Las miradas de la economía se vuelven a enfocar en la inflación

El mercado y el propio Fondo Monetario Internacional avizoran que este año la economía tendrá un rebote de entre 4,5 y 4,9 por ciento tras el desplome que registró en 2020 como consecuencia de la pandemia por el coronavirus. Pero las miradas, y las expectativas, siguen estando en la inflación que en el Gobierno admiten que puede ser “2 ó 3 puntos más” que la presupuestada para este año, mientras que las consultoras privadas -incluso el último revelamiento del Banco Central- calculan en casi 50 por ciento.

Ya las diferencias entre un pronóstico y otro se reflejan en los cálculos para este mes, el primero del año. Los economistas más cercanos al Ejecutivo consideran que se va a desacelerar con respecto a las subas de los tres últimos meses de 2020 -promedio 3,6 por ciento-. Pero consultoras que vienen siguiendo el día a día de los precios creen que esa desaceleración no va a llegar y calculan ya la inflación de enero en un 4 por ciento y hasta un poquito más.

Calculan ya la inflación de enero en un 4 por ciento y hasta un poquito más

Por ejemplo, desde la consultora LCG, que dirige el economista Guido Lorenzo, sostuvieron que “en alimentos y bebidas venimos registrando consistentemente un aumento general de precios, particularmente liderado por las carnes (9,1%), y por marcadas alzas en frutas (8%) y un escalón más abajo, los lácteos”. A esto hay que agregarle los dos aumentos en los combustibles y del pan, entre otros productos de la canasta.

En realidad, la mayoría de los privados creen que la tendencia al alza se verá en todo el primer trimestre del año. Además de los alimentos, los precios del turismo impactan, especialmente, este mes. “Este año hay dos certezas: va a haber poco rebote y mucha inflación”, vaticinó el economista Carlos Melconian.

LE PUEDE INTERESAR

Cayó el consumo de carne vacuna en 2020, pero fue récord histórico el de pollo

LE PUEDE INTERESAR

Demasiada ideología y poca inteligencia

Si bien 2020 cerró -pandemia de por medio- con inflación interanual de 36,1 por ciento (la más baja desde 2017, aunque muy alta para la normalidad de una economía) lo que enciende las alarmas es la trayectoria de los últimos meses del año pasado, coinciden las consultora. De hecho, el nivel general del índice de precios internos al por mayor (IPIM) registró un aumento de 4,4% en diciembre de 2020.

LatinFocus, que nuclea a más de 40 consultoras locales y extranjeras, consideró que este año “el financiamiento monetario del déficit fiscal a través de una expansión sostenida de la base monetaria avivará la inflación”. Sus panelistas proyectan que el costo de vida finalizará en 2021 en un 48,9 por ciento, que es 0,9 puntos porcentuales menos que la estimación anual del mes pasado, y en 2022 en un 38,6 por ciento. Incluso, algunos de sus miembros estiman una inflación anual mayor, de hasta 60 por ciento, en un año donde el Gobierno deberá ajustar las tarifas de los servicios públicos.

El último (en diciembre) Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza en Banco Central la ubicó la inflación de este año 49,8 por ciento.

“La dinámica de la inflación irá a la baja y ese sendero de desaceleración de la inflación se va a mantener sobre todo en la segunda mitad del año. No estamos de acuerdo con las proyecciones de las consultoras que plantean una inflación para algunos meses de la primera mitad del año en torno al 5 por ciento”, opinó en cambio, el economista jefe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), Nicolás Zeolla.

MULTICAUSAL

Mientras, el ministro de Economía, Martín Guzmán plantea en sus charlas que viene dando en distintos puntos del país, la necesidad de “bajar la inflación de forma consistente”, al entender que el problema de la escalada de precios “es multicausal y se aborda como un esquema integral”. En ese sentido, cree que “los acuerdos de precios y salarios son efectivos para anclar las expectativas”, y ratificó la búsqueda de consensos en la que se embarcará el Gobierno con empresarios y sindicatos, que estiman fuera de la Casa Rosada, que no será fácil.

Por lo pronto, el Ejecutivo empezó a buscar una solución a través de los acuerdos de precios. El primero fue con los supermercados y otros negocios que comercializan alimentos y productos como de limpieza o belleza. Sumó más de 260 artículos al programa, con aumentos promedio de 5,6 por ciento, hasta abril, cuando tendrá que volver a negociar otro costo.

“Los acuerdos de precios y salarios son efectivos para anclar las expectativas”

Y en la semana alcanzó el acuerdo con los sectores de comercialización de la carne para una rebaja, entre 15 y 30 por ciento, de ocho de los cortes más populares (tira y tapa de asado, matambre, vacío, rostbeef, carnaza, falda y cuadrada/bola de lomo) más los otros dos que ya estaban en Precios Cuidados (picada y espinazo). Claro que no estará disponible en todos lados y se expenderá los tres primeros miércoles y fines de semana de cada mes.

El Gobierno ahora va “a tratar de generar un mecanismo similar” para contener los aumentos en el sector de frutas, verduras y otros productos de huerta que, como cualquier vecino sabe, están por las nubes.

DESACOPLAR PRECIOS

Mientras, economistas cercanos al oficialista Instituto Patria creen que la suba de los precios de la carne y el maíz en el mercado internacional se tradujo en un incremento de los valores domésticos de los alimentos, algo que pone en evidencia, aseguran, la necesidad de desacoplar unos de otros para evitar que se genere un traslado inflacionario a la economía doméstica.

Para el economista de la Universidad Nacional de Avellaneda Sergio Chouza, el hecho de “que suban los precios de los productos que exportamos, a priori es algo positivo”, pero puntualizó que “la contraindicación de que haya un ciclo alcista bastante pronunciado en los commodities es justamente que estos a su vez son insumos primordiales de la alimentación del país”. Por eso consideró que “es preciso disponer de desacoples de los precios a partir de la política fiscal y tributaria”, y subrayó que “la aplicación de retenciones es una de las herramientas por excelencia de desacople primario sobre estos productos”. Es decir, que una solución posible pasaría, sugiere, un aumento de las retenciones a las exportaciones al campo.

El economista de Flacso Horacio Rovelli está de acuerdo: “La mejor manera de desacoplar los precios externos de los internos son las retenciones”, y consideró que “hay que subirlas y segmentarlas por tipo de productor”. Y reclama: “No puede ser que tengamos una retención del maíz y del trigo de solamente el 12 por ciento”, y opinó que “habría que llevarlas al 30 por ciento.

Pero para otros economistas una nueva suba en las retenciones a las exportaciones no es el camino; creen que sería otra carga impositiva pesada, que los productores agropecuarios, sobre todo los más pequeños, puedan aguantar.