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¿Se puede separar al artista de su obra? La pregunta vuelve a formularse ante la última película del realizador polaco acusado de violación hace medio siglo, y que utiliza el caso Dreyfus para señalar a sus acusadores en la cinta que se estrena el jueves
Acusado y acusador, cara a cara en “J’accuse”, estreno del jueves en salas locales / Guy Ferrandis
Roman Polanski presentó su última película, “J’accuse”, hace casi dos años, en el Festival de Venecia. El jurado del evento era presidido por Lucrecia Martel, quien avisó que no iría a la proyección del filme, en solidaridad con las víctimas de acoso sexual: Polanski está acusado de violar a Samantha Geimer cuando tenía 13 años (finalmente quedó en una sentencia de culpabilidad de tener relaciones ilícitas con una menor). “No separo al hombre de la obra”, afirmó la cineasta argentina. El público de la Mostra pensó distinto, y ovacionó la película donde el director acusado acusa, una cinta sobre el caso Dreyfus, el soldado acusado injustamente de espionaje y condenado por judío, víctima de una caza de brujas.
Han pasado más de 20 meses y una pandemia desde aquello, pero “J’accuse” se estrenará en salas locales el jueves con el debate vigente: ¿se puede separar al hombre de su obra? Polanski dice que no hace falta: en una entrevista brindada a Paris Match por el estreno de la película en Francia, aseguró que han tratado de convertirle “en un monstruo”. Y se defendió: consideró “lamentable” lo que hizo con Samantha Geimer, menor de 13 años en 1977, por lo que fue acusado de violación en Estados Unidos, pero repitió que la propia mujer asegura que no se produjo tal delito. El realizador de “El pianista” reconoce una “relación ilícita con una menor” pero asegura, una y otra vez, que solo él y Samantha saben lo que pasó aquel día en la mansión de Jack Nicholson. Y que “las costumbres han cambiado profundamente. Nos olvidamos de qué manera nuestra sociedad era más libre, más tolerante. Todo de lo que me acusan nos lleva a aquella época. Hace casi medio siglo”.
“Tengamos un poco de humildad, imaginemos como van a juzgarnos en 50 años”, disparó en la misma entrevista Polanski. “En 1977 cometí un error y mi familia paga el precio casi medio siglo más tarde. Los medios de comunicación se han lanzado contra mí con una violencia inusitada. Retoman cada nueva falsa acusación, aunque sea absurda y sin sustancia, porque les permite resucitar esa historia”, afirmó el cineasta.
“J’accuse” está insuflada por el deseo de Polanski, que no puede ingresar a Estados Unidos (está prófugo por el caso Geimer), de defenderse. Y acusar a sus acusadores: “J’accuse” es la recreación del caso Dreyfus, una de las más emblemáticas falsas acusaciones de la historia, una caza de brujas que desató histeria y una grieta política en el corazón de Francia.
La historia la protagoniza Alfred Dreyfus, acusado por espiar a Alemania, humillado y condenado a cadena perpetua en la Isla del Diablo. En realidad Dreyfus es inocente, condenado solamente por su condición de judío, y acusado por colegas que aprovechan para escalar en el poder. La revelación del escándalo en “J’accuse…!” (“Yo acuso”), un artículo de Émile Zola de 1898, provocó una sucesión de crisis políticas y sociales inéditas en Francia que, en el momento de su apogeo en 1899, revelaron las fracturas pronunciadas que subyacían en la Tercera República Francesa.
“Las grandes historias suelen convertirse en grandes películas, y el caso Dreyfus es una historia excepcional. La historia de un hombre acusado injustamente siempre es fascinante, pero además es un tema muy actual si tenemos en cuenta el recrudecimiento del antisemitismo”, afirmó Polanski sobre el filme.
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El cineasta polaco-francés es judío, pero es evidente que la “actualidad” de esta “historia aterradora” que desliza tiene otra connotación: protagonizada por Jean Dujardin, Louis Garrel y la mujer de Polanski, Emmanuelle Seigner, ha sido leída como una defensa de Polanski contra la histeria colectiva que rodea aquel caso por el que fue acusado de violación. Una especie de autoterapia ante una situación que a sus 86 años no parece darle respiro.
En una entrevista incluida en el dossier de prensa que acompaña la película “J’accuse”, Polanski aceptó los paralelismos evidentes, afirmando ver en las acusaciones contra él “la misma determinación por negar los hechos” y condenarle por cosas que no ha hecho que en la historia de Alfred Dreyfus.
“Desde la muerte de Sharon Tate me persiguen con historias absurdas de mujeres a las que nunca he visto en mi vida”
Roman Polanski
“Desde la muerte de Sharon Tate”, tiró Polanski, en alusión a la actriz asesinada por la familia Manson cuando era su pareja, “me persiguen, es como una bola de nieve, en cada estación se añade una nueva capa, historias absurdas de mujeres a las que nunca he visto en mi vida y que me acusan de cosas que supuestamente ocurrieron hace medio siglo”.
Desde ya, su defensa fílmica trajo nuevas respuestas, nuevos debates: mientras sus incondicionales siguen reclamando que se separe al hombre de su obra, como hizo el jurado de la Mostra de Venezia, que le entregó el León de Plata, una de las revistas más famosas de Hollywood, Variety, consideró que el símil que plantea Polanski es “obsceno”.
También aparecieron nuevas acusaciones: días antes del estreno en Francia, otra mujer acusó al director de haberla violado en su juventud, lo que puso fin a la rueda de prensa que venían realizando los actores del filme.
“’J’accuse’ ha marcado mi límite”, afirmó Valentine Monnier, actriz y fotógrafa que denunció a Polanski, tras no soportar escuchar a Polanski entonar el “Yo acuso” y ponerse en el papel de víctima de un juicio mediático. Polanski rechazó las acusaciones “falsas” y “aberrantes”, realizadas, dijo, tanto tiempo después que el supuesto crimen haya prescrito y ya no se pueda defender en un tribunal. “Mi cliente no participará en el tribunal mediático”, dijo entonces su abogado, Hervé Temine.
Así y todo, “J’accuse”, una poderosa película que muestra la potencia del cine de Polanski, fue nominada a 12 premios Cesar, los principales premios del cine francés. Pero Polanski no fue a la ceremonia, luego de que numerosas figuras del firmamento galo se pronunciaran en contra de la presencia del realizador. Adele Haenel afirmó incluso que la presencia del director supondría “un escupitajo en la cara” para las mujeres.
Ante ese clima, Polanski prefirió “no afrontar a un autoproclamado tribunal de la opinión pública dispuesto a pisotear los principios del Estado de derecho para que lo irracional triunfe de nuevo”, declaraciones que, desde ya, fueron recibidas con furia por los colectivos feministas. “J’accuse” no fue elegida en los César como la mejor película francesa del año. Pero la Academia de Artes y Técnica del Cine francesa sí le entregó a Polanski el premio a mejor director.
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