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La Ciudad |Problemas para cubrir cargos en pediatría, terapia y clínica en los hospitales

Inquietud sanitaria por falta de médicos en el sector público

Apuntan que por las condiciones laborales y una baja remuneración, cuesta ocupar vacantes en especialidades críticas. La Provincia admite un atraso que viene “de arrastre”, pero asegura que la situación “mejoró bastante”

Inquietud sanitaria por falta de médicos en el sector público
Jorge Garay

Jorge Garay
jgaray@eldia.com

20 de Junio de 2022 | 01:29
Edición impresa

La falta de médicos en los hospitales públicos pone en aviso al sistema sanitario de la Región, en el marco de una problemática que afecta a especialidades críticas como clínica, terapia, pediatría y neonatología, entre otras con serias dificultades para cubrir vacantes. Con matices, los testimonios recogidos por EL DIA se repiten en cada caso: las “malas condiciones de trabajo” y los “bajos salarios que se ofrecen” llevan a que cada vez sea más difícil ocupar los cargos que se necesitan.

El fenómeno no es nuevo ni se circunscribe a La Plata. Pero se agudiza año tras año y el distrito lo sufre de manera particular. Como muestra el hecho de que aún con 5.642 matriculados en el Colegio de Médicos de la Provincia, una mayoría de 615 pediatras y pese al incremento de la oferta laboral muchas veces los puestos que se requieren quedan desiertos.

“Es multicausal, pero la mala remuneración está entre las principales razones”, advierte la presidenta de la Sociedad de Pediatría de La Plata, Cecilia Luna y que “la mayoría de los clínicos pediatras de la Ciudad tienen pluriempleo para llegar a un sueldo mínimo y necesitan hacer guardias extenuantes para insertarse”.

Por eso, y pese a algunas mejoras en las condiciones laborales, los problemas -sobre todo en el sistema público- persisten.

vACANTES

Luna agrega otro dato preocupante: más de la mitad de los cargos para la formación de residentes en clínica pediátrica quedan vacantes o son adjudicados para ser “renunciados” al poco tiempo. “Entre un 50 y 60 por ciento de los cargos que se ofrecen en la Región no se cubren”, apunta sobre la base de un relevamiento extraoficial realizado en el sector público y que anuncia que en poco tiempo más podrían faltar médicos para atender a los chicos: “La perspectiva es terrible. Cómo va a haber pediatras si no se están formando y si cada vez menos estudiantes eligen la especialidad”.

Su testimonio coincide con el del pediatra y neonatólogo Santiago Silva Loiacono, quien observa que si las residencias médicas no se cubren es “porque los alumnos no quieren ser esclavos del sistema de guardias y el pluriempleo”. E insiste en que, por más vocación y dedicación que se ponga, la práctica “no está bien remunerada, menos en La Plata, donde se nota cada vez más la diferencia económica con la ciudad de Buenos Aires”.

Sin contar que actividades como la del pediatra o médico de cabecera son a tiempo completo: “No termina la jornada laboral con el cierre del consultorio, el límite lo pone cada pediatra con sus pacientes y es difícil con medios de comunicación como el WhatsApp, donde el paciente tiene acceso a libre demanda. Hoy se valora la consulta rápida. Y si es gratis mejor”, remata Silva Loiacono.

En la Sociedad de Pediatría advierten que alrededor del 60% de los cargos no se llegan a cubrir

Todo es caldo de cultivo para el burnout o síndrome del agotamiento laboral que dice padecer el grueso de los médicos. Así lo subraya la presidenta de la asociación de profesionales y jefa del servicio de clínica médica del Hospital de Niños Sor María Ludovica, Zulma Fernández, quien además señala que “la mala remuneración comienza desde la residencia” y que por eso los cupos no se completan.

Después de remarcar varias veces la importancia de un nuevo modelo de residencia (que mejore la situación actual y que está en pleno debate), Fernández lamenta que, “mientras antes nos matábamos para ingresar a un hospital de referencia como el Ludovica, hoy las guardias sumamente agotadoras no atraen a los jóvenes para su capacitación” y que entre los médicos se refleja lo que parece norma en los millenials (como se conoce a los nacidos entre los ‘80 y 2.000): “Ellos buscan mejorar su calidad de vida por sobre el sacrificio permanente que exige la profesión”.

UNA PROBLEMÁTICA QUE SE REPITE

Que no son solo los pediatras. Que también los médicos intensivistas y los clínicos y ni siquiera solo ellos. Que (la cita es de Borges) dos es una mera coincidencia; tres, una confirmación. Que en general la profesión está mal paga y un médico ingresante apenas si llega a cubrir el valor de una canasta básica. Que los honorarios son “muy bajos” en el sector privado y los salarios, “miserables” en el público, donde, entre otras problemáticas, los profesionales lidian además con reiteradas situaciones de violencia y falta de insumos. Y que todo ello obliga a fatigar largas horas de consultorio o a cumplir guardias “inhumanas” que en no pocos casos acumulan las 24 horas corridas. Que la meta es el salario digno, que en ello se juega la salud del médico y la vida del paciente corre riesgo.

Lo repiten en el Colegio y en la Agremiación Médica Platense. También Leandro Tumino, de la terapia intensiva del Hospital San Martín, apela al sentido común para decir sin eufemismos: “Ni un chofer de micro puede manejar más de 8 horas, mientras nosotros, que tenemos la vida de las personas en nuestras manos y que cualquier disminución de la atención puede impactar negativamente en la salud del paciente, trabajamos hasta 24 horas seguidas”.

“Garantizamos el ingreso a planta de todos los residentes”, dicen en la Provincia

Como sucede con otras especialidades, también el médico intensivista sufre con el pluriempleo y salarios que muchas veces no reconocen la responsabilidad que implica el seguimiento de pacientes críticos. “El 97% de los profesionales que trabajan en terapia intensiva padecen burnout; casi la mitad quiere dejar la especialidad y más del 30% presenta intenciones suicidas”, alerta Tumino, que el año pasado quiso medir las huellas de la pandemia en un informe con más de 2.000 encuestados.

“Las nuevas generaciones ven eso y dicen ‘no quiero esto para mí’”, reflexiona el también instructor de residentes en el Policlínico y que por más que surjan nuevas ofertas de trabajo en la especialidad son cada vez más las vacantes en hospitales como el San Martín, el Rossi o el San Juan de Dios. Y ni que hablar en los centros de atención primaria donde, admiten en el Municipio, los problemas de cobertura a esta altura ya resultan “crónicos”.

Más QUEJAS Y LA RESPUESTA DE LA PROVINCIA

Mientras, en la Provincia aseguran que el atraso venía “de arrastre” y que por eso “el gobernador, Axel Kicillof, garantizó el ingreso a planta de todos los especialistas salidos de las residencias”, que “incluso se aumentaron los cupos de residentes para formar médicos” y que “el caso más claro es el de los anestesistas, que se duplicaron para compensar el faltante”. En ese sentido, indican los voceros del ministerio de Salud, “la situación mejoró bastante”. Y, aunque reconocen que “todavía existen especialidades críticas que faltan en algunos hospitales”, destacan que “esta gestión efectuó el ingreso de 36 mil trabajadores a una planta provincial que tenía 65 mil, registrando un aumento del 50%”.

Sin embargo, las quejas se multiplican y hablan de una “devaluación” y un “desinterés” por parte de graduados que, por ejemplo, cada vez optan menos por la medicina clínica como especialidad.

Carlos March, especialista en clínica médica y jefe de sala de internación en el San Martín y el Instituto del Diagnóstico, lo explica con una ecuación muy simple. Con los avances tecnológicos, entiende, el sistema sanitario ha destinado más recursos a la aparatología que al accionar del médico de cabecera. De nuevo, eso se traduce en una peor remuneración y en una deserción que en la Ciudad “lleva a un déficit de médicos de cabecera en el ámbito ambulatorio y en la internación, cuyas consecuencias más relevantes son la solicitud de estudios o tratamientos innecesarios; demoras en el acceso a la consulta o turnos; la despersonalización del acto médico y -en el caso de los profesionales clínicos- una altísima tasa de burnout”.

March concluye junto con sus pares en que el escenario se agravó durante la pandemia, que muchos médicos (él incluso) todavía no se han podido recuperar y que todo eso va “en desmedro de la calidad de atención del paciente”.

 

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