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Deportes |LA JERARQUÍA DEL LÍDER MATÓ A UN ESQUEMA TÁCTICO RETOCADO

Fue mucho River para las ganas de un “León” que no define su identidad

Milito continúa lejos de convencer a los hinchas, pero esta vez la crítica sonó cruel. Sin reacción, hizo tarde los cambios

Fue mucho River para las ganas de un “León” que no define su identidad

El Pincha no estuvo a la altura de este River líder del torneo / D. Ripoll

Martín Mendinueta

Martín Mendinueta
@firmamendinueta

25 de Febrero de 2020 | 02:17
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Dos tan grandes como claras ideas conviven en la mirada global sobre lo ocurrido el último domingo en Uno. Por un lado, la incuestionable superioridad del ganador. River, legítimo único puntero de la Superliga, desplegó su jerarquía individual y colectiva para dominar, salvo en los veinte minutos iniciales, la enjundia y el gran esfuerzo físico de un Estudiantes que continúa lejos de convencer a sus hinchas.

Y por el otro, se advirtió con nitidez la ratificación de que a Gabriel Milito le sigue costando horrores ingresar en el corazón (léase como aceptación mayoritaria y palpable) de la familia albirroja. Su manera de parar el equipo en cancha, la falta de identidad en la propuesta general del juego que pregona, los cambios permanentes en la formación titular de un partido a otro, la demora para reaccionar y decidir las variantes, y su tibia autocrítica luego de rendimientos pobres que provocaron molestias y ácidos comentarios, vuelven a acercarlo peligrosamente a aquel escenario del cual lo rescató el presidente Verón, cuando su ciclo parecía desmoronarse por completo.

En el momento en que River, totalmente convencido de que el triunfo en La Plata no se le podía escapar, empezó a regular su elogiable ritmo de tenencia y ataque, una parte de la multitud volvió a castigar al técnico albirrojo con un cántico puntual que no contiene insultos y que ni siquiera lo menciona: “...es el equipo del Narigón”. En ese reclamo le están diciendo, una vez más, que no les gusta lo que ven y, además, lo señalan como principal responsable.

Pero es justo escribir que en esta ocasión Estudiantes no perdió por las discutibles decisiones tácticas y estratégicas de Milito. Cayó porque la distancia que lo separa del equipo de Gallardo es grande. A los veinte minutos del segundo tiempo el espectáculo se quedó sin incógnita, vacío de adrenalina. El “virus” del resultado puesto aniquiló cualquier expectativa. Estaba cantado el final de la noche. Al no haber pulseada pareja sobre el césped, la falta de generación de juego lúcido y de profundidad volvió a quedar en evidencia como la gran carencia de Estudiantes.

Milito, que trabaja a conciencia y se la pasa pensando la manera de ser filoso por las bandas, debiera tomar nota de todo lo que les cuesta a sus dirigidos construir buenos ataques. Sólo la valentía, el buen criterio y la muy respetable pegada desde la media distancia de Nahuel Estévez incomodaron al gran candidato a ser campeón.

Sin un armador, es difícil descubrir la identidad que pretende conseguir Estudiantes. Pero no es lo único que hace ruido... Facundo Sánchez mostró un nivel flojísimo; el pibe Mura, apreciables carencias técnicas para manejar la pelota ante la presión del rival, “Tití” Rodríguez, ahora de enlace por el eje central, sólo aportó un par de desbordes cuando se volcó hacia la banda derecha. Ángel González, en su peor versión desde que llegó como interesante refuerzo, parece no sentirse cómodo en la posición que ocupa. Sólo el juvenil Darío Sarmiento aportó frescura con su gambeta enmarañada. Por todo lo descripto, es lógico que nadie esté conforme.

APOYADO POR LA DIRECTIVA Y CUESTIONADO POR LA GENTE

Fue tan elogiable el desempeño general de River, que sonaron demasiado crueles los gritos hacia Milito. No pareció la noche propicia para expresar tanta intolerancia contenida. Podía pasar lo que terminó pasando. Ganó el que mejor juega, el que está señalado por la mayoría de las opiniones como el equipo número uno del país. Sólo por eso, los cánticos de rechazo al entrenador asomaron como un látigo nacido de la saña.

El panorama está muy claro. Lo apoya la Comisión Directiva mientras los cuestionamientos van creciendo en la tribuna. Los rivales que se acercan no tienen el poderío del Millonario y, por ende, el libro de los atenuantes será más delgado.

Gabriel Milito regresó al ojo de la tormenta. Sus próximas decisiones y el rendimiento de los jugadores que tanto lo respaldan serán clave para sacarlo de tan incómodo lugar.

 

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