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La Ciudad |LA LECCIÓN DE ANATOMÍA

Cómo se enseña el abecé del sublime arte de curar

El delicado trabajo que no se ve, desde la llegada de un cadáver hasta el dictado de un práctico

Cómo se enseña el abecé del sublime arte de curar

A los ayudantes alumnos realizar un preparado les demanda, como mínimo, unas treinta horas - dolores ripoll

Por CARLOS ALTAVISTA

1 de Octubre de 2017 | 05:02
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Primer piso de la facultad de Medicina. Ala Berisso, al fondo. Tras cruzar una puerta que reza “Cátedra B de Anatomía” y transitar un largo y angosto pasillo, se ingresa al laboratorio de disección. Es viernes a la tarde. Federico, Lourdes, Agustín, María José, Sofía, Cristopher, Marcelo, Ariel y Gianluca ni se inmutan ante la entrada de extraños y de cámaras fotográficas. Son ayudantes alumnos que están “fabricando” los preparados con los cuales aprenderán el abecé de la medicina miles de futuros profesionales de la salud. Están dando el primer paso del largo camino hacia la prevención y cura de enfermedades. El cartel en latín que preside ese espacio dominado por el silencio y el respeto supremo hacia el material de trabajo, el cuerpo humano, lo dice todo: “En este lugar, la muerte socorre a la vida”.

“Cuando Andreas Vesalius (1514-1564) publicó el primer tratado completo de anatomía, en siete tomos, tuvo grandes problemas con la Iglesia, pues prohibía utilizar cadáveres para el estudio de la medicina”, comenta el profesor titular de la cátedra, Julio Hijano, para resaltar que “esa es una obra de arte, sobre todo desde el punto de vista pictórico”.

¿Cómo llegan hoy los cadáveres a la facultad? “Mediante un convenio con el Cucaiba”, cuenta el profesor, y explica que “se pueden donar órganos o cuerpos para el estudio. Antiguamente era más complejo, ya que sólo los hospitales podían donar cuerpos sin identificación y que nadie reclamaba. Ello, por supuesto, luego de largos chequeos y con la documentación y la firma de los convenios correspondientes”.

El arte de la disección es como una “carrera paralela” a la de medicina. “Los ayudantes alumnos, en su primer año en el laboratorio, realizan los trabajos de menor complejidad, aunque de igual importancia que el resto, y van haciendo disecciones más complicadas a medida que avanzan”, señala el jefe de trabajos prácticos (JTP), Agustín Maitini.

“Anatomía no sólo es la base de la carrera. El médico la va a tener que volver a estudiar todos los días de su vida”

Este es el tercer año que Federico trabaja en el laboratorio. Por ello está terminando de preparar un cerebro, uno de los órganos más complejos en materia de disección -subraya el médico Agustín-, para que los alumnos de primer año lo estudien en los trabajos prácticos de anatomía, la “base de todo, la asignatura que vas a tener que estudiar y repasar todos los días de tu vida”, enfatiza Hijano.

“Primero tuve que cortar la calota del cráneo y luego separar el cerebro de la médula”, cuenta Federico. Lo que hace lo apasiona. Se nota sin que lo diga. “Después quité las meninges (membranas que cubren todo el sistema nervioso central). El objetivo es que quede impecable para ser estudiado en los trabajos prácticos”, realza.

Sofía trabaja en un corte de una pelvis. “Lo que se busca con este preparado (entre otras cosas) es observar la irrigación”, detalla, para admitir que “es muy gratificante dar un práctico con un preparado que uno realizó”. “Tras 25, 30 horas de trabajo como mínimo”, resalta Agustín.

Hijano aclara que “este trabajo es inocuo. Los preparados están hechos para ser manipulados. El formol no deja de ser tóxico, aunque se utiliza rebajado al 5%”, puntualiza.

Cuando el cadáver llega “hay que examinarlo a fondo. Se desangra. Y se le inyecta formol. Así, puede durar toda la vida. Aunque las partes se van deteriorando con el uso”. Agustín Maitini acota que “a medida que se van deteriorando pasan a cumplir otra función pedagógica. Por ejemplo, un miembro superior que se diseccionó originalmente para estudiar los músculos, con los años puede usarse para estudiar las articulaciones”.

Los preparados se conservan en grandes piletones con formol. Se sacan los necesarios para una clase (lleva un tiempo el escurrimiento) y al cabo de la misma se vuelven a guardar. “Lo primero que se enseña a quien quiere trabajar aquí es el respeto. Por caso, el día de los muertos, desde siempre, esto está cerrado”, especifica.

Julio Hijano, quien confiesa que se enamoró de la anatomía cuando cursó el primer año de la carrera, remarca que “tanto en el país como en el resto del mundo ahora hay acceso a materiales muy modernos, como simuladores (muñecos), estructuras tridimensionales”, aunque el contacto con el cuerpo real es clave.

Hace un poco de historia. “Galeno (129-201/216) fue un buen médico, pero un mal anatomista. Es que (el médico de Marco Aurelio) estudió con animales debido a la prohibición de trabajar con cuerpos humanos. Eso llevó a investigar en forma oculta, por medios non sanctos, sobornando a verdugos o sepultureros para conseguir cadáveres. Esa situación, no obstante, retrasó muchísimo el avance de la medicina”, hace notar.

EL DOCTOR TULP

El docente pega un salto de unos 1.400 años para, desde una obra de arte, hablar sobre la enseñanza de la anatomía en la actualidad.

Delante del cuadro “La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp” (1632), primer retrato de grupo del pintor neerlandés Rembrandt, describe: “Hay siete alumnos y solamente dos están observando bien el cuerpo que muestra el doctor Tulp. ¿Qué ocurre cuando son 30 ó 40, como sucede ahora en los prácticos de la cátedra? Eso es una farsa”, dispara. “Pasamos de cien a mil alumnos. Perfecto. Entonces necesitamos multiplicar por diez los docentes, los espacios, los cadáveres”, reflexiona, para definir como “gravísimo” que un estudiante avance en la carrera “sin ver, tocar, oler, mover cada uno de los preparados. Para eso, les damos una foto”, señala con preocupación.

“Si en segundo año se hace referencia a una falla en la válvula del corazón y nunca vio una, no sabe de qué le hablan. Igual más adelante, si le describen una enfermedad en la válvula”, ejemplifica, para acentuar: “Anatomía no sólo es la base que te acompañará a lo largo de la carrera. Como médico, la vas a tener que volver a estudiar todos los días de tu vida”.

En ese contexto, explica que “Otorrinolaringología, que se cursa en cuarto, tiene una fuerte base de anatomía. Todos los años, los anatomistas damos clases de repaso, pues pasó mucho tiempo desde la cursada original, y siempre obtienen mejores resultados los que asisten que aquellos que no lo hacen”.

“UN ORDEN MUY SENCILLO”

El médico y docente dice que “en todas las escuelas del mundo y en todas las épocas, la asignatura base de la medicina fue y es la anatomía. Y es que el estudio del cuerpo humano tiene un orden muy sencillo. Primero, cómo está compuesto (anatomía). Luego, cómo funciona (fisiología). Después, cómo se enferma (patología). Y finalmente, cómo se previenen o curan las enfermedades (clínica, cirugía, farmacología)”.

Para dar aquel primer paso, todos los días, en el edificio de 120 y 60, ayudantes alumnos supervisados por médicos dedican horas y horas al arte de la disección de cadáveres. A “preparar los preparados” sobre los que luego, en los trabajos prácticos, los estudiantes de primer año aprenderán cómo se compone el cuerpo humano. El abecé de la medicina.

Lourdes trabaja sobre un miembro inferior. Quita la piel, luego el tejido celular subcutáneo, la aponeurosis, y llega al músculo. “Aquí se ve el sistema venoso superficial. Si tiene alguna obstrucción y la sangre no regresa bien al cuerpo, se producen las varices”, enseña con una delicada pinza. Ella y sus compañeros trabajan sobre cadáveres, para socorrer a la vida.

 

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