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Policiales |Máxima tensión en una estación de servicio de 122 y 46

El video del preso que fugó, se tiroteó con la policía entre surtidores y se mató

Estaba en el San Martín, por tragarse un tenedor y una bombilla. Ya con el alta, y sin esposas, robó las armas de los guardias y huyó en un remís. Lo cercaron en una Puma, donde hubo 23 disparos. Se suicidó en el shop

20 de Mayo de 2020 | 01:46
Edición impresa

“Manden una ambulancia urgente”, gritó un policía parado en el medio de una estación de servicio de 122 y 46, del lado en que esa avenida ya es territorio de Ensenada. A metros suyo, dentro del shop, había dos personas: una chica que acababa de vivir, probablemente, la experiencia más traumática de su historia. Y un hombre que acababa de morir, con la cabeza abierta por un disparo que -coinciden fuentes distintas- se disparó él mismo con un Bersa 9 milímetros oficial, después de tirotearse entre surtidores de gas y de nafta con los policías que lo perseguían desde los alrededores del hospital San Martín.

De ahí se había escapado un rato antes el hombre que yacía muerto en el show, después de burlar la vigilancia de dos penitenciarios que debían custodiarlo mientras esperaban a trasladarlo de nuevo al penal de Magdalena, donde purgaba una pena por robo agravado por el uso de arma. No le faltaba demasiado para cumplir la condena, pero ya había tenido dos intentos de suicidio previos, informaron fuentes oficiales. Los dos guardias ya fueron sumariados y pasados a disponibilidad, igual que uno de sus jefes.

De película

La fuga ocurrió minutos después de las 13 de ayer, aunque el punto de inicio habría que situarlo antenoche en el pabellón de la Unidad 35 en el que Nahuel Crause Lara, de 23 años, purgaba una condena por asalto a mano armada desde mayo de 2015. Según el Servicio Penitenciario Bonaerense, en noviembre del próximo año iba a cumplir su pena, pero ya había intentado quitarse la vida dos veces y el último lunes tragó una bombilla y un tenedor de plástico.

¿Quiso suicidarse o pretendía que lo llevaran a un hospital para ejecutar un plan de escape?

Nadie lo sabe. Lo cierto es que lo trasladaron de urgencia al hospital San Martín, en 1 y 69, donde con la placa radiográfica que constató la presencia de ambos utensilios en el cuerpo del detenido, los médicos diseñaron un tratamiento que lo dejó fuera de peligro en cuestión de horas.

Pasó la noche en la cama 25 de la sala 22, bajo la custodia de los dos agentes penitenciarios que lo habían trasladado desde Magdalena, un oficial adjutor y un sargento que también debían ocuparse de llevarlo de nuevo al penal una vez que los médicos le dieran el alta a Crause Lara. Según relataron voceros policiales y judiciales, el alta llegó cerca de la 1 de la tarde, pero lo que sucedió después no fue el traslado sino algo totalmente imprevisto para todos. Menos para el protagonista, claro.

“Los primeros pasos de la investigación administrativa pudieron detectar varias irregularidades serias”, informaron desde el SPB, no sin aclarar que resta “establecer si hubo negligencia o complicidad”.

Lo que figura en el sumario es que uno de los custodios le sacó las esposas a Crause Lara para que fuera al baño y, “sin elementos de sujeción el detenido amenazó al suboficial, se alzó con las dos armas reglamentarias y se dio a la fuga”.

“Les había tomado el tiempo- deslizó un investigador- le pegó al guardia, agarró las armas y se fue”.

Pudo hacerlo porque el otro agente estaba en el baño y las pistolas habían quedado dentro de un bolso, perfectamente a mano. Antes de huir, el detenido esposó al guardia y salió a la calle resuelto a encontrar en qué alejarse lo más rápido posible.

Prolijamente vestido, encaró a la encargada de un kiosco con un nerviosismo que adjudicó a que acababan de asaltarlo y necesitaba un remís. La mujer se compadeció de aquel hombre en problemas y llamó a la agencia “Estrella”, que no tardó casi nada en mandar a un Fiat Siena a la dirección indicada.

Ya en rol de pasajero, Crause Lara pidió primero al chofer que lo llevara a la estación de trenes, pero cuando el conductor le comentó que abordar un tren sin permiso de circulación podía traerle problemas (no estaba al tanto de que el pibe ya estaba en uno mayúsculo), el evadido cambió de destino: “Le pidió que lo llevara a Quilmes y le mostró que tenía 1.000 pesos” que nadie sabe de dónde obtuvo, explicó una fuente judicial a este diario. “A los guardias no se los robó”, sumó.

Mientras tanto, el penitenciario esposado se liberó con la ayuda del que salió del baño y juntos emprendieron la búsqueda del prófugo en un Renault 18, además de pedir apoyo al 911. Aparentemente llegaron a ver en qué auto huyó, dato que les permitió a los patrulleros localizar al Siena cuando cargaba gas en la estación de servicio Puma de 122 y 46. Dos policías que se acercaron para identificar al pasajero no esperaron que reaccionara como lo hizo: “Bajó del asiento trasero y empezó a disparar mientras corría hacia el shop”, relató la misma fuente, lo que desencadenó un intercambio de 23 disparos que de casualidad no fueron a parar en surtidores (lo que hubiera sido una catástrofe) ni en personas. Sólo en autos y columnas.

La versión oficial es que Crause Lara se metió en el local donde solamente había una empleada, secuencia que habría sido captada por las cámaras de seguridad internas. Ahí, sin pretender una negociación ni intentar una toma de rehenes, el joven se descerrajó un disparo en la sien. Afuera quedaban los testigos tirados en un cuerpo a tierra improvisado.

“Manden una ambulancia urgente”, gritó un policía, cerca de una muchacha que no paraba de temblar. Luego llegaron más móviles, una ambulancia con personal del SAME que certificó la muerte de Crause Lara, mientras que el fiscal Álvaro Garganta dio instrucciones para avanzar en la causa.

Los peritos hicieron mediciones, levantaron rastros y una morguera trasladó el cuerpo del fallecido a la morgue para someterlo a autopsia, en tanto que los autos particulares y patrulleros perforados a tiros terminaron en la DDI y los dos guardias sumariados por Asuntos Internos del SPB. También se dispuso el pase a disponibilidad preventiva de ambos y el del Jefe de la Sección de Guardia de Seguridad Exterior del penal.

“Las esposas son la cárcel”

Fuentes oficiales describieron como una “irregularidad” que al preso le hayan quitado las esposas, que, fuera del penal, “son la cárcel”.

“Si va al baño, deben colocarle un prolongador”, que es una cadena atada a la cintura que mantiene la sujeción, explicaron, resaltando que ante cualquier movimiento de ese tipo los dos custodios deben estar atentos. “Uno puede ir al baño, pero no cuando el interno hace un movimiento, porque fue eso lo que lo habilitó a pegarle al vigilador, esposarlo y sacarle las armas sin que el compañero se enterara”, completaron.

 

 

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