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Policiales |LOS COMERCIANTES, DESESPERADOS

En el Centro ya hay negocios bajo 7 llaves y se habla de juntar plata para seguridad privada

Frente al auge de delitos, suman alarmas y cámaras. También se multiplican las cerraduras, candados y hasta barras metálicas

En el Centro ya hay negocios bajo 7 llaves y se habla de juntar plata para seguridad privada

José Glorioso

19 de Marzo de 2018 | 01:34
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“Cada día son 20 minutos para abrir y otros 20 para cerrar. Tenemos cerraduras, persianas, candados, alarma, cámaras, grupos de WhatsApp. Y no sabemos si eso va a alcanzar...”.

Los comerciantes del centro de la Ciudad coinciden en que ola de delitos en la zona no tiene antecedentes a la vista. Ni una respuesta que les permita sentirse al amparo de la ley. Por eso, en los últimos meses se acentuó el ritmo de la fortificación de los negocios en las diversas variantes de uso del hierro y de la electrónica, con el monitoreo mediante alarmas y cámaras.

Sin embargo, nada logra frenar los ataques de día y de noche por lo que en algunas charlas de la desesperación algunos comerciantes comenzaron a analizar la contratación de guardias de seguridad privada, que custodien áreas reducidas de una calle.

“Si no ponen dos policías por cuadra, como pedimos a todas las autoridades, de esto no se sale. No se sale de los robos piraña, ni de los asaltos, ni de los robos nocturnos. A la noche el Centro es tierra de nadie. Entonces, el comerciante no puede dormir tranquilo, tenga lo que tenga para proteger el negocio”, explica Guillermo Salvioli, presidente del Centro Comercial de Calle 8 y Adyacencias.

Lo que usan los locales para protegerse se ha multiplicado en los últimos tiempos. El proceso no es nuevo, pero en el sector coinciden en una mirada de espanto de los últimos meses, que aceleró la búsqueda de barreras contra el delito.

“Esto es como un ritual. Llegás y son 20 minutos por lo menos, para abrir. Cuando te vas, lo mismo”. Si es verano y se cierra al mediodía habrá que duplicar por dos esa rutina contra el delito, que pasará a insumir casi una hora y media de la jornada, se explica en un comercio de la zona de 9 y 49.

“Cuando empezamos, teníamos una cerradura en la puerta. Después agregamos un pasador. Hace unos años, sumamos la alarma. Después nos cansamos de que nos rayen y rompan el vidrio y pusimos la persiana. A la puerta hubo que ponerle dos candados. Hace poco agregamos un barral que cruza la persiana metálica, con tres candados”. En total, 7 llaves para entrar.

Quien da detalles de la situación pide reservar su identidad. Lleva unos 12 años de trayectoria en una de las intersecciones importantes del microcentro. No quiere dar datos ni la ubicación del negocio por temor a represalias en un escenario en el que los empleados, los dueños, los policías, los ladrones, los menores, todos se conocen y se ven casi a diario. Así, esa clase de reparo se reitera en una recorrida por los locales.

Durante los últimos meses, en el área del microcentro se habla de tendencias delictivas consolidadas en el día y en la trasnoche.

Mientras los negocios están abiertos están atentos a los robos de mecheras, que con pretensión de maestría intentan llevarse prendas y otras mercaderías en forma imperceptible para los vendedores y vendedoras; los ataques de los “pibes piraña”, menores que entran en grupo y en segundos se llevan algo, a veces con amenazas, a veces con algo más; y también los asaltos a mano armada, que se producen a plena luz de día.

Cuando todo se apaga, pasada la medianoche, los comerciantes siguen pensando en el negocio: desde fines de 2017 y a lo largo del verano, grupos de menores y mayores se alternaron en intrusiones a locales mediante el destrozo de persianas y vidrieras con la finalidad de llegar hasta los billetes de la caja registradora.

“No hay alarma, ni cámara, ni cerraduras, ni persianas que alcancen. Roban y destrozan. Hay una maldad manifiesta contra los locales, por los vidrios rayados, los grafitis. No hay control en ningún momento del día y ves todas las cortinas grafitadas. Nunca pasó algo así”, refuerza el panorama de preocupación el dirigente de Calle 8, quien reclama una prestación de servicios estatal orientada a garantizar “iluminación, seguridad e higiene” para los centros comerciales de la Ciudad.

El descontrol tiene otro dato: “Tenemos robo de motos y bicicletas en la calle. A los ladrones no les importa que sea de día, que ande mucha gente y que puedan estar encadenadas. Ante la ausencia de la Policía, a cualquier hora desaparece algo”, contó otro comerciante.

Adrián Larsen tiene un local en el centro comercial de calle 12 y otro en el microcentro, sobre la calle 48. A poco de la apertura del segundo allí sufrieron un asalto a mano armada, un día de semana, a media tarde. De ahí para acá, hay tranquilidad. “En 12 estamos casi enfrente de la Policía Departamental. En 48 me robaron una vez, pero desde hace unos meses tengo una patrulla a gendarmería parada 24 horas en la puerta del local y eso tranquilizó la zona”. ¿Se estableció una consigna policial? “Parece que se mudó alguien importante y están custodiando la zona”, aclaró el comerciante.

En uno de los enclaves de la zona, empezó a analizarse la idea de contar con seguridad privada. “Frente a lo que nos toca a diario pensé en que podríamos poner algo entre dos o tres negocios cercanos y tener un guardia parado en la vereda. Sé que no es algo determinante, pero por lo menos nos sentiríamos menos vulnerables”, calcula una mujer, propietaria de un comercio en el área de 9 y 49.

La opción, puesta en común con dueños de otros negocios, actualmente se emplea en cadenas comerciales y algunas galerías. En pocos metros a la redonda, varias empleadas de tiendas fueron víctimas de asaltos de “pibes piraña” en las últimas semanas. Salvioli, reclamó presencia policial: “Lo que se necesita es vigilancia policial. Cuando los comerciantes pagan los impuestos, esperan que eso vuelva, entre otras cosas, en servicio de seguridad del Estado”, dijo.

CÁMARAS

La situación, no varía en calle 12, otro de los núcleos comerciales del área céntrica.

“La inseguridad es algo general, en toda la Ciudad. Lo que hacemos es seguir encerrándonos nosotros y tratar de prevenir. El municipio debe ponerse firme, poner más cámaras. Por ejemplo, en calle 12 no hay”. La Comuna anunció un refuerzo del sistema de monitoreo público para este año, con la anexión de 600 equipos de filmación, de modo que la Ciudad cuente con mil ojos a través de los cuales miren los operadores y avisen a la Policía sobre emergencias y anomalías para la política de seguridad.

Los comerciantes del microcentro también piden que el monitoreo se extienda más allá de la avenida 7.

“Es necesario que haya domos (cámaras con capacidad para girar en 360 grados) en todos los centros comerciales”, sostiene Salvioli.

“La belleza de un centro comercial está en la posibilidad de ir a mirar las vidrieras. Eso no existe más. Hoy los negocios tienen cortinas porque de noche te pueden romper los vidrios y sale una fortuna reponerlos”, cuenta Alberto Catullo presidente de la Asociación de Amigos de Calle 12. Así y todo, en las casas de los propietarios, tampoco hay paz por las madrugadas. “Las medidas son paliativos. Uno dice `puse la cortina, puse alarma, por las dudas sumé dos candados´.

Es como curar un cáncer con curitas”. A Catullo le corresponden las generales de la ley (del descontrol): “Tengo alarma, cortina, los candados y cámaras. Hace 8 años le agregué las cámaras por el tema de las mecheras, pero graban las 24 horas”.

Si no ponen dos policías por cuadra, como le pedimos a las autoridades, de esto no se sale”

Guillermo Salvioli Presidente del Centro Comercial de Calle 8 y Adyacencias

Pusieron una consigna de Gendarmería por alguien del edificio de al lado y eso tranquilizó la zona”

Adrián Larsen Comerciante de la calle 48

“Nosotros tenemos alarma botón antipánico y se sumaron las cámaras por el tema de las mecheras”, cuenta Sabrina, encargada de un local de ropa en 9 entre 48 y 49. Al negocio le fueron añadiendo herramientas de seguridad, con las clásicas cerraduras y candados. “En noviembre pasado tuvimos un asalto en el que se llevaron la recaudación”, lamentó la encargada.

De día y de noche, hay que estar atento a situaciones de peligro en los negocios. “Los domingos tengo como costumbre levantarme temprano para ir a la feria. Desde hace unos años, antes me doy una vuelta por el negocio”, apunta el propietario de una casa de ropa en la zona de 49 entre 9 y 10. No está solo en la preocupación: “Cada vez que suena el teléfono de noche o de madrugada, casi seguro que es el aviso de la empresa de la alarma”, dice una colega que tiene su local a pocos metros.

ENTRE 30 MIL Y 50 MIL PESOS

En los centros comerciales coinciden en que la preocupación por los robos acentúa la inversión en cerraduras o dispositivos de electrónica.

El empresario Miguel Turchi, propietario de una de las agencias de monitoreo de alarmas e imágenes de video en la Ciudad confirma la percepción: “hay mucho más trabajo porque el comerciante se siente vapuleado. Aparte, le cuesta soportar la presión porque en este momento son menores y ven que lamentablemente es difícil contrarrestar la situación por la legislación. Tenemos mucha demanda de servicio entre comerciantes y también para viviendas particulares”.

La protección, que actúa a partir de la detección de movimientos y el aviso a la Policía, requiere de una inversión significativa por parte de los comerciantes.

De acuerdo con la dimensión del local se requiere la cantidad de sensores y cámaras.

Fuentes del sector calculan que hacen falta entre 30 mil y 50 mil pesos para costear ese tipo de instalaciones. Luego, habrá que pagar un abono mensual a la empresa de monitoreo, que puede rondar los mil pesos, según se indicó.

40
minutos son los que diariamente se pierden en algunos locales del Centro para activar y desactivar los distintos mecanismos de seguridad. Los más utilizados para evitar robos son las cerraduras múltiples, las rejas y las alarmas

 

 

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