismo árbol. En un single te quedás corto para abordar un tema”. 

Mi amigo invencible llega el sábado, con EPs recientes y nuevo disco bajo el brazo, aunque “Dutsiland” no será protagonista: “Vamos a tocar una parte del álbum mezclada en el repertorio, pero sobre todo, vamos a desempolvar algunos hits que no hacemos hace mucho, ya que este viento renovador que nos trae ‘Dutsiland’ nos inspiró a retomar desde otro lugar algunas de las canciones que dejamos de hacer. Van a haber algunas sorpresitas por ahí”, avisan...

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