Murió tras 15 días de agonía el herido en el robo de la estación de servicio

El ladrón se paró a unos cinco metros de Carlos Julián Álvarez Allende (44), quien buscaba protección detrás de los surtidores. Levantó el arma pero no disparó. Tomó la moto del cocinero y se fue. Ya había hecho mucho daño y ayer se confirmó que fue todo lo posible: la víctima murió tras una internación de dos semanas en la que nunca logró superar el daño de los dos balazos que recibió en medio del robo de su moto.

Una de las hipótesis que se investigan le pone el arma en la mano a un chico de 15 años, quien fue llevado a la comisaría el lunes 9 junto a un joven de 19 años.

Al adolescente lo mandaron a la casa en cuestión de horas porque es inimputable de delitos para la ley penal. Sin embargo, lo volvieron a cargar a un patrullero de la Dirección de Investigaciones (DDI) el sábado pasado.

Los detectives lo involucran en otro crimen, ocurrido en la madrugada del 4 de septiembre, frente a una casa de 1 y 92. Fue el corolario de una historia de enfrentamientos entre jóvenes. Alrededor de las 3, Matías Andrés Tejeda Alegre, de 18 años, recibió un disparo en la cabeza por parte de lo se sospecha fue un trío criminal entre el adolescente en cuestión, un chico de 17 años y una chica de 18, quienes habían llegado en moto. Tejada Alegre, murió un par de días después por los daños en la cabeza. El presunto tirador murió antes, ya que familiares y amigos del baleado lo atacaron en una casa de 92 entre 4 y 5. Lo mataron a golpes y machetazos y quemaron su casa. La chica se salvó de milagro y fue detenida al salir del hospital.

Dos semanas en estado crítico

Según informó la Policía, Álvarez Allende estaba internado en la clínica La Ribera, de Ensenada. Tras una intervención quirúrgica en las primeras horas de convalecencia, se mantuvo en estado crítico, con coma inducido, indicó una fuente vinculada con el caso.

Ayer, a las 14.30, el cuerpo ya no pudo resistir las lesiones que provocaron las balas en una pierna y el abdomen.

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En su casa, situada en 99 entre 11 y 12, familiares suyos estaban desgarrados por el dolor. “Hay que cambiar las leyes. Esto no puede ser. No se puede vivir así. Algo hay que hacer con esta gente. Lo digo desde el dolor”, le dijo a este diario un joven, primo de la víctima.

El caso se inscribe en una larga lista de asaltos callejeros en la región, en muchos casos, marcados por la violencia contra las víctimas. Los golpes y las balas aparecen con recurrencia últimamente. Tanto, que en la noche del lunes, con dos horas de diferencia se registraron dos hechos de sangre a ocho cuadras de distancia, en jurisdicción de la comisaría quinta.

Alrededor de las 9 de la noche, una mujer de 47 años sufrió una feroz agresión con fines de robo por parte de dos motochorros. Uno de los delincuentes le aplicó varios culatazos en la cabeza y cuando la mujer estaba en el piso, pegada a su casa, le disparó en una pierna y tomó su celular. Adentro, sus hijos escuchaban los gritos pensando en que atacaban a una vecina. La mujer está fuera de peligro.

Disparo en la cabeza

Casi dos horas más tarde, en una casa situada en 58 entre 22 y 23, Tomás Selgas, de 25 años, descansaba en su pieza, que da a la calle y tiene balcón, cuando vio entrar un ladrón. Atrás, venía subiendo otro y cuando se abalanzó sobre el primero recibió un disparo en la cabeza. Disparó el que todavía trepaba hacia el primer piso.

La desgracia vino con milagro: el proyectil no logró traspasar el hueso frontal del jugador de rugby de Los Tilos pero quedó alojado sobre una de las cejas. Ayer, el joven se recuperaba de la lesión tras una intervención quirúrgica en la que le quitaron la bala.

En las horas posteriores a ambos hechos, en la Policía se sospechaba sobre la posibilidad de que ambos estuvieran conectados por los mismos ladrones y el mismo revólver. Con esa sospecha se buscaban imágenes de cámaras de seguridad del sistema público y privado de la Ciudad.

La tragedia en la que fue asesinado Álvarez Allende empezó a escribirse alrededor de las 23.30 del miércoles 4.

Circulaba por la avenida 7 en su moto cuando empezó el acoso de dos motochorros. El hombre, con pasado en el mundo gastronómico, como cocinero, buscó refugio en el movimiento y las luces de la estación de servicio situada en la esquina de 7 y 99.

Se ve en la filmación de la cámara de seguridad del comercio cómo busca esquivar a los ladrones bordeando una camioneta Ford Ranger blanca que, al parecer, ya había cargado combustible y tenía al conductor al volante.

No lo logra porque la moto con los dos ladrones se acerca y el acompañante, que llevaba una mochila de la App de envíos Rappi, le dispara. Esas mochilas aparecen seguido en los robos. Los falsos repartidores o “ChorrosApp”, según la jerga de la calle, buscan camuflarse entre los mensajeros para circular por las calles y acercarse a las víctimas.

En la continuidad de la escena, Álvarez Allende, ya herido, baja de la moto y el ladrón toma control del rodado.

Entonces, vuelve a levantar el arma pero no dispara. La víctima camina hacia la Ford Ranger, cuyo conductor, al ver la escena de los disparos y el arma nuevamente levantada a la altura de la cabeza, pone marcha atrás y acelera. En una maniobra rápida escapa de la escena mientras el cocinero también escapa hacia el local de ventas de la estación, doblado de dolor.

Ya estaba advertido el playero, quien primero confundió el estruendo del revólver con ruidos de motos.

Tras el paso por las oficinas de la DDI, el adolescente quedó alojado en un instituto de menores de Gambier. El joven de 19 años, ahora afrontará un proceso por el delito de homicidio agravado críminis causa con robo agravado, indicó la fuente policial vinculada al caso. La investigación del hecho se desarrolla con instrucción judicial de la fiscal penal Virginia Bravo.

El motociclista buscó refugio en la estación cuando era perseguido por la avenida siete

Se sospecha que los asaltos con heridos del lunes por la noche pueden estar conectados