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Paz Martínez: “Las canciones no son de quien las escribe, sino de quien las disfruta”

Con nuevo disco bajo el brazo, “Ciclos”, el resposable de éxitos como “Qué par de pájaros” y “Amor pirata” celebra en un show por streaming sus 50 años como autor

Paz Martínez: “Las canciones no son de quien las escribe, sino de quien las disfruta”
Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

3 de Octubre de 2021 | 05:19
Edición impresa

Hablar con Paz Martínez es hablar de música, de canciones, de guitarras. Ante cualquier pregunta, el autor de más de 500 canciones a lo largo de una trayectoria que supera el medio siglo no se pone el casete, no responde en automático, sino que pone la banda sonora de su vida: cada respuesta está atravesada de anécdotas musicales sobre la composición, sobre otros ilustres de la música, sobre su vida. Porque, como en sus letras, al final, Norberto Alfredo Gurvich no es otra cosa que un contador de historias.

Con esas historias en forma de canción presentará el 16 de octubre un show vía streaming (desde las 21 de Argentina; entradas por el portal TicketHoy) que servirá a la vez como celebración de sus 50 años como autor y compositor y como presentación de su último disco, “Ciclos”, álbum de “sonido minimalista” que grabó antes de la pandemia y no había podido mostrar.

Un disco en el que “toco algunos costados que no había tocado antes”, revela, en diálogo con EL DIA. Por ejemplo, tras medio siglo escribiendo canciones de romance, escribió su primera canción de otro tipo de amor, el del amor de un abuelo a su nieto: “Que sea de amor”, que cuenta con un subtítulo sugerido por Teresa Parodi, “palabras para mi nieto”, apareció en el horizonte de Martínez hace tiempo, cuando al enterarse de que iba a ser abuelo en los programas de la tele le preguntaban si no iba a escribir algo para el nieto. “Que le escriba Mariano, mi hijo, que escribe muy bien”, pensaba y decía el artista nacido en Tucumán, hasta que un día “apareció una idea en el aire. Alguien pasó saludando, ‘chau, buena vida’, y se fue, y pensé en desarrollar esa historia de la buena vida”.

Así nació una canción que recuerda al poema de Kipling y le pide a su destinatario que “si vas a llorar que sea de risa, si vas a caer que sea una broma, y si alguna vez se te ocurre morir, que sea de amor”.

“Se la mostré a mi mujer, Marta, mi compañera de 55 años, que siempre escucha mis canciones primero, y me dice: ‘¿Te diste cuenta que sin querer le escribiste a Tomás?’, confiesa el autor de “Amor pirata” y “Qué par de pájaros”. “Es un costado del amor que yo desconocía”.

“Con ‘Qué par de pájaros’ vino mi primer disco de oro, mi primer disco platino… A veces me canso de cantarla, pero si el público la pide, la canto”

 

- Celebra con este show por streaming sus 50 años, ha escrito más de 500 canciones, pero me dice que para este último disco encontró otro costado. ¿Siente que siempre está descubriendo nuevas cosas?

- Yo siempre estoy atento, con las antenas paradas. Y espero que me dure siempre. En una canción que grabé me pregunto cuánto tiempo me queda por delante, pero digo que conservo en el alma el niño que vino desde Tucumán, y que espero que no crezca más. No he perdido la capacidad de asombro, se mantiene intacta, y eso me permite escribir canciones frente a cosas nuevas que me aparecen delante de los ojos.

- ¿Y piensa que esa es la clave para que la máquina de componer no se agote, para seguir en carrera después de tantos años?

- Lo que pasa es que amo escribir canciones. Amo cantar. Amo estar en contacto con la gente. A veces me preguntan si me gusta más cantar o escribir canciones: para mi es lo mismo, porque la gente me da una energía que necesito, que todos necesitamos, todos necesitamos el apoyo de la gente. Como decía García Márquez, uno escribe para que lo quieran. Después, no lo he dejado a Dios solo en el trabajo de cuidarme, me he cuidado yo también. Antes de los shows hago mis ejercicios de foniatría, hago yoga. Y sigo cantando las canciones que grabé hace 30 años en el mismo tono.

“Conservo en el alma el niño que vino desde Tucumán, y que espero que no crezca más. No he perdido la capacidad de asombro”

 

- Con semejante trayectoria sigue grabando, sigue girando. ¿No piensa en el retiro? ¿Le dolería alguna vez bajarse del escenario?

- Creo que me dolería más dejar de escribir que dejar de cantar. En un momento de mi vida me pasó algo así. Tenía un programa de radio, “Noche de Paz”, y un día mi mujer me preguntó qué pasaba que no escribía. Era de noche, estábamos cenando: cuando mi mujer se fue arriba, para no hacer sonar el piano, me encerré en la cocina con la guitarra y en media hora escribí una canción que se llama “Estoy dejando de escribir”. Fue como un desafío. ¡Escribí también sobre eso! Puedo escribir lo que quieras (risas). Una vez vino un amigo a casa y me dijo que le podía escribir a todo. Y me preguntó si le podía escribir una canción a la puerta de mi casa. Le dije que viniera mañana. Al otro día lo recibí con: “La puerta de mi casa es el camino por donde llegan rosas y alguna espina, pasaporte seguro de los amigos a la ronda del mate por la cocina”. Le escribí a la puerta, fue otro desafío. Es que me encanta escribir.

UNA HISTORIA FAMILIAR

Paz Martínez habla con pasión de lo suyo, una pasión heredada de familia, que le llegó “a través de mi viejo y mi vieja”. Ella, Fortuna Martínez Paz, tucumana, criada en un pueblo, El Naranjito; él, David Gurvich, porteño, hijo de rusos. Ella cantaba “de forma extraordinaria”, él “era un soñador, en Buenos Aires arengaba a los obreros a la salida de la fábrica para que lucen por sus derechos. Y de repente la policía lo metía en cana. Debe haberse mandado alguna macana en Buenos Aires porque apareció en Tucumán”.

Allí puso una imprenta y se afilió al radicalismo. “Si no sos peronista es Tucumán… es como si sos rubio de ojos claros en Ruanda. Y antes era peor…”, cuenta Paz. Un día el viejo David cruzó el patio donde Paz jugaba con su hermano: les dio un beso, saltó por una pared y desapareció.

“Después lo vinieron a buscar: con seguridad no era para felicitarlo”, relata el artista. David se fugó. Llegó semanas más tarde una encomienda con “un tarro de Tody y una carta que hacía llorar a mi mamá. Nunca supe qué decía la carta, pero al poco tiempo mamá cerró la imprenta y nos fuimos a la estación de trenes para viajar de Tucumán a Buenos Aires. Acá en Retiro nos esperaba David”. Fue David quien le regaló su primera guitarra: “Me marcó el camino, no me cabe duda”.

“Me gusta la política, pero no me gusta la mayoría de los políticos. Recorriendo el país he visto políticos de todos los partidos que se han servido del pobre”

 

- De su madre tomó el talento artístico, ¿y de su padre? ¿La rebeldía? ¿Los intereses políticos?

- Me gusta la política, pero no me gusta la mayoría de los políticos. Y no hablo de un solo lado: recorriendo el país he visto políticos de todos los partidos que se han servido del pobre. Eso me indigna, profundamente. Me han ofrecido mil veces participar. Pero para eso hay que nacer, hay que tener una gran vocación, y yo amo demasiado mi vida artística: amo la música y le pongo la vida.

- Con aquella guitarra que le regaló su padre comenzó su carrera. De ahí al Trío San Javier…

- ¡Pero antes tengo historia también! Tuve un grupo de rock, nos llamábamos Cosa Nostra, aunque teníamos una cara de bebé… Y como yo no tenía plata, me prestaba una Fender Telecaster amarilla Pappo. Después, con otros amigos grabamos el Himno de Cosquín, “Cosquín empieza a cantar”. Fuimos los primeros que los grabamos, nos llamábamos Cantores del Rosario, después la grabaron otros grandes artistas. Y en algún momento Pedro Favini vino a casa a ver si podíamos formar un trío: me tocaron la puerta muchos, pero le abrí la puerta a Pedro, hermano de mi corazón. Con el cuñado de él, José Ragone, se formó el Trío San Javier original.

- ¿Y el salto para convertirse en solista? ¿Cómo se dio?

- Un día llevé cuatro canciones mías a la compañía discográfica con el sueño de que las grabara Sandro: para apuntar, ¡hay que apuntar alto! Sandro no grabó ninguna de mis canciones... aunque más adelante cantaría a dúo con Valeria Lynch “Fuera de mi vida”, que compuse yo (risas). Bueno: cuando le mostré las cuatro canciones a la directora artística, Beatriz Lupo, me dijo que por qué no las cantaba yo. Yo le dije que formaba parte del Trío San Javier, que era un éxito descomunal, de mínima tenía cuatro salidas por fin de semana. Me temblaron las piernas, no era fácil tomar la decisión, ya estaba casado, tenía dos hijos… Irte de un grupo exitoso… Todos los que salían de un grupo exitoso para ser solistas, fracasaban. Yo lo sabía. Pero Marta me dijo que me iban a apoyar, y lo hablé con Pedro, y él me miró y me dijo que todos los hombres tienen que cumplir etapas: me dijo que me lance, que me mande con todo, que me iba a ir bien. Y remató: “Si no te va todo lo bien que considerás, volvés. No te olvides que al Trío lo creamos vos y yo”. Eso me dio el empujón que necesitaba para lanzarme a la aventura Paz Martínez.

LOS GRANDES ÉXITOS

A los poquitos años, llegaría “Qué par de pájaros”, el primer gran hit, una canción que “salió de un concurso. Nunca me gustaron los concursos, nunca gana la mejor canción: ‘Balada par aun loco’ no ganó”, se ríe Paz Martínez, que para evitar un conflicto con la discográfica cuando recién comenzaba como solista aceptó participar.

“Escribí una canción que pensé ‘con esta les gano a todos’. Y como corresponde, ¡perdí!”, se ríe. “Pero perdí para el jurado, no para la gente: ahí vino mi primer disco de oro, mi primer disco platino… A veces me canso de cantarla, pero si el público la pide, la canto”.

Llegaráin después hitazos, himnos populares como “Amor pirata”, “Una lágrima sobre el teléfono”, “¿Y Qué?”. Y con los éxitos aparecieron otros cantantes, a pedirle temas, “y ya no paré más”.

Escribió para Armando Manzanero, Paul Anka, Paloma San Basilio, Luis Jara, Dyango, María Marta Serra Lima, Rodrigo, Luciano Pereyra, Miranda y Los Nocheros, entre otros. ¡Hasta para Madonna! Pero la colaboración que más enorgullece a Martínez es su canción para Mercedes Sosa.

“La gente me da una energía que necesito, que todos necesitamos, todos necesitamos el apoyo de la gente. Como decía García Márquez, uno escribe para que lo quieran”

 

- ¿Cómo nació esa canción para Mercedes Sosa, “Agua, fuego, tierra y viento”?

- Creo que fue el escalón más alto que he tocado como autor: era un desafío. Mercedes cantaba canciones con una clara tendencia ideológica, entonces los compositores a los que les grababa eran autores que conciliaban con su idea. Pero ella tuvo la generosidad de pedirme una canción a mi, que había escrito éxitos, canciones para todo el mundo, para telenovelas. En una fiesta me dijo “cumpa, nunca me escribió una canción”. Yo le prometí que le iba a escribir una canción. Fue maravilloso. Hay algo que la gente no sabe: en el estribillo, la canción dice “cuando yo te abrazo, no te abrazo sola, te abraza conmigo una eternidad”. Mercedes la cantaba y abría los brazos, bien grande. Y me dijo que cuando abría los brazos no pensaba en una persona, sino “en mi patria, tan postergada”. Cuando me dijo eso, la canción tomó otro vuelo. En un libro Mercedes cuenta: “Paz Martínez me trajo una canción de amor y yo la transformé en una canción de amor para Latinoamericana”. Los artistas toman algo y lo transforman. Uno escribe las canciones y es como en “El Cartero”: el protagonista le robaba los poemas a Neruda para decírselos a la Cuccinota, y Neruda se enteró y lo retaba… y el cartero le dice “los poemas no son de quien los escribe, sino de quien los necesita”. Y no hablemos más: las canciones no son de quien las escribe, sino de quien las disfruta.

 

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