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Información General |EXPANSION DE LA PERIFERIA DE LA CIUDAD

Los nuevos barrios: la experiencia de los que se van lejos del casco urbano

Dicen ganar en tranquilidad, contacto con la naturaleza y libertades para los chicos. Pero también los aqueja la falta de servicios y el aislamiento

Por OMAR GIMENEZ

22 de Mayo de 2016 | 01:59

La vida se estaba poniendo difícil en la zona del barrio de Los Hornos donde vivía María Esther Díaz cuando enviudó. El principal problema: la inseguridad. “Una noche me tirotearon el frente de mi casa”, cuenta María Esther, quien dice que robos y enfrentamientos eran cosa de todos los días en su viejo barrio. Entonces decidió irse. Vendió su casa y con el dinero que obtuvo compró terrenos para ella y sus hijos en Parque Sicardi y Villa Garibaldi. Allí cada uno construyó su nueva casa y se instalaron desde hace tres años para vivir una vida nueva y convertirse en parte del crecimiento explosivo que experimentó la zona sudeste de La Plata en los últimos años.

A la hora del balance, como otros vecinos de esa parte de la Ciudad, María Esther dice que con su decisión ganó algunas cosas y perdió otras. “La conclusión es que vinimos buscando tranquilidad y terminamos encontrando otra cosa más complicada. Pero todo lo que hace la vida difícil en estas zonas nuevas se puede solucionar. A estos barrios hay que saber esperarlos un poco. Y, si me dieran a elegir, no daría marcha atrás con mi decisión. Aunque alguna vez, con la calle inundada y sin poder salir del barrio, casi me arrepiento de haber venido”, dice.

La zona que María Esther habita es una de las que registró un crecimiento explosivo en la última década. Según datos de un informe comunal de noviembre del 2015, el sudeste de La Plata se expandió un 213% en diez años: si en 2005 había 98 hectáreas edificadas, dos lustros después ese indicador ascendía a 307. Otras zonas también registraron expansiones importantes. Entre ellas, Gorina (26%), Arturo Seguí y el área periférica de Los Hornos (10%) y Villa Elisa (3%). Desde la actual gestión municipal se considera que se trató de un crecimiento sin planificación que profundizó problemas de acceso a los servicios (ver aparte).

La decisión de los platenses que se instalaron en la periferia fue impulsada, en algunos casos, por la búsqueda de una vida mejor y en otras por una necesidad económica. Muchos de los habitantes de los nuevos barrios son matrimonios jóvenes con hijos chicos que -muchos a través de planes oficiales de vivienda- fueron cambiando el paisaje de la zona, donde creció el número de inmuebles de residentes a expensas de las de fin de semana.

Cuando analizan los pro y los contras de su decisión, esos nuevos vecinos destacan entre los primeros haber ganado tranquilidad, mejorado el contacto con la naturaleza y - aquellos que tienen chicos chiquitos- haber logrado que éstos vivan una “infancia como las de antes”, jugando en la calle, compartiendo con los amigos del barrio y sin necesidad de una extrema vigilancia de los padres.

Entre las aspectos negativos, la falta de servicios es la que más aparece en el balance de los vecinos. Cuentan que el único del que disponen muchos de estos barrios es la energía eléctrica -en algunos pocos casos también el teléfono- y ponen el acento en los inconvenientes y altos costos que acarrea carecer de agua, gas y cloacas.

“El gas se reemplaza con leña, que es cara, y el agua es de perforación. Pero el barrio creció tanto en los últimos tiempos que tanto pozo ya está afectando las napas”, dice Vanina Romero, otra vecina del barrio.

Vanina cuenta que cuando compró su terreno, en 18 y 663, pagó por él “la cuarta parte de lo que hubiera pagado en otras zonas de la ciudad. Compramos acá porque no nos daba el bolsillo para otra cosa”. Pronto notó que el lote estaba en una zona baja y que para evitar la inundación había que rellenar.

“Pero nosotros construimos la casa de a poco y la primera parte ya estaba levantada. Por eso fuimos elevando el nivel del suelo para las otras etapas. Eso se nota cuando uno entra, porque hay ambientes construidos a distintas alturas”, cuenta.

El tema de los rellenos dispares también representa, en algunos casos, motivo de conflicto entre vecinos, según destaca Vanina. La falta de un sistema de desagües pluviales efectivo complica las cosas cuando llueve.

aislamiento

Valeria Taborda es bióloga, se mudó hace tres años a Villa Garibaldi junto a su marido antropólogo y su hijo de 7 años y tiene varios motivos, cada día, para celebrar su decisión.

El primero que menciona es el haber recuperado la posibilidad de hacer su propia huerta y mantener un mayor contacto con la naturaleza en un barrio todavía con muchos baldíos, a pesar de que las construcciones avanzan a buen ritmo allí donde se mire y que por toda la zona proliferen ferreterías y corralones.

El segundo beneficio al que se refiere es que su hijo puede jugar en la calle con sus amigos del barrio o andar en bicicleta por las calles del lugar sin que eso le genere intranquilidad.

Valeria, que trabaja en la Facultad de Ciencias Exactas y su esposo Germán, que lo hace en el Museo de Ciencias Naturales, viajan a diario a La Plata y, según ella, uno de los inconvenientes lo plantea el estado de las calles.

Cuando llueve mucho, dicen los vecinos, las calles quedan anegadas y en algunos casos se hace imposible salir. Aunque se hicieron zanjas, todo resulta insuficiente cuando la lluvia es mucha.

Por esa zona de Garibaldi pasan los ramales 14 y 80 de la línea este y viajar a La Plata en transporte público supone una demora de entre una hora y una hora y diez, dicen los vecinos.

Las cosas no son mucho más sencillas para los que tienen auto. Cuando las calles se anegan se convierten en imposibles para muchos vehículos, mientras que el trajín cotidiano por vías poco amables suele tener efectos nefastos sobre el tren delantero de los autos.

“A veces nuestra preocupación tiene que ver más que nada con las emergencias. Nosotros estamos a cuatro cuadras del asfalto, pero son cuatro cuadras literalmente imposibles en un día de lluvia”, dice María Esther Díaz, “imagínese que ni siquiera entran al barrio las empresas de services de electrodomésticos para arreglar un aparato que no funciona. Tampoco entra un ambulancia. Nosotros lo que hicimos fue elaborar una red de contactos entre vecinos, para convocar a los que tienen vehículos apropiados si surge una emergencia un día de lluvia”.

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