El “Slow sex”: una búsqueda para la sexualidad consciente

Continuamente lo escuchamos: vivimos en la era del “multitasking” (la multitarea, en nuestro idioma). Con la vorágine cotidiana realizamos muchas cosas a la vez, tratando de aprovechar al máximo nuestro tiempo.

Pero ese sinfín de actividades que vamos realizando colabora con nuestro estrés y, quizás cuando necesitamos enfocarnos en una sola tarea, la cosa se dificulta. Hay que hacer un esfuerzo “sobrehumano” para estar física y mentalmente presentes en la misma cosa, sin estar pendientes de lo que nos toca después.

Un ejemplo clarísimo es el hecho de intimar con nuestra pareja sin pensar, por ejemplo, cuáles son los mandados que tenemos que haer al día siguiente, o que tarea dejamos pendiente del trabajo, o con quién pautamos una cena para el fin de semana.

Porque la cuestión no apunta solamente a que realizamos varias cosas a la vez, sino que también pretendemos realizarlas lo más rápido posible, para “tacharlas” de nuestra lista y pasar a la siguiente. Desgraciadamente, con el sexo (a veces) comienza a ocurrir lo mismo.

Para contrarrestar esta vida de apuros surge el “slow sex”, que no significa necesariamente el ritmo o la velocidad que debemos aplicar al acto sexual, sino que pretende lograr que “disfrutemos más” del tiempo que tenemos para hacerlo.

TIEMPOS

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Para inmiscuirse en este concepto, lo primero que hay que hacer es aclarar la cuestión del tiempo: Del “deprisa” y del “despacio”. Para eso, hay que ver si hay una cantidad de tiempo “ideal” para dedicar a las artes amatorias.

Claro está, la ciencia ya se hizo esa pregunta: según una investigación de la Sociedad de Terapia e Investigación Sexual, las relaciones sexuales satisfactorias -según lo dicho por las propias parejas- duraban “de 3 a 13 minutos” y no largas horas, como suele sobrevolar en la fantasía popular. Pero este tipo de estudios cronometraban la duración del coito, no el encuentro sexual completo.

Es así que cuando se decidió investigar el tiempo de las “previas” (para algunos especialistas “mal llamados así” porque son prácticas sexuales que pueden realizarse tanto “antes,como después, en medio o ser simplemente las protagonistas del encuentro”), se descubrió que tanto hombres como mujeres desean que se le dedique más tiempo a “los besos, las caricias o el sexo oral”.

Una encuesta reciente, realizada por la marca Bijoux Indiscrets (una boutique erótica que diseña cosmética erótica, juguetes para mujeres y accesorios de lencería) develó que “de una muestra de más de 2.000 personas, solo el 6,59% prefiere la penetración frente al 66,86% que disfruta más con la masturbación o con el sexo oral. El 26,54% elige los besos y las caricias”.

DEGUSTAR

Se considera que la verdadera cuestión no está en dedicar más tiempo al sexo, sino “tiempo de calidad”.

La idea del “slow sex” proviene del movimiento “slow food”, que comenzó a finales de los 80. Este movimiento defendía “la necesidad de tomarse la comida como un placer para degustar con tiempo” y surgió justo cuando comenzó el auge de la comida rápida. Se trataba de una cuestión global: no solo comer con calma, sino disfrutar de la preparación, masticar, experimentar cada uno de los sabores y, además, prestarles más atención a las personas que nos acompañan.

Si se aplica este mismo concepto al sexo, se supone que no solo debemos tomarnos “más tiempo” para el encuentro sexual, sino también disfrutar de la seducción previa, de la excitación anticipada y de usar los cinco sentidos. ¿El objetivo? Mejorar realmente el placer del encuentro sexual.

REACTIVAR

La norteamericana Diana Richardson fue la que desarrolló el concepto, justamente en su libro, que lleva el título “Slow Sex”.

Para la autora, una de las claves es “hacer del sexo una decisión consciente en vez de un encuentro accidental”. Esta idea puede resultar muy útil, en especial, para las parejas en las que el deseo, con el paso del tiempo, ya no surge tan espontáneamente como antes. La propuesta es que “para encontrarlo hay que proponerse buscarlo”. También hay que aceptar que ese impulso sexual no va a surgir siempre, pero “cuando cocinamos el encuentro a fuego lento, de forma consciente” podemos conseguir “volver a avivar la llama”.

SEXUALIDAD CONSCIENTE

Otra de las claves para dejar de pensar en las tareas cotidianas (“¿saqué la basura?”, “¿apagué el gas?”, “¿mandé ese correo?”) es aprender a conectar más con el momento.

“Si profundizamos en la sexualidad, el piloto automático fomenta relaciones sexuales más impulsivas, ansiosas, con los sentidos dormidos, sin conciencia plena”, es el aporte que realiza la psicóloga Yolanda Cuevas. Ella considera que “escuchar a tu cuerpo y aprender a despertar los sentidos en el desarrollo de una actividad sexual va a aumentar no solo la conexión con la pareja, sino el disfrute propio y mutuo. Cuando la mente no acompaña, el disfrute disminuye boicoteando el orgasmo en muchas ocasiones”.

Por ese motivo, el “slow sex” no sirve de nada “si no somos capaces de conectar con la persona y el momento para realmente ser capaces de disfrutar del mismo”.