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Séptimo Día |El platense Federico Axat se ha consolidado como un referente de ese género

“La última salida”: un thriller psicológico

Esta novela de intriga y manipulación atrapa al lector en la mente de Ted, un hombre aparentemente exitoso que recibe una propuesta en un momento clave de su vida

“La última salida”: un thriller psicológico

El escritor nació el 19 de junio de 1975 en La Plata / Facebook

Francina Lorenzo
florenzo@eldia.com

20 de Octubre de 2024 | 06:05
Edición impresa

“Ted McKay estaba punto de pegarse un tiro en la sien cuando el timbre de su casa empezó a sonar con insistencia”. El reto es detenerse ahí. En La primera salida la única certeza que existe es la incertidumbre. Federico Axat, escritor nacido el 19 de junio de 1975 en La Plata, ha logrado atrapar lectores con su intrigante prosa y su dominio del suspense. Desde sus primeros años, la literatura lo sedujo, comenzando con las entrañables historietas de Mafalda y Patoruzú, y más tarde, sumergiéndose en los mundos de Julio Verne y Stephen King.

El descubrimiento de estos maestros del terror y el thriller fue una revelación; Axat encontró en sus páginas un refugio emocionante que despertó su pasión por las letras. A pesar de haber iniciado estudios en ingeniería civil, su amor por la narrativa lo impulsó a dejar atrás esa senda convencional. Con valentía y determinación, renunció a su trabajo para dedicarse plenamente a la escritura, un viaje que no estuvo exento de desafíos.

En 2010, su primera novela, “Benjamín”, emergió de este proceso de autoexploración y creatividad, marcando el inicio de una carrera literaria prometedora. Desde entonces, Axat ha publicado varias novelas aclamadas, consolidándose como una de las voces más singulares del thriller psicológico en la literatura contemporánea.

Lo que distingue a Axat no solo es su habilidad para tejer tramas inquietantes y personajes memorables, sino también su genuina conexión con sus lectores. Su comunidad de seguidores aprecia no solo sus historias, sino también la calidez y apertura que él ofrece a través de las redes sociales. Si buscas un autor que te mantenga al borde del asiento, Federico Axat es, sin duda, una elección imperdible.

“La última salida” es un thriller que juega con la mente del lector, un laberinto psicológico que desafía las expectativas a cada giro de página.

La narrativa comienza con Ted, un hombre que aparenta tenerlo todo: una familia amorosa, un éxito profesional innegable, y sin embargo, se encuentra al borde del suicidio. Desde esta primera premisa ya solo quedan intrigas. ¿Qué lo ha llevado a tal decisión? ¿Cómo es posible que, en un momento tan crítico, reciba una nota que parece haber escrito él mismo, instándole a abrir la puerta para evitar su trágico destino? Una especie de catalizador, que lanza a una serie de giros que mantienen el pulso acelerado.

Axat, con su habilidad narrativa, se convierte en un hábil ajedrecista, juego al que es aficionado. Presenta un tablero donde cada movimiento, cada decisión, trae aparejadas sus consecuencias. A medida que Ted interactúa con un desconocido llamado Lynch, la trama se complica aún más. La propuesta de Lynch es una oferta que, a primera vista, parece una salida, pero rápidamente se transforma en un juego macabro de manipulaciones. Es aquí donde el lector se encuentra atrapado y, sobre todo desconcertado, sin saber dónde confiar.

El simbolismo de la zarigüeya y el ajedrez no es solo decorativo; refleja la esencia del juego que Axat ha creado. La zarigüeya, a menudo considerada un animal despreciable, juega un papel crucial en la narrativa, así como el ajedrez simboliza la estrategia y la manipulación. Cada movimiento de los personajes es meticulosamente calculado, y la tensión se incrementa con cada revelación, manteniendo al lector al borde de su asiento.

- Naciste en La Plata. ¿Cómo influyó la ciudad en tu desarrollo como escritor?

- Mi relación fuerte con los libros empezó a los once o doce años. Los textos que me daban en la escuela me habían alejado un poco de la literatura; me resultaban complicados o quizás era sólo el hecho de que estaban teñidos de la obligatoriedad escolar, no lo sé. En primer año del secundario, una profesora tuvo el buen tino de que cada alumno eligiera el libro que quería leer. Yo elegí uno de Julio Verne, autor del que ya había leído algunos libros. Ese libro fue La Isla Misteriosa y me marcó profundamente. Después llegó Stephen King, que fue el primer autor que me sumergió en la literatura incluso con más pasión que el cine. Devoré todos sus libros y luego empecé con otros autores. En esos momentos estaba formando mi identidad como escritor, que en mi caso es meramente entretenimiento. No pretendo mucho más que entretener a la hora de escribir. Había un patrón en todo lo que leía: eran mundos diferentes al que yo habitaba. En ese momento no fui nada consciente de esto, por supuesto, pero cuando empecé a inventar mis primeros escritos, transcurrían en otra realidad diferente a la mía. Escribir historias que transcurrían en Estados Unidos era para mí natural, porque era un mundo que había conocido puramente a través de los libros, del cine y de la televisión, donde para mí sucedía la ficción que me gustaba. En ese momento no tenía ni el sueño más remoto de publicar alguna vez así que no me interesaba nada la rigurosidad. Además eran tiempos anteriores a internet. Ya en la universidad me acerqué a la literatura argentina desde otro lado, y la amé, por supuesto. Pero mi identidad como autor se gestó en otra parte.

Cada tanto tengo muchas ganas de escribir más de mis lugares, de la casa de mi abuela, el patio de mi tía Coca lleno de plantas, los chicos del barrio… Seguramente en algún momento lo haga.

- Sí, de hecho, a medida que el lector se adentra en La última salida, parece que pensaras en inglés. Sé que una gran influencia fue la de Stephen King. ¿Sentís que eso se manifiesta en tu escritura?

- Muchas cosas las pienso en inglés; diálogos o situaciones que tengo que “traducir” para que el tono no resulte chocante en español. Justamente La última salida fue traducida al inglés, y cuando la leí me di cuenta de que funcionaba muy bien en el idioma original de los personajes, lo cual fue muy gratificante.

- También has mencionado que te inspiraste en películas de suspenso. ¿Cómo crees que el cine ha influido en tu estilo de escritura?

- Muchísimo. Porque mis primeras experiencias de sentirme transportado a otro mundo fue en el cine, con películas como E.T., Volver al futuro, Indiana Jones y tantas otras. Y yo quería contar historias así de entretenidas. Con el tiempo fui encontrando mi voz y el género en el que me siento más cómodo, que es el thriller psicológico.

- ¿Cómo es tu proceso de escritura? ¿Tenés alguna rutina? ¿Ves la escritura como inspiración o como trabajo?

- Hoy en día, con hijos pequeños, mi rutina es escribir cuando puedo, casi siempre por las mañana. No tengo mucha constancia, así que lo que más me funciona a mí es escribir por períodos breves de tiempo pero intensos, de aproximadamente una hora. Y creo que cualquier novelista estará de acuerdo en que hay muchísimo más trabajo que inspiración en la confección de un libro. Al menos esa es mi experiencia.

- Alguna vez dijiste que fuiste tu propio obstáculo en tu carrera literaria. ¿A qué te referís? ¿Qué miedos tuviste? ¿Los seguís teniendo?

- Decir que tuve miedos en mi carrera sería pensar que creía en la posibilidad de una. Y nunca fue así. Ese es el obstáculo al que me refiero. Nunca, durante mi adolescencia, y ni siquiera a los 25, cuando ya había escrito mi primera novela, me permití soñar con ser escritor. Es algo que no entiendo del todo, porque soñar no debería negársele a nadie, ¿no? Yo no conocía ningún escritor, los que admiraba estaban en otros países o muertos, así que de alguna forma veía a los libros como cosas que se gestaban en otra dimensión. Mi papá siempre decía: “¿Cómo Fulano va a ser presidente si vivía a la vuelta de casa?” Bueno, resulta que había una futura presidenta que vivía a unas cuadras de mi casa en Tolosa. ¿Por qué yo no podía soñar con escribir libros algún día?

- Contaste que tu primer lector fue tu hermano. ¿Cómo fue ese momento?

Como te contaba, siempre escribí relatos, cuentos, incluso novelas cortas. Pero nunca había escrito una novela “larga”, como las que a mí me gustaba leer. Una vez recibido de Ingeniero y ya trabajando en una empresa, sentí que esa posibilidad se alejaba cada vez más. Tenía 27 años y un día decidí renunciar y gastar todos mis ahorros para vivir un año sin trabajar y escribir finalmente una novela. Mi familia se sorprendió, porque sólo algunos amigos muy cercanos sabían de mi afición por la escritura o habían leído algún texto mío. Lamentablemente, me quedé sin plata y tuve que volver a trabajar. En uno o dos años más logré terminar el libro y se lo di a mi hermano para que lo leyera. Nunca me voy a olvidar el día que me dio su “veredicto”. Lo vi en su cara. Lo había sorprendido. Y entonces me hizo la pregunta obvia: “¿Y ahora qué vas a hacer?” Y mi respuesta fue: “¿Cómo qué voy a hacer? Nada. Se la voy a dar a otras personas para que la lean”. Todavía en ese momento, acercándome a los treinta años (hoy tengo casi cincuenta) seguía negándome un sueño.

- ¿Y entonces qué hiciste? ¿Cómo llegó la publicación después de esa sorpresa? ¿Fue fortuito?

No fue fortuito. Una vez que el mensaje de mi hermano y de otras personas caló en mí decidí empezar a transitar ese camino, del que no sabía absolutamente nada. Siempre cuento la anécdota de que mi primera “acción” para ser escritor fue entrar a una librería y anotar los nombres de las editoriales. Nunca le había prestado atención a las editoriales, ni siquiera a las de mis autores favoritos. Además en internet no había foros ni fuentes de información claras.

Por otra parte, lo que yo escribía no se parecía en nada a lo que escribían mis colegas actuales y pasados. Sumado a eso, escribir sobre Estados Unidos no estaba bien visto en círculos académicos. Una vez participé de un taller literario y yo era el bicho más raro de todos.

Pero mi lado ingenieril salió y empecé a afrontar el tema de forma metódica. Golpeando puertas, tanto de editoriales como de agentes literarios, que fue otro descubrimiento de esos tiempos de exploración. Finalmente di con la puerta correcta y conseguí un contrato de publicación para mi primera novela.

- A lo largo de tu carrera, ¿ha cambiado tu perspectiva sobre la escritura? ¿Eres el mismo escritor que en Benjamín?

- He aprendido bastante del oficio (espero) pero en esencia no he cambiado mucho en algo que para mí es muy importante. Para mí la literatura es entretenimiento, para el lector y para mí. No pretendo cambiar nada con mis libros, ni convencer a nadie de nada. No digo que eso no esté bien, ni que no haya que hacerlo (yo elijo otras formas) pero para mí la literatura es un momento de recreo y de escape.

- ¿Qué decisiones tomaste al estructurar la novela La última salida, especialmente en cuanto a los giros inesperados de la trama? ¿Hubo planificación?

- Fue a partir de mi primera novela, que tiene un giro en el final, que los finales se convirtieron en una especie de sello de mis libros. También los giros argumentales. Uno de mis máximos ídolos en el cine es M. Night Shyamalan, y las tramas con sorpresas me gustan muchísimo. Es algo en lo que pongo mucha atención a la hora de pensar una historia.

- ¿Qué emociones esperas que los lectores experimenten al finalizar la novela?

- Que se hayan divertido. Cuando un lector me da su opinión de una obra, en los primeros cinco segundos yo estoy contento o triste. Porque si está emocionado y le gustó, yo ya estoy hecho.

- Si alguien quiere leerte por primera vez, ¿qué libro le recomendarías empezar?

- Mis libros son autoconclusivos. Si busca thriller psicológico, con giros en la trama y demás, La hija ejemplar puede ser una buena opción para arrancar. Y para los que gusten de las novelas más de personajes, El Pantano de las Mariposas es un libro que gusta mucho, y que además tiene, para muchos, el que consideran el mejor final de todos mis libros.

Su primera novela, “Benjamín”, emergió de este proceso de autoexploración y creatividad

La última salida

Federico Axat

Editorial: Destino

Páginas: 448

Precio: $33.600

“Tenía 27 años y un día decidí renunciar y gastar todos mis ahorros para vivir un año sin trabajar y escribir finalmente una novela”

 

 

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El escritor nació el 19 de junio de 1975 en La Plata / Facebook

La última salida FEDERICO AXAT Editorial: Destino Páginas: 448 Precio: $33.600

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