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Espectáculos |MAÑANA trae a LA PLATA su show de humor y reflexión “esta noche mía”

Alfredo Casero: “Cuando el corazón te dice ‘pará un poco’ hay que hacerle caso”

Escuchó las alarmas de su cuerpo y, por eso, dejará de esforzarse tratando de superar sus éxitos. Dice que se baja de los escenarios

Alfredo Casero: “Cuando el corazón te dice ‘pará un poco’ hay que hacerle caso”

Casero, mañana en la nonna

María Virginia Bruno

María Virginia Bruno
vbruno@eldia.com

19 de Septiembre de 2019 | 03:05
Edición impresa

Alfredo Casero dice que el hecho de habérselas visto malas -“porque estuve jodido en serio”, confiesa-, sumado a la protección guerrera de su clan familiar, que se activa internamente cuando alguno de sus miembros no puede resolver por sí solo alguna situación, en este caso la de él y su alta exposición mediática derivada de sus encendidas declaraciones mediáticas y virtuales, lo llevan a bajarse, al menos por un tiempo, de los escenarios.

La fragilidad de su salud, con altas y bajas desde que debiera afrontar una seguidilla de complicaciones derivadas del bypass gástrico al que se sometió hace dos años, y que, de hecho, esta semana lo hicieron estar hospitalizado durante al menos unas horas, lo ayudaron a tomar la decisión.

“Me di cuenta que tengo que hacerle caso al corazón, que cuando te dice ‘pará un poco’, hay que parar”, reconoce, en diálogo con EL DIA, en la previa de su show en La Plata -mañana a las 21 en La Nonna-, el que anuncia como el final.

Aunque hay otros motivos que no esconde y que tienen que ver con una realidad que viven muchos artistas y su intento, eterno e involuntario a veces, de volver a repetir viejas glorias del pasado.

“La gente está muy acostumbrada a ver gratis las cosas en el teléfono y cuando tenés mucha cantidad de cosas hechas, y que la gente sigue recordando, vos ves que el tema de superarte es mucho más complejo de lo que parece”, admite Casero. En medio de esa odisea, tratando de ser fiel al espíritu de uno pero, a la vez, intentando hacer cosas que convoquen y gusten, “en un momento te das cuenta que estás esforzándote más de la cuenta”, sobre todo teniendo en cuenta que, al final, cuesta llenar las salas, “porque, seamos sinceros, cuando hay crisis lo primero que la gente levanta de su presupuesto es el teatro”.

En este sentido, Casero asegura que, por cumplir con las obligaciones de los shows que ha venido ofreciendo en los últimos años, “nunca pude hacer cosas que realmente tengo ganas de hacer y que no las hago, sinceramente, por pelotudo”.

“Perdí un montón de tiempo cuando mis hijos eran chicos, porque trabajaba veinte horas por día, entonces ahora tomo la determinación de vivir como se debería”, confiesa.

Todavía no sabe qué va a hacer, ni cómo. Dando vueltas tiene la idea de dedicarse a la mecánica naval, tira, aunque también tiene en mente una obra de teatro que no lo tendría a él en el escenario y que tampoco estaría relacionada con el humor. “Creo que ya está”, larga, aunque con pena, el creador de éxitos como “De la cabeza” o “Cha cha cha”, clásicos que no pierden la vigencia.

“Esta noche mía” se llama el show que traerá a Casero a la Ciudad, una propuesta para un público específico, destinado a “gente que no tiene problema de entender la forma de hacer humor”, su humor, al que define como “distinto, para inteligentes y entendidos”. También tendrá, claro, reflexiones sobre la actualidad política, esas que lo han llenado de detractores y por los que ha pasado los últimos meses en España por expreso pedido de sus tres criaturas: Guillermina, Nazareno y Minerva.

“Me quedé ahí bajo la estricta vigilancia de mis hijos que me dijeron ‘quedate ahí porque te vamos a matar’”, cuenta, entre risas, y se mete a detallar la dinámica familiar.

“Somos un clan. Tengo que hacer lo que se dice. Si hay alguno que no puede manejar el asunto, los otros, lo manejan. Siempre fuimos así”, agrega.

“Cuando volví de España, tuve unas complicaciones de salud, estuve yendo al sanatorio, y me quedé un día internado. Entonces, vino mi hija y me dice ‘acá la cuestión es que tenés que cortar con esto (‘esto’ es Twitter, en donde mantenía acaloradas discusiones con sus haters, entre insultos, amenazas de muerte y otras yerbas) porque esto es una boludes. Si me das la contraseña, te acompañamos, de lo contrario te vas a cagar, papá’”. Cortito y al pie.

Casero se guardó el orgullo en el bolsillo y cedió. “Tengo que negociar sino estos me hacen la guerra fría de verdad. Porque son bravísimos. Después tiran alguna para acercarse y hay posibilidad de que se rindan pero como somos todos orgullosos, y cancheros, yo no voy a decir nada, lo entrego y me callo”, reconoce, aunque, cuando puede, hace trampa.

“Un arreglo honorífico que se puede romper porque todavía tengo algunas formas de entrar a la cuenta de Twitter con un iPad viejo que tengo. Pero, si se avivan, va a ser muy duro”, bromea.

Pero, a pesar del chiste, se pone serio. En el anuncio de su despedida de Twitter explicaba: “Mis hijos, por mi salud, cierran mi cuenta. Les trancé mi contraseña, por seguir siendo su padre. Los hice sufrir, -y mucho- cuando estuve tanto tiempo internado.

Hoy no tengo fuerza porque me la gaste toda en salud. País trampa,1810”.

¿Cómo se viven dentro de la familia los escándalos mediáticos en los que se ve involucrado su padre? “Ya están acostumbrados”, admite Casero pero se queja: “Yo lamento que por pensar de una manera, o de decir las cosas de una manera, pasás a ser el enemigo público y ‘te vamos a matar’. Es una locura”.

Asegura que con sus opiniones y reflexiones busca que nadie rompa con el orden institucional. “Yo peleo por eso, y explico y repito. Para que la gente lo entienda. Para los que los más chicos pregunten de lo que hablo. Y cuando noto que hay un intento, yo algo tengo que hacer. Me sale de adentro”.

Dice que sus hijos lo tienen como “caballo loco”, y no permiten hablar de política en sus encuentros, aunque revela que a pesar de los reclamos y los retos, ellos sienten respeto por su forma de ser.

“En el fondo creo que les pone orgulloso que yo mantenga mi posición lo más inquebrantable posible. Sé que es lo mejor que yo puedo enseñarles a ellos”, remarca.

Se ofende ante la consulta sobre si alguna vez se arrepintió de tanta exposición, y manifiesta que sus problemas de salud actuales no tienen que ver con los escándalos en los que suele verse involucrado.

“Los problemas de salud tienen que ver con que estuve casi 200 días internado en el sanatorio, en terapia intensiva. Después, bueno, los daños colaterales de la cabeza de cada uno no vienen por este lado, esto es algo que no lo pego como algo psicosomático. Esto tiene que ver con haberme jugado a perder más de 50 de kilos, con poderme dedicar a pararme de otra manera delante de la vida y escaparte de ella viviendo de la mejor manera posible, entregando lo que tengo como artista, como persona, como ciudadano y como activista por la libertad de todo lo que me encanta”.

A futuro, sueña con “un país nuestro y bueno”, en el que existen acuerdos “entre lo que es la moral, la ética, el construir entre todos” y en el que se pueda aliviar la situación de los que más lo necesitan pero, ojo, “no permitir que te tomen de pelotudo”. Eso, dice, no se negocia.

“El tema de superarte es más complejo de lo que parece, y te vas dando cuenta que te esforzás más de la cuenta”

“En el fondo creo que a mis hijos los pone orgullosos que mantenga mi posición inquebrantable”

 

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