Hace 30 años nacía Mapuche, el boliche que fue todo un símbolo en la Ciudad

En 1969 el hombre viajaba a la Luna, Estudiantes se coronaba por segunda vez consecutiva como Campeón de América y el camino Centenario, por entonces angosto y con banquinas de tierra, casi desierto, veía nacer a un boliche que marcaría toda una época en la ciudad: Mapuche.
Eran los tiempos de los waffles dulces y salados, de los autos Buggy y los Torino Comahue; de los bailes de carnaval en Estudiantes y Gimnasia; de las reuniones en el Jockey; de cuando la vincha de Pochola Silva era un símbolo bien platense. Y todo eso pasaba, de alguna u otra manera, por Mapuche.

"Fue el 18 de julio de 1969 -recuerda desde México DC, donde actualmente reside, Juan Antonio Garbarini, su fundador- y fue una novedad absoluta para La Plata porque en el Centenario no había nada, ni siquiera luz, pero rápidamente el boliche tuvo un ángel tal que las personalidades más importantes de la ciudad se hicieron habitués del lugar. Ya pasaron 30 años, y se puede decir que no hay platense que no haya tomado algo alguna vez en Mapuche".
"Yo en el año 66 había inaugurado Morocco -añadió el empresario- una disco que funcionó en camino Centenario entre 501 y 502 hasta que se incendió, en 1972, y Mapuche era el complemento ideal. Los viernes, sábados y domingos era religión ir a bailar a Morocco y a tomar un submarino a Mapuche. Y cuando Morocco desapareció, la costumbre de ir a Mapuche continuó".
A la hora de recordar personajes que pasaron por Mapuche, su fundador recuerda a "gente del fútbol como el "Bambi" Gabriel Flores y el "Loco" Hugo Orlando Gatti; del rugby como la "Macha" Gómez Cabrera y "Pochola" Silva; del automovilismo como Osvaldo Jouchet, Julián Olivarri y José Calduch como así también a intendentes y gobernadores, y más acá en el tiempo recuerdo como habitué del boliche a Julio Alak en sus tiempos de estudiante. En general nos visitaba el más alto nivel de La Plata".
"Teníamos un total de 38 nombres para bautizar al boliche -señala Juancho Garbarini, su primer propietario- hasta que nos inclinamos por Mapuche, que es una voz indígena del sur argentino que quiere decir nativo del lugar. Y el boliche se hizo bien del lugar, no tenía competencia. Después, en el 75 Vialidad nos expropió una parte del terreno para hacer la ampliación del camino, en el año 77 se inauguró otro boliche llamado Sausalito y nosotros el 7 de agosto de 1979 abrimos Pancho Villa. En el Centenario ya estaba la movida de la ciudad, pero Mapuche siguió siendo el pionero".
Por entonces, entre 1978 y 1982, aquel boliche se dio el lujo de contar con una sucursal en el centro, sobre la calle 7 entre 48 y 49 que se llamó Mapuche Center, aunque el toque de distinción lo seguía dando aquel de Gonnet, "a donde concurrían barras muy fuertes. Ahora, cada vez que voy a La Plata me encuentro con jóvenes que me dicen "en Mapuche mi papá se le declaró a mi mamá, y allí también yo me puse de novio". Es algo muy lindo".
Sobre los por qué del éxito inmediato, este hombre que hoy construye restaurantes en México sostiene que "es algo difícil de explicar, hay negocios que nacen con estrella y otros estrellados. Mapuche tenía una arquitectura muy novedosa para la época, una decoración muy cálida, pero fundamentalmente mucho ángel, mucho carisma, en esas paredes había seducción. Cuando compré el terreno allí me decían que estaba loco, que esa zona era un desierto y que no iría nadie. Yo estaba poniendo el sacrificio de toda una vida y por eso le tenía fe. Y tenía razón, porque Mapuche marcó un rumbo".
En sus años de esplendor, Mapuche abría sus puertas a las 8 de la mañana y cerraba a las 3 de la madrugada. Fue restaurante, cafetería y bar; y los viernes y sábados la movida seguía allí hasta más allá de las cuatro de la mañana, cuando por sus pisos se sucedían desfiles de modelos no anunciados.
"Yo nací cuando Mapuche ya tenía un año -cuenta Valeria Garbarini, hija de Juancho- y recuerdo que el Centenario era una calle oscura, de una sola mano, con unos pocos faroles colgando de los cables. Yo crecí con el furor de Mapuche, cuando se estacionaban los autos en la banquina, cuando venían artistas como Jorge Porcel y Moria Casán, cuando se comían a toda hora waffles dulces y salados, que era una masa en base a harina y huevo con complementos a elección arriba. Fue una época muy linda de La Plata".
Durante todo ese tiempo otro platense, Jaime Roldán, fue sucesivamente mozo, adicionista y encargado de la célebre confitería. "Estuve desde que se inauguró -recuerda- en una época bastante distinta a la actual, había más movimiento de dinero y la gente estaba mucho más dispuesta a salir. En el 69 en esa zona no había nada, estaba la fábrica de ladrillos y después muchos baldíos. Pero Mapuche fue novedoso, y ese fue su éxito".
"Una parte era restaurante -recuerda Roldán- y otra snack, donde un barman internacional preparaba los tragos de moda. Y se comían los waffles que no se conocían en La Plata, panchos texanos y hamburguesas como las de ahora. Aquella fue una época de esplendor en la ciudad, y en ese marco Mapuche marcó un estilo".
En los últimos tiempos, la tradicional casa del Centenario fue cervecería primero y confitería bailable después, mientras que por estos días encuentra momentáneamente sus puertas cerradas.
"Tanto el terreno como el salón me pertenecen -señaló Garbarini- y no pierdo las esperanzas de volver a La Plata para hacer funcionar nuevamente a Mapuche, como en sus viejos tiempos".