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“9”: el futbolista como metáfora del capitalismo radicalizado

Inspirados en la mordida de Luis Suárez a Chiellini en el Mundial, dos cineastas uruguayos filmaron la historia de una promesa del fútbol agobiado por los medios y que descubre, de repente, que otra vida es posible. La película se muestra desde hoy al martes en el Festival de Mar del Plata, y se puede ver online y gratis

“9”: el futbolista como metáfora del capitalismo radicalizado
Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

20 de Noviembre de 2021 | 02:00

En pleno Mundial 2014, Luis Suárez mordió a Giorgio Chiellini. Y lo echaron del Mundial. Un momento que marcó a los cineastas uruguayos Martín Barrenechea y Nicolás Branca, no solo por la desazón que provocó la salida de la figura de la Celeste de la justa deportiva, sino porque allí comenzaría a germinar “9”, la película “de fútbol sin fútbol” que se mostrará desde hoy, de manera presencial y online, en el Festival de Mar del Plata.

“El leitmotiv del proyecto era trabajar el tema de la libertad, el individuo y sus decisiones en este mundo con esta presencia de medios de comunicación y redes sociales. Y el caso de Luis Suárez nos pareció un disparador, pero no queremos engañar al público, no es la historia de Suárez”, afirma Nicolás Branca, en diálogo con EL DIA. 

“Pero sí fue el disparador: en Uruguay fue algo increíble, hubo una especie de psicosis colectiva, pasaban las escenas explícitas de la mordida y los uruguayos no lo queríamos ver, era toda una locura…”, recuerda el realizador e hincha del River uruguayo, para quien “9” es su primer largometraje. En aquel momento de histeria y tragedia futbolera, la película todavía no había aparecido en su cabeza pero, relata, justo antes del siguiente partido del Mundial, “pasé frente a la casa de la madre de Suárez, donde estaba Luis, y había una especie de circo montado alrededor, con hinchas brindando su apoyo, una pantalla gigante, gente volando en parapente… Lo podías entender como un apoyo a Suárez, pero por otro lado era una cosa muy violenta. Charlando con Martín, pensamos ¿qué pasa en el contraplano? Un chiquilín, de 23 años, metido en esa casa, rodeado de esa gente que no conoce…” 

Así, “empezamos a trabajar la idea de esta gente que se ven envueltas en estos torbellinos sociales”, y apareció Christian Arias, personaje protagonista de “9”, una promesa del fútbol uruguayo en crisis: un incidente durante un partido con la selección de su país lo dejó en el ojo de la tormenta y ahora sufre la presión de los medios, la opinión pública y, sobre todo, de su opresivo padre, quien oficia de manager. Sin saber cómo enfrentarse a su presente y refugiado en un barrio privado de Montevideo, comienza una relación con una vecina, que se transformará en una vía de escape y con quien conocerá la vida fuera del campo de juego. 

La exposición y explotación del deportista, que este invierno estuvo en el centro del debate durante los Juegos Olímpicos, es quizás un problema “que debe haber ocurrido siempre”, parte de la industria del deporte, reconoce Martín Barrenechea, “en la historia del fútbol sudamericano, la búsqueda del éxito y las presiones siempre estuvieron”. Pero “desde que los medios y las redes explotaron, llegaron a cubrir todo el mundo y mostrar todo de la vida de estas personas, estos deportistas han quedado mucho más vulnerables, está todo más exacerbado”, opina el director de “La deriva” e hincha de Nacional.

“Son fenómenos que siempre existieron, pero por un lado, las redes y los medios transformaron el espectáculo del fútbol en algo que no cesa nunca. Y por otro, el futbolista, el cuerpo del futbolista, termina siendo una metáfora del capitalismo radicalizado. Investigando, vimos esa transformación del futbolista en un producto, con fecha de caducidad, con expectativas puestas: la gente se maneja con una crueldad increíble”, suma Branca.

El deportista como un objeto del que se puede disponer, insultar, apretar, usar y tirar. “Lo vemos como una deshumanización del otro que se da en el fútbol de forma muy clara. Era inevitable pensar en el Coliseo romano y los gladiadores. Esa hipótesis que trabajábamos cobró cuerpo porque se dieron casos de jugadores que se suicidaron, como el “Morro” García, pero queríamos mostrarlo como algo que también trasciende el fútbol”, sigue Branca.

Es en ese sentido, dice Barrenechea, que “nos interesaba indagar en el contraplano del imaginario que tenemos, lo que consumimos y vemos. Por eso decimos que es una película de fútbol sin fútbol” (y quizás haya allí una clave, porque “el fútbol ha fallado en el cine, históricamente”, sigue el director). Los realizadores mencionan el cine de Gus Van Sant, en particular películas como “Elephant” y “Last Days”, que tomaron hechos conocidos para relatarlos desde un lugar distinto al que acostumbramos, para explicar por qué “9” no es sobre lo que ocurre en la cancha sino que tiene “la mirada puesta en las personas que viven todo eso”.

Y ese ejercicio de mirar el otro lado del fútbol implicó mirarse a sí mismos, como hinchas, como consumidores, desde ya. “El fútbol es más que un deporte, pero en el Río de la Plata es todavía más, es definitorio de nuestra identidad, hay una forma de vivirlo muy particular”, dice Branca, “y queríamos plantar una mirada crítica de eso: tener ese distanciamiento nos parecía muy necesario, en un momento donde todas las posiciones se radicalizan, donde es difícil escuchar al otro y mirarse a uno”.

El caso Suárez, afirma, “mostró cómo la gente se ve manipulada por los medios, manipulada por las pasiones. Y nosotros somos parte de eso, la pasión nos corre también a nosotros. Cuando pasó lo de Suárez, para nosotros no había dudas, Suárez era inocente, un fanatismo total”.

“Pero”, dice entre risas Barrenechea, “tuvimos siete años para procesar ese fenómeno”, y así fueron entendiendo cómo al futbolista “se le exige una disciplina militar” y es fruto “del escrutinio moralista de los periodistas deportivos que dicen que un jugador que toma, que se divierte, es un mal profesional, está perdido, y es un traidor a la patria. Nos divirtió bastante que el personaje sea lo contrario, que recorra los caminos no virtuosos según ese discurso medio fascistoide y que ahí empiece a brillar, nos parecía divertido ir contra esa moralina”.

Pero también fueron entendiendo que el problema del futbolista es un problema más grande, y que ese agobio, esas miradas desde afuera, nos afectan a todos. “El fútbol es el contexto para trabajar algo más humano y sensible”, dice Branca. “La mirada del otro, cómo uno se construye a través de la mirada del otro, las posibilidades de rebelarse a eso, nos interesaban: allí también el fútbol aparecía como una metáfora radicalizada de algo que todos podemos vivir en cualquier momento en nuestra vida cotidiana”.

 

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