En el juicio a los "12 apóstoles" se quebraron los pactos de silencio

Dos presos que estaban alojados en el penal de Sierra Chica durante el violento motín de 1996 rompieron esta semana el "pacto de silencio" y describieron la matanza de reclusos, en testimonios que pueden ser decisivos para acreditar las muertes de los internos cuyos cuerpos no aparecieron, presumiblemente incinerados.

La defensa de los 24 reclusos en el denominado juicio a los "12 apóstoles de la muerte" solicitó el procesamiento por falso testimonio para uno de esos declarantes.
Esa solicitud fue interpretada como una estrategia tendiente a poner en duda nombres y circunstancias revelados ante el Tribunal Oral por testigos que no habían proporcionado esta información en la primera instancia.
Hasta el momento la defensa solicitó tres procesamientos por falso testimonio que aún no han sido resueltos por el Tribunal, dos de ellos para los agentes penitenciarios rehenes Juan Domingo Oviedo y Jorge Moreyra, este último hace dos meses intentó suicidarse por un trauma que padece, secuela del motín, y para el preso-testigo Marcelo Ortellado Di Aloy.
Para la fiscalía son fundamentales los testimonios de los presos que estaban alojados en el penal cuando ocurrió la revuelta, ya que ante la ausencia de los cuerpos de los 7 reclusos que habrían sido descuartizados y quemados en los hornos del penal, deberá acreditar con indicios y testimonios dichos asesinatos.
De los 35 testigos que declararon en estas primeras seis audiencias, varios presenciaron las agresiones con facas a los reclusos desaparecidos, pero sólo estos dos presos asistieron al destino final de los cuerpos, en tanto los restantes supieron de los descuartizamientos e incineración "por dichos o comentarios".
La posibilidad de que a partir de hoy, a las 9, con la reanudación de las audiencias, otros presos que presenciaron los crímenes venzan el temor y relaten lo visto se acrecienta luego de que la Procuración General de la Suprema Corte bonaerense les permitió a los presos que deben declarar y a sus familias ingresar al sistema de "testigos protegidos".
"Después de declarar tendrán todas las garantías de condiciones de detención que asegurarán su supervivencia y evitarán que sean objeto de represalias, dándoles además medidas especiales de seguridad para su familia", explicó la Procuración.
En la quinta audiencia, el interno Ortellado fue el primero en romper el pacto de silencio que hasta entonces había prevalecido en el testimonio que brindaron al tribunal seis reclusos que estuvieron alojados en Sierra Chica, durante el motín.
"Un día vi que Miguel 'Chiquito' Acevedo sacó una fuente del horno de la panadería con algo que se quemaba y yo le dije 'se te pasó la pizza' y me contestó que era Agapito (Lencina), que se estaba desintegrando", relató con voz entrecortada Ortellado.
El preso sindicó a Víctor Esquivel, de la banda de los Doce Apóstoles, como el asesino de los presos Daniel Niz Escobar y Esteban Polieschuk Palomo.
"Vi como Esquivel, con la ayuda de otros internos, mató en ese sector a puñaladas al 'Indio' Niz Escobar y a 'Nippur' Polieschuk Palomo", precisó y agregó que "a Agapito Lencina lo apuñaló primero en el pecho y después lo acribilló a puñaladas (Juan José) Murguia Canteros".
El testigo aseguró que presenció el asesinato de José Cepeda Pérez y detalló que los amotinados fueron a buscarlo a la guardia, donde se había refugiado.
"Los guardias lo tiraban y él se volvía, así tres veces, hasta que lo agarraron, le dieron varios puntazos y se lo llevaron a la rastra como a un animal atrapado, para la oficina de Control, donde le atravesaron la garganta con una faca", relató.
El testimonio fue escuchado con atención por el imputado Marcelo Brandán Juárez, quien en un momento se tocó la ceja, en aparente señal que en la jerga carcelaria es interpretada como "sos boleta", por lo que luego se dispuso colocar el televisor de modo que el testigo no observara ningún gesto intimidatorio.
El miércoles pasado declaró Omar Luján Ibarra, quien varias veces durante su testimonio lloró al relatar las matanzas y descuartizamientos.

Luján recordó que había advertido a su amigo Agapito Lencina que Brandán y sus seguidores estaban armados y que además "nos tenía en una lista; entonces le dije que se cuidara, pero no me hizo caso y decidió esperar sin refugiarse, para no pasar por cobarde".
Declaró que también fue perseguido por el penal por los amotinados y en una oportunidad "vi que entró a mi celda Daniel Ocanto Ramírez, el 'Patán', pero no me pudo hallar porque estaba detrás de unos cajones cubiertos por frazadas".
Sostuvo que le contaron "cómo cortaron con una sierra a Agapito (Lencina) y a otros seis miembros de su banda".
"Sé que con algunos cuerpos hicieron comida en ollas y que a otros los quemaron en el horno de la panadería del penal y vieron a Brandán Juárez, Ocanto, Jorge Pedraza y Víctor Esquivel jugar al fútbol con una cabeza", expresó sollozando.
El preso denunció que los acusados le hicieron llegar "mensajes con amenazas de muerte", por lo que de inmediato fue colocado bajo el sistema de testigos protegidos y fue trasladado a una comisaría, cuya ubicación no fue revelada.
El miércoles también declaró la jueza de Azul, María de las Mercedes Malere, mantenida como rehén durante los 8 días que duró el motín, pero su testimonio fue escueto y no aportó demasiados datos sobre los cabecillas del motín y los crímenes que se investigan.
Entre los testigos citados para la audiencia de hoy figura Ricardo Viera, quien se desempeñaba como subjefe del penal y, según la jueza Malere, fue uno de las autoridades que le expresó, pocas horas después del inicio del motín, que "la situación era tranquila" y no le advirtió sobre el arma con la que después fue tomada como rehén.