Pandilleros urbanos: una amenaza durante las madrugadas

Hay lugares de La Plata muy hostiles para la vida tal como la entiende la inmensa mayoría de la gente. Con reglas, en orden y tranquilidad. Es que la presencia de grupos marginales, a los que les interesa poco y nada esa filosofía y hacen del delito su modo de subsistencia, complejiza cualquier escenario. Como acaba de suceder en el barrio La Loma, donde se registraron distintos episodios de inseguridad.

Uno de ellos ocurrió en un edificio situado sobre la avenida 44, entre 26 y 27, donde constataron el robo de una bicicleta. También destrozos en el portón de la cochera, que los ladrones se encargaron de forzar para poder ingresar al estacionamiento para cumplir con su cometido.

Este tipo de delincuentes suele moverse de madrugada, al amparo de la oscuridad y el escaso movimiento en las calles. También de la propia Policía, porque los patrullajes pierden notoriedad e intensidad.

Con la mayoría de los vecinos ya dentro de sus propiedades, generalmente lo único que puede servir de freno son las cámaras de seguridad.

Sin embargo, ese elemento dejó de ser disuasivo para pasar a tener un interés probatorio futuro.

Claro que el daño está consumado y la angustia que genera es enorme entre las víctimas.

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En esta oportunidad, según la información a la que tuvo acceso este diario, pasada la medianoche del domingo, dos sujetos a bordo de un motovehículo, previo romper el acceso al garaje, cargaron una bicicleta, que fue lo único a mano que encontraron.
Se trató de una Fire Bird negra con vivos de color naranja, la cual se encontraba apoyada sobre un vehículo particular, propiedad del mismo consorcista.

Claro que no fue el único hecho en el barrio, lo que genera intranquilidad al por mayor.

Los voceros también reportaron movimientos delictivos en 42 entre 29 y 30, donde forzaron el portón de otra cochera para robar una bicicleta; en la esquina de 27 y 40 (robaron un auto); en 26 entre 40 y 41 (ingresaron en una vivienda) y en 25 entre 41 y 42 (sustrajeron una bicicleta).

Muchos de estos delincuentes son menores de edad, dato que manejan a la perfección y, les da la certeza de una pronta liberación, para el caso de una detención inoportuna.

Según informes de organizaciones sociales y expertos en criminología, muchos jóvenes que se unen a estos grupos provienen de barrios marginados, donde la falta de oportunidades laborales, educativas y de integración social, los empuja a buscar un grado de pertenencia en grupos que les ofrecen, a su modo, un sentido de identidad, apoyo y hasta protección.

A pesar de los esfuerzos de las autoridades para combatir este fenómeno, mediante operativos de seguridad y programas de prevención, el control de las pandillas sigue representando un enorme desafío en la Ciudad.