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La Ciudad |La opinión de productores familiares y profesionales de la Región sobre un desfasaje multicausal

Hay productos que en las góndolas se pagan 1.090% más que en las quintas

En 19 de los 25 principales alimentos agropecuarios hubo aumentos en diciembre y la brecha entre lo que recibe el productor y lo que abona el consumidor se multiplicó por 12 en ciertos casos. Un problema crónico y estructural

Hay productos que en las góndolas se pagan 1.090% más que en las quintas

Mercados sin intermediarios, tenencia de la tierra y agroecología, en el horizonte del sector frutihortícola

16 de Enero de 2020 | 02:38
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Esta semana se conoció el informe mensual que elabora la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (Came) sobre la brecha entre lo que se pagan los productos agropecuarios en la quinta y en la góndola. En diciembre, en 19 de los 25 principales hubo aumentos, lo que incrementó ese desfasaje hasta 5,11 veces. En buen criollo: si un productor recibió en Abasto 50 pesos por el kilo de una hortaliza, el vecino o vecina lo pagó, en promedio, 255,50 pesos en la verdulería o el supermercado.

Pero esa es la brecha promedio. Hubo productos que en destino se pagaron 11 veces más que en origen (ver gráfico). Naranja y pera, 11,9 y 11,4 veces, respectivamente, seguidos por zanahoria (7,1), lechuga (7), manzana (6,6), limón (6,2) y mandarina (6).

Pese a esas cifras, la participación promedio del quintero en el precio final del producto subió solamente un 1,7 por ciento: de 24,2 por ciento en noviembre a 24,6 por ciento en diciembre.

Ahora bien, ¿qué se puede hacer para frenar primero y comenzar a revertir después semejante desfasaje? Un desequilibrio que, como reflejó este diario en el informe publicado el 24 de noviembre de 2019, provoca que miles y miles de quinteros que trabajan cada día de sol a sol vivan en condiciones precarias y, peor aún, sin muchas expectativas de mejora.

“Esta problemática lleva ya muchos años. Es crónica. Por ello, lo que nosotros postulamos es que, de una buena vez, se comiencen a abordar seriamente las cuestiones estructurales y no sólo las coyunturales”, dijo el productor hortícola de Olmos, Salvador Vides. “Hay políticas que se podrían tomar que, lejos de beneficiar a algunos especuladores, garantizarían alimentos de calidad y a buen precio en todas las mesas”, añadió.

Volviendo sobre lo coyuntural y lo estructural, el productor familiar platense consideró que “si bien las ferias que se organizan periódicamente y otras iniciativas de nuestras organizaciones, como los bolsones de verduras y frutas, son de una gran ayuda, atienden la coyuntura. El aquí y ahora. Pero si la estructura productiva y comercial se mantiene inalterable, todo seguirá igual”, lanzó.

 

“Hay que pasar a un modelo agroecológico liberado de los insumos a precio dólar y de los agrotóxicos”

Nahuel Levaggi, Unión Trabajadores de la Tierra

“Las ferias ayudan, pero en el aquí y ahora. Debemos transformar la estructura productiva y comercial”

Salvador Vides, Productor hortícola de Olmos

 

El sistema de tenencia de la tierra (alquileres sin garantía de renovación que les dificulta invertir y proyectar a mediano y largo plazo, como por ejemplo reemplazar los frágiles invernaderos de nylon por estructuras firmes que no cedan ante cada tormenta); la dolarización de insumos y maquinarias; caminos en pésimo estado (un tema que hace poco puso sobre el tapete la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa, Carbap); los inconvenientes para acceder al agua potable; la imposición de los precios de compra por parte de los intermediarios, muchas veces bajo la amenaza de aceptarlos o “no hay transacción”, son algunos de los problemas que, creen los productores, comenzarían a revertirse lentamente si se abordan, como mínimo, tres cuestiones claves.

El productor Nahuel Levaggi, referente de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), describió que “primero debe tratarse el proyecto de ley de acceso a la tierra mediante un sistema de créditos blandos, que presentamos hace tres años y medio. Segundo, tienen que controlarse precios en los mercados concentradores de la producción”, siguió. Pero subrayó: “Sobre todo, lo que debe hacerse para remediar esta problemática de una vez es transformar el modelo productivo. Pasar a uno agroecológico, liberado de los insumos a precio dólar en general y de los agrotóxicos en particular”.

Consideró “indispensable construir y poner en marcha los mercados locales. Los denominados mercados del productor al consumidor. Sin intermediación innecesaria”.

“Hay una forma”

“Hoy se habla del hambre y se lanzó un programa para combatirla. Este sector tiene en sí mismo la respuesta para ello si se generan los mercados de acceso directo, es decir, donde el quintero vende y el consumidor compra. Sin mediaciones. Ahora sí, eso requiere de políticas de Estado muy fuertes y persistentes. Sólo así se logrará que la renta de los productores suba y que los precios al consumidor bajen en forma constante”, sentenció Levaggi.

Con una mirada de largo plazo, Vides apuntó que para garantizar la “soberanía alimentaria se debería lograr una producción que no dependa del paquete tecnológico y de insumos extranjero, pues así quedamos relegados a una economía extractivista. Sólo desde el cordón hortícola platense transferimos millones de dólares al exterior”, aseguró. Después, mirando más el día a día, también hizo hincapié en la necesidad de promover la propiedad de la tierra “para que los emprendedores instalados y a instalarse tengan la expectativa de un negocio viable y no de una mera subsistencia. Así se podría planificar qué, cómo, dónde y cuánto producir. El volumen es medular a la hora de hablar de precios”, remarcó Salvador.

“La brecha de precios entre el productor y la góndola es un problema constante, estructural. Hay que comprender que la comercialización es transversal a todo el sistema. Afecta a la producción, la logística, la distribución, el consumo”, explicaron a este medio técnicos del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (IPAF-INTA). Y enfatizaron que “hay un doble cuello de botella. Uno que afecta a todo el sector agropecuario, pues tanto grandes como chicos mantienen relaciones asimétricas con los eslabones de la distribución y la comercialización. Otro que pega, con mucha más fuerza, en la agricultura familiar, a causa de las inequidades estructurales que enfrenta (tenencia de la tierra, hábitat muy precario, falta de acceso a la financiación)”.

Los créditos blandos para tener la tierra y sus fletes; un porcentaje de compra pública directa al sector (como en Brasil y Uruguay); normas adaptadas a la capacidad de cada uno, y mercados públicos, son algunas de las salidas que apuntaron desde el IPAF.

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