Signos de la temporada otoñal que se atrasan por el cambio climático

En líneas generales, y sin tener en cuenta otoños como el presente, en el que la característica es un frío inusual, los científicos notaron en los últimos años que uno de los signos más característicos de la estación, la caída de las hojas de los árboles, se adelanta año a año. Y lo atribuyen a los efectos del calentamiento global.

La caída de las hojas es una estrategia que tienen los árboles para enfrentar al invierno que se avecina y es por eso que sucede durante el otoño. Distintos estudios indican que, en los últimos años, la presencia de temperaturas otoñales más benévolas hacen que ese momento en el ciclo de determinadas plantas se retrase.

Ese retraso está ilustrando claramente los efectos de la presencia de un cambio en el clima, indican los expertos. Se estima que la caída de las hojas se pospone entre 1 y 2,5 días cada década.

Este comportamiento, con todo, no se observa en todas las plantas, sino sólo en aquellas que regulan su estrategia frente al invierno a partir de la temperatura. Otras, que lo hacen de acuerdo a la duración de los días, tienen comportamientos distintos.

Investigadores se concentraron en el estudio del proceso de envejecimiento de las hojas de los árboles de hoja caduca, que incluye la fase en la que la hoja se pone amarilla y la caída final. Y notaron que ese proceso se ha retrasó sensiblemente en los últimos tiempos.

Antes, los investigadores ya habían puesto en evidencia que en primavera la salida de las hojas, las flores y los frutos de los árboles se adelanta varios días con relación a lo que ocurría hace 30 o 50 años. Ahora se sabe, además, que el periodo productivo del árbol se alarga y el otoño se retrasa. Pero este último fenómeno no es tan evidente ni se aprecia con tanta claridad como con la primavera. El impacto climático sobre esta estación del año no es tan nítido, aunque sí se da por demostrado.

La explicación de los expertos es que buena parte de las especies arbóreas de hoja caduca se muestran especialmente sensibles a las temperaturas. Si estas son benignas, mantienen las hojas vivas y atrasan el momento de su caída. En este caso, la temperatura de otoño es un factor ambiental que modula la activación de los procesos que hacen amarillear y caer las hojas, dicen los trabajos, elaborados por científicos españoles.

¿Qué representa esto para los árboles?: según los científicos, si se retrasa la caída de la hoja por la llegada del otoño, el bosque tendrá más producción porque estará más días capturando carbono de la atmósfera y aumentará sus reservas para el año próximo. Pero si se alarga demasiado ese lapso, corre más riesgo de sufrir las consecuencias de una helada y de perder unos nutrientes que deberá volver a absorber del suelo

Según un estudio hecho por investigadores españoles en árboles de hoja caduca en Montseny, un parque nacional de Cataluña, esas plantas retrasaron la caída de la hoja en otoño 13 días (y adelantan sus brotes en primavera 16 días). Un trabajo elaborado por los investigadores Josep Peñuelas y Iolanda Filella en colaboración con Pere Comas indica que la caída de la hoja en el período 1952-2000 se retrasó en 21 de las 26 especies analizadas, mientras que no registraron retrasos en otras cinco especies. En esos 50 años, la caída de la hoja del peral se retrasó 35 días; la del ciruelo, 16 días, y la del cerezo, siete días.

Otra investigación sobre la caída de las hojas de los árboles en el conjunto de España permitió observar “unos ligeros cambios”, cifrados en un retraso de 0,12 días por año (o sea, 1,2 días por década), según una investigación de Oscar Gordo quien analizó el comportamiento de los árboles entre 1943 y el año 2003.

Los científicos concluyen que los efectos del calentamiento son más difusos en otoño que en primavera), aunque la tendencia general es que las especies respondan también al calentamiento en otoño.